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El Ministerio Médico

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    Un llamamiento a la perfección

    Nuestro Salvador entiende todo lo que se refiere a la naturaleza humana, y él dice a cada ser humano: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Como Dios es perfecto en su esfera, el hombre debe serlo en la suya. Los que reciben a Cristo están entre la multitud de quienes se dicen estas palabras esperanzadoras: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Estas palabras nos declaran que no debemos estar satisfechos con nada menos que con el carácter mejor y más elevado, formado a la similitud divina. Cuando tal carácter se posee, la vida, la fe y la pureza de la religión son un ejemplo instructivo para otros. “La justicia engrandece a la nación: mas el pecado es afrenta de las naciones”...MM 147.1

    “Terno que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo”...MM 147.2

    “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las acechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de Ia paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”.MM 147.3

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