Las limitaciones
Los consejeros no han de erigirse en mente y juicio de otros—En lugar de actuar como sabio consejero, asume las prerrogativas de un gobernante exigente. Se deshonra a Dios cada vez que se exhibe semejante autoridad y exaltación propia. Nadie que confíe en su propia fuerza, ha de erigirse jamás en mente y juicio de alguien a quien Dios está usando en su obra.—Testimonios para los Ministros, 491, 492.MPa 248.1
Los ministros podrán aconsejar pero búquese la sabiduría de Dios—En lugar de llevar sus perplejidades a un hermano o un ministro, lléveselas al Señor en oración. No coloque al ministro en el lugar de Dios. El ministro de Cristo es como cualquier otro hombre. Cierto, él lleva sagradas responsabilidades, pero no es infalible. Está lleno de flaquezas, y necesita gracia e iluminación divina. Necesita la unción celestial, para poder realizar su trabajo con éxito. Aquellos que saben orar, que saben cuales son las invitaciones del evangelio de Cristo, deshonran a Dios cuando echan sus cargas sobre hombres finitos. Siempre es bueno buscar consejo juntos; es correcto conversar juntos; es bueno presentar claramente las dificultades que aparecen en cualquier empresa delante de sus hermanos y sus ministros. Pero no dependa del hombre por sabiduría. Busque a Dios por la sabiduría que viene de arriba. Pida a sus colegas de trabajo que oren con usted; y el Señor cumplirá su Palabra, “Porque donde están dos o tres congregados en mi Nombre, allí estoy en medio de ellos”.—The Youth’s Instructor, 15 de febrero de 1900.MPa 248.2
Los miembros no deben esperar que su ministro reemplace a Cristo como su guía y consejero—Muchos esperan que sus ministros les traigan la luz de Dios, y al parecer piensan que esto es más sencillo que tomarse el trabajo de ir ellos mismos a Dios por ella. Los tales pierden mucho. Si diariamente siguieran a Cristo y lo hicieran su guía y consejero, podrían obtener un claro conocimiento de su voluntad, y así lograr una experiencia valiosa. Por falta de esta experiencia, los hermanos que profesan la verdad andan a la luz de otros; no están familiarizados con el Espíritu de Dios, no conocen su voluntad, y por lo tanto se los puede apartar fácilmente de su fe. Son inestables, porque confiaron en otros para obtener una experiencia para sí. Se ha hecho amplia provisión para que cada hijo e hija de Adán obtenga un conocimiento individual de la voluntad divina, para que perfeccione el carácter cristiano, y se purifique por medio de la verdad. Los que profesan ser seguidores de Cristo deshonran a Dios si no tienen un conocimiento experimental de la voluntad divina ni del misterio de la piedad.—Testimonios para la Iglesia 2:569.MPa 248.3