Los años silenciosos
Desde sus más tiernos años [Cristo] vivió una vida de trabajo. La mayor parte de su vida terrenal la dedicó al trabajo paciente en la carpintería de Nazaret. Bajo la apariencia de un obrero común, el Señor de la vida recorrió las calles de la pequeña aldea en la que vivía, yendo y viniendo de su humilde trabajo. Los ángeles le acompañaban mientras caminaba lado a lado con agricultores y obreros, sin ser reconocido ni honrado.—The Review and Herald, 3 de octubre de 1912.VAAn 171.1
A través de su niñez y juventud, [Cristo] manifestó la perfección de carácter que se destacó en sus años posteriores. Crecía en sabiduría y conocimiento; y mientras presenciaba los sacrificios, el Espíritu Santo le mostró que su vida habría de ser sacrificada por la vida del mundo. Creció como una tierna planta, lejos de la confusión, el ruido y los problemas de una gran ciudad, en medio de los distantes valles entre las colinas. Fue guardado por los ángeles desde sus más tiernos años; no obstante su vida fue una larga lucha contra los poderes de las tinieblas. Las agencias satánicas se combinaron con instrumentos humanos para llenar su vida de tentación y pruebas. Aun sus palabras, que traían vida y salvación a todos los que las recibían y practicaban, fueron malinterpretadas y pervertidas por la influencia de agencias sobrenaturales.—The Signs of the Times, 6 de agosto de 1896.VAAn 171.2
Por su ejemplo, Cristo santificó la humilde senda de la vida humana. Por treinta años fue un habitante de Nazaret. Su vida fue marcada por el trabajo diligente e industrioso. El, la Majestad del cielo, caminó por las calles revestido con la apariencia de un humilde trabajador, bajando y subiendo las colinas para llegar a su humilde tarea. Los ángeles no fueron enviados para darle una fuerza sobrenatural que evitara el cansancio o facilitara su trabajo. Y sin embargo, al contribuir con su trabajo diario a los gastos de la familia, poseía el mismo poder que produjo el milagro de la alimentación de las cinco mil almas hambrientas en las costas de Galilea.—La Historia de la Redención, Octubre 1, 1876.VAAn 172.1