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La Única Esperanza

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    Capítulo 20—Pilato defiende a Jesús

    Después que Cristo fuera condenado por los jueces del Sanedrín, lo llevaron de inmediato ante Pilato, el gobernador romano, para que la sentencia fuese confirmada y ejecutada.UE 112.1

    Los sacerdotes y gobernantes judíos no podían entrar personalmente en la sala de juicio de Pilato, porque según la ley ceremonial de su nación, se habrían contaminado dejándolos inhabilitados para tomar parte en la fiesta de la Pascua.UE 112.2

    En su ceguera no vieron que Cristo era el verdadero Cordero pascual, y que al rechazarlo, esta gran fiesta había perdido para ellos su significado.UE 113.1

    Cuando Pilato contempló a Jesús, vio a un hombre de noble aspecto y de rostro digno. Ningún rastro de crimen podía verse en su semblante. Pilato se volvió a los sacerdotes y les preguntó:UE 113.2

    “¿Qué acusación traéis contra este hombre?” Juan 18:29.UE 113.3

    Sus acusadores no querían hablar de cosas particulares, de manera que no estaban preparados para esta pregunta. Sabían que no tenían ninguna evidencia cierta por la cual el gobernador romano pudiera condenarlo. De manera que llamaron a los falsos testigos en su ayuda. “Y comenzaron a acusarlo, diciendo:UE 113.4

    “Hemos encontrado que este pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César diciendo que él mismo es el Cristo, un rey”. Lucas 23:2.UE 113.5

    Esto era falso, pues Cristo mismo había aprobado el pago del tributo a César. Cuando los escribas habían tratado de entramparlo con respecto a este tema, él había dicho:UE 113.6

    “Dad, pues, a César lo que es de César”. Mateo 22:21.UE 113.7

    Pilato no fue engañado por el testimonio de los falsos testigos. Se volvió al Salvador y le preguntó:UE 113.8

    “¿Eres tú el Rey de los judíos?”UE 113.9

    Jesús contestó: “Tú lo dices”. Mateo 27:11.UE 113.10

    Cuando oyeron esta respuesta, Caifás y los que estaban con él pidieron a Pilato que fuera testigo de que Jesús había admitido el crimen del cual ellos lo acusaban. Con gritos ruidosos demandaron que fuera sentenciado a muerte.UE 113.11

    Como Cristo se abstuvo de contestar a sus acusadores, Pilato le preguntó: “¿Nada respondes? Mira de cuántas cosas te acusan.UE 114.1

    “Pero Jesús ni aun con eso respondió”. Marcos 15:4, 5.UE 114.2

    Pilato estaba perplejo. No veía ninguna evidencia de crimen en Jesús, y no tenía ninguna confianza en los que lo acusaban. La noble apariencia y la serenidad del Salvador se hallaban en directo contraste con la agitación y la furia de sus acusadores. Esto produjo tal impresión en Pilato, que quedó plenamente convencido de su inocencia.UE 114.3

    Con la esperanza de obtener de él la verdad, llevó a Jesús a un lado y le preguntó: “¿Eres tú el Rey de los judíos?” Juan 18:33.UE 114.4

    Cristo en vez de darle una respuesta directa, le preguntó: “¿Dices tú esto por ti mismo o te lo han dicho otros de mí?” Juan 18:34.UE 114.5

    El Espíritu Santo estaba luchando con Pilato. La pregunta de Jesús tenía el propósito de inducirlo a examinar atentamente lo más íntimo de su ser. Al entender el significado de la pregunta, Pilato abrió su corazón a tal punto que fue conmovido por la convicción. Pero su orgullo se interpuso y respondió:UE 114.6

    “¿Soy yo acaso judío? Tu nación y los principales sacerdotes te han entregado a mí: ¿Qué has hecho?” Juan 18:35.UE 114.7

    Pilato desaprovechó su preciosa oportunidad. Jesús quería que el gobernante entendiera que no había venido para ser un rey terrenal, y por lo tanto le confirmó:UE 114.8

    “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí”. Juan 18:36.UE 115.1

    Pilato entonces preguntó: “Luego, ¿eres tú rey?” Juan 18:37.UE 115.2

    Jesús contestó: “Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz”. Juan 18:37.UE 115.3

    Pilato deseaba conocer la verdad. Su mente estaba confundida. Ávidamente escuchó las palabras del Salvador, y su corazón fue conmovido por un gran anhelo de saber qué era realmente la verdad, y cómo podía obtenerla. Así que le preguntó a Jesús:UE 115.4

    “¿Qué es la verdad?” Juan 18:38.UE 115.5

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