La raza de color
Existe en este país [Estados Unidos] un vasto campo que no se ha trabajado. La raza de color, compuesta por miles y miles de personas, exige la consideración y simpatía de todo verdadero y práctico creyente en Cristo. Estas personas no viven en un país extranjero ni se inclinan ante ídolos de madera y piedra. Viven entre nosotros, y una y otra vez, por los testimonios de su Espíritu, Dios nos ha llamado la atención a ellos diciéndonos que son seres humanos descuidados. Este amplio campo se halla ante nosotros sin trabajar, y demanda la luz que Dios nos ha dado en custodia.—Testimonies for the Church 8:205.SC 269.1
Se han erigido muros de separación entre los blancos y los negros. Estos muros de prejuicio se derribarán por sí mismos, como ocurrió con los muros de Jericó, cuando los cristianos obedezcan la Palabra de Dios, que exige de su parte supremo amor por su Maestro y un amor imparcial por sus semejantes. ... Que toda iglesia cuyos miembros pretenden creer la verdad para este tiempo, manifieste consideración hacia esta raza descuidada y pisoteada, que como resultado de la esclavitud ha sido privada del privilegio de pensar y actuar por sí misma.—The Review and Herald, 17 de diciembre de 1895.SC 269.2
Pongámonos a trabajar por el pueblo del sur. No nos contentemos simplemente con mirar, con tomar resoluciones que nunca se pongan en práctica; sino que hagamos algo de todo corazón para el Señor, a fin de aliviar la aflicción de nuestros hermanos de color.—The Review and Herald, 4 de febrero de 1896.SC 269.3
El nombre del hombre negro está escrito en el libro de la vida al lado del del hombre blanco. Todos son uno en Cristo. El nacimiento, la posición social, la nacionalidad o el color no pueden elevar o degradar a los hombres. El carácter hace al hombre. Si un hombre cobrizo, un chino o un africano da su corazón a Dios en obediencia y fe, Jesús no lo ama menos a causa de su color. Lo llama su bien amado hermano. The Southern Work, 8, escrito el 20 de marzo de 1891.SC 269.4
Viene el día cuando los reyes y los grandes señores de la tierra estarán contentos con cambiar su suerte por la del más humilde africano que se ha trabado a la esperanza del Evangelio. (The Southern Work, 8), escrito el 20 de marzo de 1891.SC 270.1
Dios no manifiesta menos cuidado por las almas de la raza africana que pueden ser ganadas para servirlo, del que manifestó por Israel. El exige de sus hijos mucho más de lo que le han dado en materia de actividad misionera entre el pueblo del sur [de los Estados Unidos] perteneciente a todas las clases, y especialmente la raza de color. ¿No estamos bajo obligación aún mayor de trabajar por la gente de color que por aquellos que han sido altamente favorecidos? ¿Quiénes son los que mantuvieron a este pueblo en la servidumbre? ¿Quiénes los conservaron en la ignorancia? ... Si la raza está degradada, si es repulsiva en sus hábitos y maneras. ¿quién la hizo así? ¿No le debe mucho a ellos la gente blanca? Después que se les ha hecho un mal tan grande, ¿no debe realizarse un ferviente esfuerzo para elevarlos? La verdad debe serles llevada. Tienen almas que salvar igual que nosotros. (The Southern Work, 11, 12), escrito el 20 de marzo de 1891.SC 270.2