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El Ministerio Médico

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    En lugar de Cristo

    Cristo es el Gran Médico, pero no solamente del cuerpo, sino también del alma. Él restaura al hombre a su Dios. Dios permitió que su Hijo unigénito fuera herido, para que de él fluyeran propiedades curativas que sanaran todas nuestras enfermedades. Los médicos deben actuar en lugar de Cristo. Todo médico que ha plantado los pies sobre la Roca de la eternidad toma del Gran Médico su poder restaurador. El médico cristiano debe llevar a cabo los planes de Cristo en forma más decidida.MM 157.1

    Cuando Cristo estaba a punto de dejar a sus discípulos, que iban a representarlo ante el mundo, les dio un nuevo mandamiento. “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Ese amor no lo conocieron ellos hasta que vieron a Cristo doliente y moribundo sobre la cruz del Calvario. El nuevo mandamiento del amor se dio en beneficio de los débiles, los desdichados y los desvalidos.MM 157.2

    Para el corazón de Cristo, la presencia misma de una dificultad era un pedido de ayuda. El pobre, el enfermo, el desolado, el desechado, el desanimado y el desalentado hallaron en él un Salvador compasivo, un Sanador poderoso. “No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia”. Cristo identifica sus intereses con los de la humanidad doliente, y nos dice que cualquier cosa que hagamos para aliviar a alguien que sufre, lo hacemos por él...MM 157.3

    Hay grandes lecciones que deben aprender todos los que ministren para Cristo. El sello del sábado debe estar sobre el pueblo guardador de los mandamientos de Dios. El sábado, si se guarda en el espíritu de una verdadera obediencia, mostrará que todos los mandamientos de Dios deben practicarse, “para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico”.MM 157.4

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