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Mente, Carácter y Personalidad 2

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    No disciplinemos cuando estemos enojados

    Dios considera con ternura a los niños. Quiere que ganen victorias cada día. Procuremos que los niños sean vencedores. No permitamos que las ofensas dirigidas hacia ellos provengan de los miembros de su propia familia. No permitamos que nuestras acciones y palabras sean de tal naturaleza que provoquen a ira a nuestros hijos. Deben ser fielmente disciplinados y corregidos cuando hacen algo malo, pero no lo hagamos nunca cuando estemos enojados.—Manuscrito 47, 1908.2MCP 163.5

    Un padre cede a la ira delante de su hijo, y después se pregunta por qué es tan difícil controlarlo. Pero, ¿qué podría esperar? Los niños están ahí para imitar, y no hacen sino poner en práctica las lecciones que les enseñaron sus padres mediante sus explosiones de ira [...].2MCP 163.6

    Usted puede haberse visto obligado a castigar físicamente a su hijo. Esto a veces es esencial. Pero nunca lo castigue cuando está enojado. Corregirlo de esa manera equivale a cometer dos errores al tratar de reparar uno. Postergue el castigo hasta que haya hablado con usted mismo y con Dios. Pregúntese: ¿He sometido mi voluntad a la de Dios? ¿Estoy dispuesto a que él me controle? Pídale perdón a Dios por transmitirle a su hijo una actitud tan difícil de manejar. Pídale que le dé sabiduría para tratar con su hijo descarriado de manera que pueda acercarlo a usted y a su Padre celestial.—The Review and Herald, 8 de julio de 1902.2MCP 164.1

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