El hogar como centro de educación misionera
De primera importancia
El hogar es la primera escuela del niño y allí es donde deben echarse los cimientos de una vida de servicio.—El Ministerio de Curación, 382.SC 255.1
La ocupación principal de vuestras vidas es la de ser misioneros en vuestro propio hogar.—Testimonies for the Church 4:138.SC 255.2
La restauración y el levantamiento de la humanidad empiezan en el hogar. La obra de los padres es cimiento de toda otra obra. ... El bienestar de la sociedad, el buen éxito de la iglesia, la prosperidad de la nación, dependen de las influencias del hogar.—El Ministerio de Curación, 327.SC 255.3
Cuanto más penetre el espíritu servicial en el hogar, tanto más ha de desarrollarse en la vida de los niños. Así aprenderán a encontrar gozo en el servicio y en el sacrificio por el bien de los demás.—El Ministerio de Curación, 382.SC 255.4
No olviden los padres el importante campo misionero que tienen en su hogar. Los niños que Dios confió a una madre son para ella un cometido sagrado. “Toma este hijo o hija—dice el Señor—y edúcalo para mí. Dale un carácter pulido a manera de las esquinas de un palacio, para que pueda brillar siempre en los atrios del Señor.” La luz y la gloria que irradian del trono de Dios rodean a la madre fiel que se esfuerza en enseñar a sus hijos a resistir la influencia del mal.—Joyas de los Testimonios 3:303.SC 255.5
Nuestra obra por Cristo ha de empezar con la familia, en el hogar. ... No hay campo misionero más importante que éste. Por precepto y por ejemplo, los padres, han de enseñar a sus hijos a trabajar por los inconversos. Los niños han de ser educados de tal manera que simpaticen con los ancianos y los afligidos, y traten de aliviar los sufrimientos de los pobres y los desgraciados. Ha de enseñárseles a ser diligentes en la obra misionera; y desde sus primeros años, ha de inculcárseles la abnegación y el sacrificio por el bien de otros y para el adelanto de la causa de Cristo, a fin de que puedan ser colaboradores juntamente con Dios. Pero si alguna vez han de saber hacer obra misionera en favor de otros, han de aprender primero a trabajar por los miembros del hogar, quienes tienen un derecho natural a sus servicios de amor.—Testimonies for the Church 6:429.SC 255.6
Nuestras familias han de ser ordenadas, y deben hacerse fervorosos esfuerzos porque todo miembro de ellas se interese en empresas misioneras. Hemos de tratar de encauzar las simpatías de nuestros hijos en una obra ferviente a favor de los que no están salvos, a fin de que hagan siempre lo mejor que puedan en todas partes para representar a Cristo.—The Review and Herald, 4 de julio de 1893.SC 256.1