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El Evangelismo

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    Los requisitos de los instructores bíblicos

    El calibre de las mujeres para la obra de Dios—Se necesitan mujeres de principios firmes y de carácter decidido, mujeres que crean que en realidad vivimos en los últimos días, y que tenemos el último solemne mensaje de amonestación que debe ser dado al mundo. Deben sentir que están ocupadas en una obra importante, en el esparcimiento de los rayos de luz que el cielo ha hecho brillar sobre ellas. Nada disuadirá a esta clase de personas de su deber. Nada las desanimará en la obra. Tienen fe para trabajar para el tiempo y para la eternidad. Temen a Dios y no serán desviadas de la obra por la tentación de posiciones lucrativas y perspectivas atrayentes. El sábado del cuarto mandamiento es guardado en forma sagrada por ellas, porque Dios ha colocado su santidad sobre él y les ha ordenado observarlo. Preservarán su integridad a toda costa... Son ellas las personas que representarán correctamente nuestra fe, cuyas palabras serán habladas con propiedad, como manzanas de oro con figuras de plata... Hermanas, Dios os llama a trabajar en el campo de la mies y ayudar a reunir las gavillas.—The Review and Herald, 19 de diciembre de 1878.Ev 349.2

    Energías frescas y no estropeadas—A fin de que la obra pueda avanzar en todos los ramos, Dios pide vigor, celo y valor juveniles. El ha escogido a los jóvenes para que ayuden en el progreso de su causa. Para hacer planes con mente clara y ejecutarlos con mano valerosa, se requiere energía fresca y no estropeada. Los jóvenes están invitados a dar a Dios la fuerza de su juventud, para que por el ejercicio de sus poderes, por reflexión aguda y acción vigorosa, le tributen gloria, e impartan salvación a sus semejantes.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 413 (1913).Ev 349.3

    Se necesitan jóvenes que no sean arrastrados por las circunstancias, que anden con Dios, oren mucho, y hagan esfuerzos fervientes para obtener toda la luz que puedan.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 415 (1915).Ev 349.4

    Mujeres que perseveran—Todas las que trabajan para Dios deben reunir los atributos de Marta y los de María: una disposición a servir y un sincero amor a la verdad. El yo y el egoísmo deben ser eliminados de la vida. Dios pide obreras fervientes, que sean prudentes, cordiales, tiernas y fieles a los buenos principios. Llama a mujeres perseverantes, que aparten su atención del yo y la conveniencia personal, y la concentren en Cristo, hablando palabras de verdad, orando con las personas a las cuales tienen acceso, trabajando por la conversión de las almas.—Joyas de los Testimonios 2:405 (1900).Ev 349.5

    Mujeres capaces de tomar decisiones—Hay mujeres nobles que han tenido el valor moral de tomar decisiones en favor de la verdad guiándose por el peso de las evidencias. Han aceptado concienzudamente la verdad. Poseen tacto, percepción y buena habilidad, y podrían ser obreras de éxito para su Maestro. Se necesitan mujeres cristianas.—The Review and Herald, 19 de diciembre de 1878.Ev 350.1

    La fuerza del carácter y el poder de la influencia—Algunos de los que se ocupan en el servicio misionero son débiles, sin nervios ni espíritu, y se desalientan por cualquier cosa. Carecen de impulso y de los rasgos positivos de carácter que dan fuerza para hacer algo; les falta el espíritu y la energía que encienden el entusiasmo. Los que anhelen éxito deben ser animosos y optimistas. Deben cultivar no sólo las virtudes pasivas, sino también las activas. Han de dar la blanda respuesta que aplaca la ira, pero también han de tener valor heroico para resistir al mal. Con la caridad que todo lo soporta, necesitan la fuerza de carácter que hará de su influencia un poder positivo.—El Ministerio de Curación, 397 (1905).Ev 350.2

    Id al fondo de cada tema—Si sois llamados a ser maestros en cualquier ramo de la obra de Dios, sois también llamados a aprender en la escuela de Cristo. Si asumís la sagrada responsabilidad de enseñar a otros, aceptáis el deber de ir al fondo de cada tema que tratáis de enseñar.—Consejos sobre la Obra de la Escuela Sabática, 33 (1892).Ev 350.3

    Valor, fuerza, energía, perseverancia—La vida cristiana es más de lo que muchos se la representan. No consiste toda ella en dulzura, paciencia, mansedumbre y benevolencia. Estas virtudes son esenciales; pero también se necesita valor, fuerza, energía y perseverancia. La senda que Cristo señala es estrecha y requiere abnegación. Para internarse en ella e ir al encuentro de dificultades y desalientos, se requieren hombres y no seres débiles...Ev 350.4

    Algunos no tienen firmeza de carácter. Sus planes y propósitos carecen de forma definida y de consistencia. De poco sirven en el mundo. Esta flaqueza, indecisión e ineficacia deben vencerse. Hay en el verdadero carácter cristiano algo indómito que no pueden sojuzgar las circunstancias adversas. Debemos tener enjundia moral, una rectitud inaccesible al temor, al soborno y a la adulación.—El Ministerio de Curación, 397, 398 (1905).Ev 350.5

    Vigilancia y precisión—La causa de Dios exige hombres que puedan ver rápidamente y actuar en forma instantánea en el debido momento y con poder. Si esperáis medir cada dificultad y pesar cada perplejidad a la cual hacéis frente, haréis muy poco. Tendréis obstáculos y dificultades a cada paso, y debéis con firme propósito decidir vencerlos o de lo contrario os vencerán.—Testimonies for the Church 3:497 (1875).Ev 351.1

    Método y rapidez en toda obra—Vuestra habitación puede contener muchos pequeños adornos colocados allí para provocar admiración; pero si tenéis en cuenta la gloria de Dios, haríais bien en retirar esos pequeños ídolos. Al sacarlos, quitarles el polvo y volverlos a colocar en su lugar, se pierden muchos momentos preciosos que deberían emplearse en un trabajo útil. Pero si no quitáis esas chucherías, entonces hay otra lección que debéis aprender. Debéis ser expeditivos. No toméis soñadoramente cada adorno, manteniéndolo en la mano como si os resistierais a devolverlo a su lugar. Los que son lentos en sus movimientos tienen el deber de mejorar en este sentido. El Señor ha dicho: “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”. Romanos 11:12.Ev 351.2

    En la tarea de preparar las comidas, haced vuestros cálculos y asignaos todo el tiempo que la experiencia os indique que necesitaréis para cocinar debidamente el alimento y para colocarlo sobre la mesa en el momento debido. Pero es mejor estar listos cinco minutos antes que cinco minutos después. La tarea de lavar los platos también debe realizarse rápidamente y sin embargo con mucho cuidado y escrupulosidad. Los hábitos de lentitud y dilación alargan innecesariamente un trabajo cuya realización no debería demorar tanto. Pero si queréis, podéis vencer el hábito de ser meticulosos y lentos. El ejercicio de la fuerza de voluntad hará que las manos se muevan hábilmente.—The Youth’s Instructor, 28 de enero de 1897.Ev 351.3

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