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Mensajes Selectos Tomo 1

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    El tiempo no ha sido revelado

    Dios no nos ha revelado el tiempo cuando terminará este mensaje o cuando el tiempo de gracia llegará a su fin. Aceptemos las cosas reveladas para nosotros y para nuestros hijos, pero no procuremos saber lo que ha sido mantenido secreto en los concilios del Todopoderoso. Nuestro deber es velar, trabajar y esperar, trabajar cada momento por las almas que están prontas para perecer. Hemos de mantenernos caminando continuamente en las pisadas de Jesús, trabajando de acuerdo con sus planes, dispensando sus dones como buenos mayordomos de la múltiple gracia de Dios. Satanás estará listo para dar a cualquiera que no aprende diariamente de Jesús, un mensaje especial de su propia creación a fin de anular la maravillosa verdad para este tiempo.1MS 224.1

    Me han llegado cartas preguntándome si tengo alguna luz especial en cuanto a la fecha de la terminación del tiempo de gracia, y contesto que sólo tengo este mensaje que dar: que ahora es el tiempo de trabajar mientras dure el día, pues viene la noche cuando nadie puede obrar. Ahora, precisamente ahora, es el tiempo cuando debemos estar velando, trabajando y esperando. La Palabra del Señor revela que el fin de todas las cosas está cerca y su testimonio es clarísimo en esto: es necesario que cada persona tenga la verdad arraigada en el corazón, de modo que controle la vida y santifique el carácter. El Espíritu del Señor está obrando para llevar la verdad de la Palabra inspirada y grabarla en el alma de modo que los profesos seguidores de Cristo tengan un gozo santo y sagrado que puedan impartir a otros. Ahora es el tiempo oportuno para que trabajemos nosotros, precisamente ahora, mientras dura el día. Pero nadie ha recibido la orden de escudriñar las Escrituras a fin de asegurar, si es posible, cuándo terminará el tiempo de gracia. Dios no ha concedido tal mensaje a ningún labio mortal. El no quiere que ninguna lengua mortal declare aquello que ha ocultado en sus concilios secretos.—The Review and Herald, 9 de octubre de 1894.1MS 224.2

    Velad y orad

    No tengo ningún tiempo específico del cual hablar, cuando se efectuará la efusión del Espíritu Santo, cuando descenderá del cielo el ángel poderoso y se unirá con el tercer ángel en la terminación de la obra en este mundo. Mi mensaje es que nuestra única seguridad radica en estar listos para el refrigerio celestial, con nuestras lámparas despabiladas y encendidas. Cristo nos ha dicho que velemos “porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis”. “Velad y orad” es la consigna que nos es dada por nuestro Redentor. Día tras día hemos de buscar la inspiración del Espíritu de Dios para que él pueda efectuar la obra que le incumbe en el alma y el carácter. ¡Oh, cuánto tiempo ha sido malgastado prestando atención a cosas baladíes! Arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados, cuando vengan los tiempos del refrigerio de la presencia del Señor. The Review and Herald, 29 de marzo de 1892.1MS 225.1

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