Id bajo la higuera
Natanael oyó a Juan cuando señaló al Salvador y dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29. Natanael miró a Jesús, pero quedó chasqueado con la apariencia del Redentor del mundo. Aquel que llevaba las marcas del trabajo arduo y de la pobreza, ¿podría ser el Mesías? Jesús era obrero. Había trabajado con humildes operarios. Y Natanael se fue. Pero no se formó decididamente su opinión en cuanto a lo que era el carácter de Jesús. Se arrodilló debajo de una higuera para preguntar a Dios si ciertamente ese hombre era el Mesías. Mientras estaba allí, vino Felipe y dijo: “Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret”. Pero la palabra “Nazaret” otra vez despertó su incredulidad y dijo: “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” Estaba lleno de prejuicios, pero Felipe no procuró combatir sus prejuicios. Dijo sencillamente: “Ven y ve”. Cuando Natanael llegó a la presencia de Jesús, Jesús dijo: “He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño”. Natanael quedó asombrado y dijo: “¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. Juan 1:45, 46, 47, 48.1MS 484.2
¿No sería bueno que nosotros fuéramos debajo de la higuera para suplicarle a Dios en cuanto a lo que es la verdad? ¿No estaría sobre nosotros el ojo de Dios como estuvo sobre Natanael? Natanael creyó en el Señor y exclamó: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que éstas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del hombre”. Juan 1:49-51.1MS 485.1
Esto es lo que veremos si nos relacionamos con Dios. Dios quiere que nosotros dependamos de él y no del hombre. Desea que tengamos un corazón nuevo. Quiere darnos revelaciones de luz del trono de Dios. Debiéramos luchar con cada dificultad. Pero cuando se presenta algún punto controvertido, ¿habéis de ir al hombre para recoger su opinión y luego amoldar vuestras conclusiones con ella? No, id a Dios. Decidle lo que queréis. Tomad vuestra Biblia y escudriñadla como si se tratara de tesoros ocultos.1MS 485.2