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La Única Esperanza

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    “¡Levántate y anda!”

    En Jerusalén había una gran fuente de agua llamada Betesda. En ciertas ocasiones este estanque era removido; la gente pensaba que un ángel del Señor descendía a él y agitaba las aguas, y que el primero que se arrojara en ellas después de ser agitadas sería curado de cualquier enfermedad.UE 65.7

    Muchas personas venían a la fuente con la esperanza de ser curadas; lamentablemente, la mayor parte resultaba defraudada. Cuando el agua se movía había una multitud tan grande, que muchos ni siquiera podían acercarse al borde del estanque.UE 66.1

    Un día Jesús vino a Betesda. Su corazón se llenó de piedad al ver allí a los pobres enfermos.UE 66.2

    Un hombre parecía más desgraciado que los demás. Durante treinta y ocho años había sido un inválido indefenso. Ningún médico podía curarlo. Lo habían llevado muchas veces a Betesda, pero cuando las aguas eran agitadas, otro entraba antes que él.UE 66.3

    Ese sábado había tratado nuevamente de llegar hasta el estanque, pero en vano. Jesús lo vio mientras se arrastraba de regreso hasta la estera que le servía de cama. Sus fuerzas estaban casi agotadas y sintió que, a menos que recibiera ayuda, pronto moriría.UE 66.4

    Mientras yacía en esta condición, de tanto en tanto volvía a mirar el estanque. De pronto un rostro amante se inclinó sobre él y escuchó una voz que decía: “¿Quieres ser sano?”UE 66.5

    El hombre respondió con dolor: “Señor, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; mientras yo voy, otro desciende antes que yo”.UE 66.6

    El no sabía que quien se hallaba a su lado podía sanar no solamente a una persona, sino a todos los que vinieran a él. Cristo le dijo al hombre: “Levántate, toma tu camilla y anda”.UE 66.7

    Inmediatamente trató de obedecer la orden y recibió fuerza. Saltó sobre sus pies, y comprobó que podía caminar. ¡Qué contento se sentía!UE 67.1

    Tomó su estera y se apresuró a salir, alabando a Dios a cada paso. Pronto se encontró con algunos de los fariseos, y les contó de su maravillosa curación. No parecían contentos, sino que le reprocharon por llevar su cama en día sábado. El hombre les dijo: “El que me sanó, él mismo me dijo: ‘Toma tu camilla y anda’”. Juan 5:1-11.UE 67.2

    Entonces los fariseos ya no estaban enojados con él, sino que acusaron a aquel que le había dicho que llevara su cama en el sábado.UE 67.3

    En Jerusalén, donde Jesús estaba ahora, vivían muchos de los sabios rabinos. Allí se enseñaban esas ideas falsas acerca del sábado. Muchedumbres venían a adorar al templo y así las enseñanzas de los rabinos eran difundidas ampliamente. Cristo deseaba corregir estos errores. Esta fue la razón por la cual sanó al hombre en día sábado y le pidió que llevara su cama. El sabía que este acto atraería la atención de los rabinos y le daría a él la oportunidad de instruirlos. Así sucedió. Los fariseos trajeron a Cristo ante el Sanedrín, el principal concilio de los judíos, para responder al cargo de profanar el sábado.UE 67.4

    El Salvador declaró que su acción estaba de acuerdo con la ley del sábado, y en armonía con la voluntad y la obra de Dios. “Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro”, dijo Jesús. Juan 5:17.UE 67.5

    Dios obra continuamente para sostener toda la creación y a los seres vivientes. ¿Había de cesar dicha obra en el sábado? ¿Debía Dios impedir que el sol cumpliese su función en el sábado? ¿Impediría que sus rayos calentaran la tierra y nutrieran la vegetación? ¿Debían los arroyos y las olas del mar detener su movimiento constante? ¿Debían el trigo y el maíz detener su continuo crecimiento, y las plantas dejar de florecer en sábado?UE 67.6

    Si así sucediera, el hombre perdería los frutos de la tierra, y sus correspondientes bendiciones que sostienen su vida. La naturaleza debía continuar su obra o el hombre moriría. También el hombre tiene una obra que hacer en este día. Las necesidades de la vida deben ser atendidas, los enfermos sanados y los menesterosos cuidados para suplir sus necesidades. Dios no desea que sus criaturas sufran una hora de dolor que pueda ser aliviado en sábado o en cualquier otro día.UE 68.1

    La obra del cielo nunca cesa, y nunca debemos descansar de hacer el bien. Lo que la ley nos prohíbe hacer en el día de descanso del Señor es nuestra propia obra. El trabajo para ganarnos la vida debe suspenderse.UE 68.2

    Ninguna labor que tenga como fin el provecho propio o el placer mundano es lícita en este día. Pero el sábado no ha de ser usado en una actividad inútil. Así como Dios cesó en su obra creadora, y descansó en el sábado, también nosotros hemos de descansar. Nos pide que pongamos a un lado nuestras ocupaciones cotidianas y dediquemos esas horas sagradas a un descanso saludable, al culto y a las acciones santas.UE 68.3

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