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La Maravillosa Gracia de Dios

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    Para dar vida al alma, 21 de abril

    El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. Juan 4:14.MGD 119.1

    El que trate de aplacar su sed en las fuentes de este mundo, bebe tan sólo para tener sed otra vez. Por todas partes hay hombres que no están satisfechos. Anhelan algo que supla la necesidad del alma. Un solo Ser puede satisfacer esta necesidad. Lo que el mundo necesita, “el Deseado de todas las gentes”, es Cristo. La gracia divina, que él solo puede impartir, es como agua viva que purifica, refrigera y vigoriza al alma.MGD 119.2

    Jesús no quiso dar a entender que un solo sorbo del agua de la vida bastaba para el que la recibiera. El que prueba el amor de Cristo, lo deseará en mayor medida de continuo; pero no buscará otra cosa. Las riquezas, los honores y los placeres del mundo, no le atraen más. El constante clamor de su corazón es: “Más de ti”. Y el que revela al alma su necesidad, aguarda para satisfacer su hambre y sed. Todo recurso en que confíen los seres humanos, fracasará. Las cisternas se vaciarán, los estanques se secarán; pero nuestro Redentor es el manantial inagotable. Podemos beber y volver a beber, y siempre hallar una provisión de agua fresca. Aquel en quien Cristo mora, tiene en sí la fuente de bendición... De este manantial puede sacar fuerza y gracia suficientes para todas sus necesidades.—El Deseado de Todas las Gentes, 157.MGD 119.3

    El agua a la cual se refiere Cristo es la revelación de su gracia en su Palabra... La presencia de Cristo, llena de gracia, en su Palabra, le habla constantemente al alma, presentándolo como una fuente de agua viva que refrigera al sediento. Es nuestro privilegio tener un Salvador viviente que siempre está con nosotros. Es la fuente de poder espiritual implantada dentro de nosotros, y su influencia se manifestará en palabras y en actos, refrigerando a todos los que están dentro del ámbito de nuestro influjo, generando en ellos el deseo y la aspiración de poseer fortaleza y pureza, santidad y paz, y ese gozo que no produce pesar. Este será el resultado si el Salvador mora en nosotros.—The S.D.A. Bible Commentary 5:1134.MGD 119.4

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