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La Maravillosa Gracia de Dios

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    El manto real, 16 de enero

    Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Apocalipsis 19:8.MGD 24.1

    La parábola del vestido de bodas (Mateo 22:1-14) representa una lección del más alto significado... El vestido de boda de la parábola representa el carácter puro y sin mancha que poseerán los verdaderos seguidores de Cristo... El lino fino, dice la Escritura, “son las justificaciones de los santos”. Apocalipsis 19:8. Es la justicia de Cristo, su propio carácter sin mancha, que por la fe se imparte a todos los que lo reciben como Salvador personal.MGD 24.2

    La ropa blanca de la inocencia era llevada por nuestros primeros padres cuando fueron colocados por Dios en el santo Edén. Ellos vivían en perfecta conformidad con la voluntad de Dios... Una hermosa y suave luz, la luz de Dios, envolvía a la santa pareja... Pero cuando entró el pecado, rompieron su relación con Dios, y la luz que los había circuido se apartó. Desnudos y avergonzados, procuraron suplir la falta de los mantos celestiales cosiendo hojas de higuera para cubrirse.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 291-295.MGD 24.3

    No podemos proveernos por nuestra cuenta del ropaje de la justicia, porque el profeta dice: “Todas nuestras justicias [son] como trapo de inmundicia”. Isaías 64:6. No hay nada en nosotros con qué cubrir el alma para que no se vea su desnudez. Debemos recibir el ropaje de justicia tejido en el telar del cielo, el ropaje puro de la justicia de Cristo.—A Fin de Conocerle, 304.MGD 24.4

    Dios ha hecho amplia provisión para que podamos comparecer perfectos en su gracia, sin que nos falte nada, aguardando la aparición de nuestro Señor. ¿Estás listo? ¿Estás ataviado con el vestido de bodas? Esa vestimenta nunca cubrirá el engaño, ni la impureza, ni la corrupción, ni la hipocresía. El ojo de Dios está sobre ti. Discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Podemos ocultar nuestros pecados de los ojos de los hombres, pero no podemos ocultar nada de nuestro Hacedor.—Testimonies for the Church 5:220, 221.MGD 24.5

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