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Mensajes Selectos Tomo 1

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    Capítulo 64—“Las tinieblas no la comprendieron”*Versión Valera Antigua. Este Artículo Apareció en The Review And Herald, 3 de junio de 1890.

    Luz Adicional

    “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron. Fue un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, para que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquel era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo”. Juan 1:1-9. *Versión Valera antigua. Este artículo apareció en The Review and Herald, 3 de junio de 1890.1MS 469.1

    Se me ha hecho la pregunta: “¿Cree Ud. que el Señor tiene más luz para nosotros como pueblo?” Contesto que él tiene luz que es nueva para nosotros y, sin embargo, es le preciosa luz antigua que ha de brillar de la Palabra de verdad. Tenemos tan sólo las vislumbres de los rayos de la luz que todavía ha de venir a nosotros. No estamos aprovechando al máximo la luz que el Señor ya nos ha dado, y así dejamos de recibir la luz aumentada. No caminamos en la luz que ya brilla sobre nosotros.1MS 469.2

    Nos llamamos a nosotros mismos el pueblo que guarda los mandamientos, pero no comprendemos la gran amplitud de los muy abarcantes principios de la ley de Dios. No entendemos su carácter sagrado. Muchos que pretenden ser maestros de la verdad, no tienen un verdadero concepto de lo que están haciendo al enseñar la ley de Dios porque no tienen un conocimiento viviente del Señor Jesucristo.1MS 470.1

    Cuando leemos de Lutero, Knox y otros notables reformadores, admiramos el vigor, la fortaleza y el valor de esos fieles siervos de Dios y queremos captar el espíritu que los animaba. Deseamos saber de qué fuente fueron hechos fuertes a pesar de sus flaquezas. Aunque esos grandes hombres fueron usados como instrumentos por Dios, no eran intachables. Eran hombres falibles y cometieron grandes errores. Debiéramos procurar imitar sus virtudes, pero no debiéramos hacerlos nuestro dechado. Esos hombres poseían raros talentos para llevar adelante la obra de la Reforma. Eran impulsados por un poder superior a ellos, pero no eran los hombres, o sea los instrumentos que Dios usaba, los que debieran ser exaltados y honrados, sino el Señor Jesús, que hizo descender sobre ellos su luz y poder. Alaben a Dios, la Fuente de toda luz, los que aman la verdad y la justicia, que mantienen los depósitos hereditarios dados a esos portaestandartes.1MS 470.2

    Si se anunciara que mensajeros angelicales fueran a desplegar ante los hombres los tesoros de conocimiento relacionados con las cosas celestiales, ¡qué conmoción crearía esto en el mundo cristiano! La atmósfera del cielo estaría en torno de los mensajeros, y cuán ávidamente muchos escucharían las palabras que salieran de sus labios. Los hombres escribirían libros para llamar la atención a las palabras de los ángeles, pero un Ser mayor que los ángeles ha estado en nuestro mundo: el Señor mismo ha venido a reflejar sobre los hombres la luz del cielo. Se ha anunciado como uno con el Padre, lleno de gracia y de verdad, Dios manifestado en la carne.1MS 470.3

    El Señor Jesús, que es la imagen del Dios invisible, dio su propia vida para salvar al hombre que perece, y ¡qué luz, qué poder trae consigo! En él mora toda la plenitud de la Deidad corporalmente. ¡Qué misterio de los misterios! Es difícil que la razón capte la majestad de Cristo, el misterio de la redención. Se ha erigido la vergonzosa cruz, los clavos han perforado sus manos y pies, la cruel lanza ha perforado su corazón y el precio de la redención ha sido pagado para la raza humana. El inmaculado Cordero de Dios llevó nuestros pecados en su propio cuerpo sobre el madero; él llevó nuestros dolores.1MS 471.1

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