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El Ministerio Pastoral

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    Capítulo 34—El casamiento

    Angeles asistieron a la primera ceremonia matrimonial—A menudo he leído estas palabras: “El matrimonio es una lotería”. Algunos actúan como si creyeran esta declaración, y su vida matrimonial testifica que es una realidad para ellos. Pero el verdadero matrimonio no es una lotería. Fue instituido en el Edén. Después de la creación de Adán, el Señor dijo: “No es bueno que el hombre esté solo: le haré una ayuda idónea [adecuada] para él”. Cuando el Señor presentó a Eva ante Adán, los ángeles de Dios fueron testigos de la ceremonia. Pero hay pocas parejas que están completamente unidas cuando se realiza la ceremonia matrimonial. Las palabras formales habladas a los dos que toman el voto matrimonial, no los convierte en una unidad. En su vida futura se consumará la unión de los dos en el vínculo matrimonial. Podrá ser una unión feliz, si el uno le da al otro amor profundo y verdadero.—Manuscript Releases 10:184.MPa 231.1

    Jesús sentía plena simpatía hacia el gozo puro que reinaba en una ceremonia matrimonial—Con su presencia Cristo honró la ceremonia matrimonial. El interés activo que manifestó en esta ocasión demostró que él no vino para ensombrecer la felicidad de la familia y sus invitados. Jesús sentía plena simpatía hacia el gozo puro que reinaba en esta ocasión. Con su presencia demostró estar en armonía con la bendita institución del matrimonio. Y él sancionó toda reunión que es pura, y hermosa y de buena reputación.—Manuscript Releases 10:206.MPa 231.2

    Jesús empezó su ministerio en una boda para mostrar su deseo de contribuir a la felicidad humana—Jesús no empezó su ministerio haciendo alguna gran obra delante del Sanedrín de Jerusalén. Su poder se manifestó en una reunión familiar, celebrada en una pequeña aldea de Galilea, para aumentar el placer de una fiesta de bodas. Así demostró su simpatía por los hombres y su deseo de contribuir a su felicidad. En el desierto de la tentación, él mismo había bebido la copa de la desgracia; y de allí salió para dar a los hombres la copa de la bendición, de su bendición que había de santificar las relaciones de la vida humana.—El Deseado de Todas las Gentes, 118.MPa 231.3

    La Sra. White participó en una boda en su propia casa—Más o menos a las once de la mañana el martes, nuestro amplio comedor quedó preparado para la ceremonia de la boda. En ella ofició el Hno. P., y todo fue muy bien. Se solicitó ... que la Hna. White ofreciese la oración después de la ceremonia. El Señor me dio una libertad especial. Mi corazón fue enternecido y subyugado por el Espíritu de Dios. En esa ocasión no hubo bromas livianas ni dichos insensatos. Todo lo relacionado con este casamiento fue solemne y sagrado. Todo fue de carácter elevador e impresionó profundamente.—El Hogar Cristiano, 86.MPa 232.1

    En las observaciones hechas en una boda, Elena White destacó la importancia de unir sus personalidades—En esta ocasión puedo tomar de la mano a este hermano nuestro; ... y también la de su esposa, e instamos a ambos a que prosigan unidos en la obra de Dios. Quiero decirles: Haced de Dios vuestro consejero. Unid vuestras personalidades.—El Hogar Cristiano, 87.MPa 232.2

    La ceremonia matrimonial es un servicio sagrado, no una ocasión de hilaridad—Siempre me ha parecido impropio que la ceremonia del matrimonio vaya asociada con mucha hilaridad, algazara y simulación. No debe ser así. Es un rito ordenado por Dios, que debe considerarse con la mayor solemnidad. Cuando se establece una relación familiar aquí en la tierra, debe ser una demostración de lo que será la familia en el cielo. Se ha de dar siempre el primer lugar a la gloria de Dios.—El Hogar Cristiano, 86.MPa 232.3

    Las bodas deben ser efectuadas sin hacer un despliegue de extravagancia—Las ceremonias matrimoniales se truecan en ocasiones ostentosas, en las que hay prodigalidad y búsqueda de placeres. Pero si las partes contrayentes concuerdan en sus creencias y prácticas religiosas, si todo se hace en forma consecuente y la ceremonia se realiza sin ostentación ni despilfarro, la boda no desagradará a Dios.—El Hogar Cristiano, 85, 86.MPa 232.4

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