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Algunos ministros, rodeados de apóstatas, no sienten preocupación por sus almas—Algunos ministros que profesan ser llamados por Dios tienen la sangre de las almas en sus vestiduras. Está rodeados por descarriados y pecadores, y sin embargo no sienten la responsabilidad por sus almas; manifiestan indiferencia por su salvación. Algunos están tan adormecidos que parecen no tener conciencia de la tarea de un ministro del evangelio. No consideran que como médicos espirituales se requiere que sean capaces de administrar sanamiento a las almas enfermas de pecado. La obra de advertir a los pecadores, de llorar por ellos y rogar con ellos se ha descuidado al punto que muchas almas ya no pueden ser sanadas. Algunos han muerto en sus pecados, y en el juicio reprocharán por su culpabilidad a los que podrían haberlos salvado, pero que no lo hicieron. Ministros infieles, ¡qué retribución os espera!—Testimonios para la Iglesia 2:449.MPa 251.3
Buscad por doquiera a los apóstatas con el mensaje de misericordia—Dios trabajará poderosamente con sus ministros cuando sus corazones estén llenos de amor por las pobres ovejas perdidas de la casa de Israel. Buscad a los apóstatas, a los que una vez sabían qué era la religión, y presentadles el mensaje de misericordia.—Consejos sobre la Salud, 534.MPa 252.1
Una oveja extraviada llena al pastor de pesar y ansiedad—El pastor que descubre que falta una de sus ovejas, no mira descuidadamente el rebaño que está a salvo y dice: “Tengo noventa y nueve, y me sería una molestia demasiado grande ir en busca de la extraviada. Que regrese y yo abriré la puerta del redil y la dejaré entrar”. No; tan pronto como se extravía la oveja, el pastor se llena de pesar y ansiedad. Cuenta y recuenta el rebaño, y no dormita cuando descubre que se ha perdido una oveja. Deja las noventa y nueve y va en busca de la perdida. Cuanto más oscura y tempestuosa es la noche, y más peligroso el camino, tanto mayor es la ansiedad del pastor y más ferviente su búsqueda. Hace todos los esfuerzos posibles por encontrar esa sola oveja perdida.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 146, 147.MPa 252.2
El buen pastor deja las noventa y nueve y busca la oveja perdida—Si hay algún descarriado, el pastor sabe cómo presentar la verdad de tal manera que el alma sea convencida. El dejará a las noventa y nueve, y buscará la oveja perdida. Pero si el pastor no visita a su rebaño; no conoce su condición; no sabe qué verdades presentarles, ni qué es apropiado en su caso; más que eso, al manifestar el predicador poco interés en las almas bajo su cuidado, no puede dar el ejemplo al rebaño para que tenga interés, amor y un cuidado vigilante por las almas.—Appeal and Suggestions to Conference Officers (Ph 2) 18.MPa 252.3