Capítulo 12—La efectividad de su presentación
Sus palabras tenían un sabor de vida para vida—Doquiera él estuviera: en la sinagoga, junto al camino, en un bote algo alejado de tierra, en el banquete del fariseo, o en la mesa del publicano, hablaba a las gentes de las cosas concernientes a la vida superior. Relacionaba la naturaleza y los acontecimientos de la vida diaria, con las palabras de verdad. Los corazones de sus oyentes eran atraídos hacia él; porque él había sanado a sus enfermos, había consolado a los afligidos, y tomando a sus niños en sus brazos, los había bendecido. Cuando él abría los labios para hablar, la atención se concentraba en él, y cada palabra era para algún alma, sabor de vida para vida.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 273 (PP), 237 (ACES).VEUC 85.1
Su manera de hablar cuando era niño—Tan pronto como pudo hablar, Cristo usó el talento de la palabra en el círculo familiar y entre amigos y conocidos, en una forma que no tuvo ningún error. Ni una palabra impura se escapó de sus labios.—El Ministerio de la Bondad, 300.VEUC 86.1
Era una atracción para los eruditos—Después que José y María lo hubieron buscado a Jesús por tres días, lo encontraron en el atrio del templo, sentado en medio de los doctores, que lo escuchaban, y a quienes él dirigía preguntas. Y todos los que oían se maravillaban de su gran inteligencia, y de sus respuestas. Formulaba sus preguntas con una gracia que encantaba a esos eruditos... Su madre no podía menos que notar sus palabras, su espíritu, su obediencia voluntaria a sus requerimientos.—Hijos e Hijas de Dios, 136.VEUC 86.2
Su auditorio quedaba hechizado—Ignorantes campesinos y pescadores de la comarca circundante; soldados romanos de los cuarteles de Herodes; capitanes con la espada al costado, listos para apagar cuanto supiese a rebelión; avarientos cobradores de impuestos venidos desde sus casillas de peaje; y sacerdotes del Sanedrín adornados con filacterias, todos escuchaban como hechizados; y todos, aun el fariseo y el saduceo, el frío y empedernido burlador, se iban, acallado el escarnio, y el corazón compenetrado del sentimiento de sus pecados. Herodes en su palacio oyó el mensaje, y el orgulloso y empedernido gobernador tembló ante el llamado al arrepentimiento.—Obreros Evangélicos, 56.VEUC 86.3
Su voz tenía autoridad—[Jesús] decía a quien quería: “Sígueme” y el que oía la invitación, se levantaba y le seguía. Roto quedaba el hechizo del mundo. A su voz, el espíritu de avaricia y ambición huía del corazón, y los hombres se levantaban, libertados, para seguir al Salvador.—El Ministerio de Curación, 15.VEUC 87.1
Ejemplificaba en su vida lo que decía—Practicaba lo que enseñaba. “Os he dado ejemplo—dijo a sus discípulos—, para que vosotros también hagáis como yo he hecho”. “He guardado los mandamientos de mi Padre”. Así, las palabras de Cristo tuvieron en su vida una ilustración y un apoyo perfectos. Y más aún, él era lo que enseñaba. Sus palabras no sólo eran la expresión de la experiencia de su propia vida, sino de su propio carácter.—La Educación, 78, 79.VEUC 87.2
Su espíritu era una revelación de sus enseñanzas—Las enseñanzas de Cristo, no fueron grabadas en sus oyentes por ademanes exteriores, sino por las palabras y los actos de su vida diaria, por el espíritu que revelaba.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 385.VEUC 87.3
Su enseñanza era poderosa y atractiva—Hay en la vida tranquila y consecuente de un cristiano puro y verdadero, una elocuencia mucho más poderosa que la de las palabras. Lo que un hombre es, tiene más influencia que lo que dice.VEUC 87.4
Los emisarios enviados a Jesús volvieron diciendo, que nadie había hablado antes como él. Pero esto se debía, a que jamás hombre alguno había vivido como él. De haber sido su vida diferente de lo que fue, no hubiera hablado como habló. Sus palabras llevaban consigo un poder que convencía, porque procedían de un corazón puro y santo, lleno de amor y simpatía, de benevolencia y de verdad.—El Ministerio de Curación, 372.VEUC 87.5
Sus palabras eran llenas de gracia—Los fariseos estaban llenos de un odio frenético contra Cristo, porque se daban cuenta de que sus enseñanzas tenían un poder y un atractivo, que sus palabras no contenían. Ellos decidieron, que la única manera de acabar con su influencia era sentenciarlo a muerte, y, por lo tanto, enviaron oficiales a prenderlo. Pero cuando los oficiales escucharon su voz y sus palabras llenas de gracia, quedaron arrobados, y se olvidaron de su misión.—Manuscrito 33, 1911.VEUC 88.1
Su aspecto y sus palabras hacían impresión—El aspecto y las palabras de Jesús durante su proceso, impresionaron el ánimo de muchos de los que estaban presentes, en aquella ocasión.—Primeros Escritos, 174.VEUC 88.2
Había un poder viviente en sus palabras—Su rostro [el de Cristo], irradiaba un resplandor celestial. Parecía estar en la misma presencia del Invisible; había un poder viviente en sus palabras, como si hablara con Dios.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 87.VEUC 88.3