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El Ministerio Médico

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    Prontitud y eficiencia

    No debe obligarse a los enfermos a esperar cuando necesitan consejo y alivio. El médico nunca debe descuidar a sus pacientes. Ha de tener un juicio penetrante y rápido y debiera mantener en el cuarto del enfermo una atmósfera afable. No debe ser frío, reticente ni dubitativo, mas debe cultivar las cualidades que harán de él una influencia suavizadora sobre los enfermos. Éstos desean más que miradas; requieren palabras amables y optimistas. El médico debiera estar listo a hablarles, a expresar palabras de aliento y de seguridad, palabras que salgan del corazón con sabiduría, mostrando que entiende los casos de quienes están bajo su cuidado. Esto inspirará tranquilidad y confianza, aun en la primera cita.MM 253.1

    El médico debe ser un hombre de mente pura. Si sus principios son elevados, ejercerán una influencia de peso a favor del bien. Los médicos necesitan estar continuamente llenos con el Espíritu de Cristo, aprender lecciones de él, el más grande Maestro que el mundo jamás conoció; entonces serán puros en pensamiento, mente y acción. No darán oportunidad a que algunas palabras o modales los guíen a pensamientos impuros.MM 253.2

    La licencia está arruinando a muchas almas, y los médicos necesitan especialmente velar y orar para que no entren en tentación y para que puedan tener esa gracia que hará de ellos ejemplos de piedad y pureza. Su trabajo está diariamente bajo la inspección detallada de Dios, y su registro será examinado con exactitud en el libro mayor del cielo.MM 253.3

    Los médicos de nuestra institución de salud tienen responsabilidades diversas y de mucho peso. Su única seguridad está en mantener sus pensamientos e impulsos bajo el control del gran Maestro. Tienen oportunidades doradas para hacer el bien; pueden guiar y moldear las mentes diferentes con las cuales se relacionan. Debieran decidirse enteramente por Dios. Mostrad a los hombres y mujeres conectados con el instituto cuán puros y nobles pueden llegar a ser; manifestadles que tenéis una firme confianza en Dios, y que él es vuestra fuente de fortaleza; decidles que descansáis plenamente en sus promesas. Cumplid vuestro deber con prontitud, al mismo tiempo que reclamáis la ayuda de vuestro Padre celestial para vencer toda debilidad de carácter. Colocad todo lo que sois en vuestro trabajo, con la mano de la fe asida del brazo del poder divino.—Carta 6a, 1890.MM 254.1

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