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Mensajes Selectos Tomo 1

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    Capítulo 12—Los ángeles están admirados*Apareció en Notebook Leaflets, Métodos. No. 11.

    Los ángeles están admirados de que los hombres consideren tan liviana e indiferentemente las verdades vitales que tanto significan para el pecador y que continúen sometidos voluntariamente al cautiverio de Satanás y del pecado, cuando tanto ha sufrido la divina persona del Hijo de Dios. Ojalá cultivemos los hábitos de meditación, de abnegación y de autosacrificio de la vida de Cristo hasta que comprendamos profundamente el maligno carácter del pecado y lo aborrezcamos en toda su vileza.1MS 124.1

    Muévase la mente a gratitud porque mediante Cristo Jesús, el Padre es fiel para cumplir la promesa de perdonar todos los pecados. Su misericordia y su amor son para siempre una seguridad cuando contemplamos a Cristo levantado en la cruz del Calvario. ¿No despertaremos individualmente a la comprensión de que, hasta donde tengamos capacidad para entender la verdad, Jehová Dios nos ama y perdona si creemos en Jesús y lo amamos?1MS 124.2

    ¡Oh qué verdad gloriosa! Dios está esperando para perdonar a todos los que se le acercan arrepentidos. Predicad esto. Exaltad a Cristo en lo alto para que la gente pueda contemplarlo...1MS 124.3

    Los judíos veían en las ofrendas de sacrificios el símbolo de Cristo, cuya sangre fue derramada por la salvación del mundo. Todas esas ofrendas eran para simbolizar a Cristo y para remachar la gran verdad en su corazón de que únicamente la sangre de Jesucristo limpia de todo pecado, y sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados. Algunos se preguntan por qué Dios deseaba tantos sacrificios y estableció la ofrenda de tantas víctimas sangrantes en el sistema judío.1MS 124.4

    Cada víctima que moría era un símbolo de Cristo, cuya lección era impresa en la mente y el corazón de la solemnísima y sacratísima ceremonia, y era explicada claramente por los sacerdotes. Los sacrificios fueron explícitamente diseñados por Dios mismo para enseñar esta grande e importante verdad, que sólo mediante la sangre de Cristo hay perdón de los pecados.1MS 125.1

    Con frecuencia se repite esta grande verdad salvadora a oídos de los creyentes e incrédulos y, sin embargo, los ángeles contemplan con admiración la indiferencia de los hombres para quienes tanto significan estas verdades. Cuán poco se pone en evidencia que la iglesia siente la fuerza del admirable plan de redención. Cuán pocos convierten en una viviente realidad esta verdad: que sólo por medio de la fe en la purificadora sangre de Jesucristo hay perdón de los pecados que se adhieren a los seres humanos como la inmunda lepra.1MS 125.2

    ¡Qué profundidades de pensamiento debieran despertarse en cada mente! Cristo no necesitó sufrir para hacer expiación por sí mismo. El suyo fue un sufrimiento cuya profundidad estuvo en proporción con la dignidad de su persona y su intachable y excelso carácter.—Carta 43, 1892.1MS 125.3

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