Un tema inagotable
La redención es un tema inagotable digno de nuestra más íntima contemplación. Va más allá de la comprensión del más profundo pensamiento, del alcance de la imaginación más vívida. ¿Quién puede hallar a Dios mediante el escudriñamiento? Ante todos los hombres se abren los tesoros de sabiduría y conocimiento, y si millares de los hombres mejor dotados dedicaran todo su tiempo a presentar siempre a Jesús delante de nosotros, estudiando cómo pudieran describir sus encantos incomparables, nunca agotarían el tema.1MS 471.2
Aunque grandes y talentosos autores han hecho conocer verdades admirables y han presentado una luz magnificada a la gente, sin embargo en nuestro día encontraremos nuevas ideas y amplios campos en los cuales trabajar, pues el tema de la salvación es inagotable. La obra ha avanzado de un siglo a otro, presentando la vida y el carácter de Cristo y el amor de Dios tal como se manifiesta en el sacrificio expiatorio. El tema de la redención ocupará las mentes de los redimidos por toda la eternidad. Habrá nuevas y ricas revelaciones que se manifestarán en el plan de salvación por los siglos sin fin.1MS 471.3
Si estuviera Jesús con nosotros hoy, nos diría como dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar”. Juan 16:12. Jesús anhelaba desplegar ante la mente de sus discípulos profundas y vivientes verdades, pero fue imposible por la mundanalidad de ellos y su comprensión nublada y deficiente. No pudieron ser beneficiados con grandes, gloriosas y solemnes verdades. La falta de crecimiento espiritual cierra la puerta a los ricos rayos de luz que brillan de Cristo. Nunca llegaremos a un período cuando no haya mayor luz para nosotros. Los dichos de Cristo fueron siempre muy abarcantes en su importancia. Los que oyeron sus enseñanzas con opiniones preconcebidas, no pudieron captar el significado que había en sus declaraciones. Jesús era la fuente, el originador de la verdad.1MS 471.4
Los grandes temas del Antiguo Testamento fueron mal captados y mal interpretados, y la obra de Cristo fue la de exponer la verdad que no había sido entendida por aquellos a quienes había sido dada. Los profetas habían presentado las declaraciones, pero la importancia espiritual de lo que habían escrito no fue descubierta por ellos. No vieron el significado de la verdad. Jesús reprochó a sus discípulos por su lentitud de comprensión. Ellos perdieron muchas de sus preciosas lecciones porque no comprendieron la grandeza espiritual de las palabras de Cristo. Pero él prometió que vendría el Consolador, que el Espíritu de verdad traería de nuevo a la mente de ellos esas declaraciones perdidas. Les dio a entender que él había dejado con ellos preciosas joyas de verdad cuyo valor no conocían.1MS 472.1