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El Ministerio Pastoral

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    La actitud en la disciplina

    Jesús demostró amor y ternura hacia los que yerran—Pienso en la búsqueda del pastor por la oveja perdida, y [la historia de] el hijo pródigo. Deseo que estas parábolas tengan influencia sobre mi corazón y mente. Pienso en Jesús—qué amor y ternura manifestó él por el hombre errado y caído; y luego pienso en el juicio severo que uno pronuncia sobre su hermano que ha caído en la tentación, y mi corazón se enferma. Veo los corazones de hierro, y pienso que debemos orar pidiendo corazones de carne. ¡Oh, cuánto anhelo que Cristo venga! ¡Cuánto anhelo que ponga las cosas en orden! Ven, Señor Jesús, y ven pronto, es mi oración.—Manuscript Releases 16:339.MPa 243.1

    No quite la estima propia del que yerra, sino véndelo y sánelo—Nosotros hemos de aprender una lección de bondad y misericordia de la vida de abnegación del Padre. Hemos de estudiar cómo mostrar nuestra simpatía y amor a otros. Así como hemos recibido este don inestimable, así lo hemos de impartir. Hemos de aprender cómo regir con amor y bondad, en vez de severidad y censura. Cuando una persona reconoce su error, no trate con él de una manera que le quite su estima propia. No busque hacer pedazos, sino vendar y sanar. Usted podrá ver los errores de su hermano. Sin embargo, puede que no sea capaz de discernir su mal; y le puede ser difícil saber cómo actuar. Pero nunca siga un camino que le dé la impresión que usted se considera superior. Usted puede pensar que sus sentimientos, sus ideales, su organización, son superiores a las de él, mas no busque hacer esto obvio; pues tal camino está completamente en desacuerdo con el verdadero refinamiento y la verdadera nobleza de carácter. No hemos de buscar lastimar el alma de los que yerran, sino ir a ellos armados con humildad y oración. Cuando el ministro del Evangelio, con un corazón subyugado por el amor y la gracia de Cristo, entra en contacto con las mentes humanas, puede revelar sus cualidades superiores, no destruyendo la esperanza y el valor, sino inspirando fe en el que no tiene, alzando las manos cansadas, y afirmando las rodillas débiles.—The Review and Herald, 21 de noviembre de 1899.MPa 243.2

    El buen pastor se acerca a la oveja extraviada, no con voz áspera, sino con un tono suave y persuasivo—La vida del pastor está llena de peligros. Si es un pastor íntegro, no será descuidado y no buscará su propia comodidad, sino que buscará a la oveja extraviada en la tempestad y la tormenta. Quizá encuentre a la oveja extraviada entre la hendidura de alguna roca, sin poder salir. Acosada por temores a cada paso. El buen pastor no llega con una voz áspera, regañando a la pobre oveja amedrentada, sino que le habla con compasión en tono suave y persuasivo, para que cuando la oveja oiga su voz, lo siga, a menos que esté aprisionada entre las rocas o enredada entre la zarza. Entonces la única forma como el pastor encuentra a la oveja es siguiendo el gemido lastimero que la descarriada envía en respuesta a su llamado. Y cuando el buen pastor encuentra a la extraviada, la pone sobre su hombro, y la lleva de vuelta al redil, regocijándose a cada paso.—The Youth’s Instructor, 28 de abril de 1886.MPa 244.1

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