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La Única Esperanza

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    “¿Soy yo, señor?”

    Cuando se sentaron de nuevo a la mesa con Jesús, vieron que todavía estaba profundamente angustiado. Una nube de tristeza se posó sobre todos ellos y quedaron en silencio.UE 90.5

    Por fin Jesús habló y dijo: “De cierto os digo, que uno de vosotros me ha de entregar”.UE 90.6

    Los discípulos estaban afligidos y sorprendidos al oír estas palabras. Cada uno empezó a investigar su corazón para ver si había alguna sombra de pensamiento negativo contra su Maestro.UE 90.7

    Uno tras otro preguntó: “¿Soy yo, Señor?”UE 90.8

    Judas fue el único que permaneció silencioso. Esto atrajo las miradas de todos hacia él. Cuando vio que era observado, pregunto: “¿Soy yo, Maestro?”UE 90.9

    Jesús le respondió con voz solemne: “Tú lo has dicho”. Mateo 26:21, 22, 25.UE 91.1

    Jesús había lavado los pies de Judas, pero este acto no lo hizo amar al Salvador más que antes. Al contrario, se enojó porque Cristo realizó la obra de un sirviente. Comprendió entonces que Jesús no sería rey, y se sintió más decidido a traicionarlo.UE 91.2

    Ni siquiera sintió temor cuando descubrió que el Maestro conocía su propósito. Muy enojado salió rápidamente de la habitación a concretar su malvado plan. La salida de Judas fue un alivio para todos los presentes. El rostro del Salvador se iluminó, y las sombras de tristeza se disiparon de sus discípulos.UE 91.3

    Cristo habló por algunos momentos con ellos. Les dijo que iba a la casa de su Padre a preparar lugar y vendría luego para llevarlos consigo.UE 91.4

    Prometió enviar al Espíritu Santo para que fuera su Maestro y Consolador mientras él no estuviera. Les dijo que oraran en su nombre y que sus oraciones seguramente serían contestadas.UE 91.5

    Luego oró por ellos pidiendo que fueran guardados del mal, y que se amaran unos a otros como él los había amado.UE 91.6

    No sólo oró por ellos, sino que también se acordó de nosotros cuando dijo:UE 91.7

    “Pero no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste... y que los has amado a ellos como también a mí me has amado”. Juan 17:20-23.UE 91.8

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