Especialmente la ley moral
“La ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe”. Gálatas 3:24. El Espíritu Santo está hablando especialmente de la ley moral en este texto, mediante el apóstol. La ley nos revela el pecado y nos hace sentir nuestra necesidad de Cristo y de acudir a él en procura de perdón y paz mediante el arrepentimiento ante Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo.1MS 275.5
La falta de voluntad para renunciar a opiniones preconcebidas y aceptar esta verdad fue la principal base de la oposición manifestada en Minneápolis contra el mensaje del Señor expuesto por los hermanos [E. J.] Waggoner y [A. T.] Jones. Suscitando esa oposición, Satanás tuvo éxito en impedir que fluyera hacia nuestros hermanos, en gran medida, el poder especial del Espíritu Santo que Dios anhelaba impartirles. El enemigo les impidió que obtuvieran esa eficiencia que pudiera haber sido suya para llevar la verdad al mundo, tal como los apóstoles la proclamaron después del día de Pentecostés. Fue resistida la luz que ha de alumbrar a toda la tierra con su gloria, y en gran medida ha sido mantenida lejos del mundo por el proceder de nuestros propios hermanos.
* * * * *1MS 276.1
La ley de los Diez Mandamientos no ha de ser considerada tanto desde el aspecto de la prohibición, como desde el de la misericordia. Sus prohibiciones son la segura garantía de felicidad en la obediencia. Al ser recibida en Cristo, ella obra en nosotros la pureza de carácter que nos traerá gozo a través de los siglos eternos. Es una muralla de protección para el obediente. Contemplamos en ella la bondad de Dios, quien al revelar a los hombres los principios inmutables de justicia, procura escudarlos de los males que provienen de la transgresión.1MS 276.2
No hemos de considerar a Dios como a alguien dispuesto a castigar al pecador por su transgresión. El pecador acarrea el castigo sobre sí mismo. Sus propias acciones ponen en marcha una serie de circunstancias que provocan un seguro resultado. Cada acto de transgresión repercute sobre el pecador, obra en él un cambio de carácter y le hace más fácil transgredir otra vez. Eligiendo pecar, los hombres se separan de Dios, se apartan del canal de bendiciones, y el seguro resultado son la ruina y la muerte.1MS 276.3
La ley es una expresión del pensamiento de Dios. Cuando la recibimos en Cristo, llega a ser nuestro pensamiento. Nos eleva por encima del poder de los deseos y tendencias naturales, por encima de las tentaciones que llevan al pecado. “Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo”. Salmos 119:165.1MS 277.1
No hay paz para los impíos. Están en guerra contra Dios. Pero el que recibe la justicia de la ley en Cristo está en armonía con el cielo. “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron”. Salmos 85:10.—Carta 96, 1896.1MS 277.2