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La Maravillosa Gracia de Dios

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    Nuestro gobernante en los cielos, 5 de febrero

    Jehová estableció en los cielos su trono y su reino domina sobre todos. Salmos 103:19.MGD 44.1

    Los tres hebreos fueron llamados a confesar a Cristo frente al horno de fuego. El rey les había ordenado postrarse y adorar a la imagen de oro que él había erigido, y los había amenazado que si no lo hacían serían arrojados vivos al horno de fuego, pero ellos contestaron: “No cuidamos de responderte sobre este negocio. He aquí nuestro Dios a quien honramos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo, y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que tu dios no adoraremos, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado”. Daniel 3:16-18.—Nuestra Elevada Vocación, 360.MGD 44.2

    La actitud debida cuando se ora a Dios consiste en arrodillarse... Pero ese acto constituía un homenaje que debe rendirse únicamente a Dios, Soberano del mundo y Gobernante del universo; y los tres hebreos rehusaron tributar ese honor a ningún ídolo, aunque estuviera hecho de oro puro. Al hacerlo así, se habrían estado postrando en realidad ante el rey de Babilonia... Sufrieron el castigo... Pero Cristo vino en persona y anduvo con ellos en medio del fuego, y no recibieron daño.—Mensajes Selectos 2:313.MGD 44.3

    Este milagro produjo un cambio notable en la mente del pueblo. La grande imagen de oro, erigida con tanta ostentación, fue olvidada. El rey publicó un decreto según el cual toda persona que hablara contra el Dios de estos hombres sería muerta...MGD 44.4

    Estos fieles hebreos poseían gran capacidad natural, habían disfrutado de la más alta cultura intelectual, y ahora ocupaban una posición de honor; pero todo esto no los indujo a olvidar a Dios. Sus facultades estaban sometidas a la influencia santificadora de la gracia divina. En virtud de su integridad perseverante, manifestaron las alabanzas de Aquel que los había llamado de las tinieblas a su luz admirable. En su maravillosa liberación quedó desplegado, ante la vasta asamblea, el poder y la majestad de Dios. Jesús mismo se colocó a su lado en el horno ardiente, y por la gloria de su presencia convenció al orgulloso monarca de Babilonia que no podía ser otro sino el Hijo de Dios.—Edificación del Carácter y Formación de la Personalidad, 49-51.MGD 44.5

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