Capítulo 39—El ministerio personal a los miembros
Un pastor dijo que preferiría ser azotado que visitar—El pastor H. vivía antes aquí y le predicaba a la gente, pero no era un pastor del rebaño. Les decía a las pobres ovejas que él preferiría ser azotado que visitar. Descuidó la labor personal, así que el trabajo pastoral no fue hecho en la iglesia ni en sus alrededores. Los diáconos y ancianos de la iglesia han actuado sabiamente y trabajado juiciosamente para mantener la iglesia en orden, y encontramos a la gente en mucho mejor condición de lo que esperábamos. Nos sentimos chasqueados pero felices. Pero cuando veo hacia atrás, y pienso en lo que se pudo haber hecho si el hombre encargado del rebaño hubiera sido un fiel mayordomo de Dios, velando por las almas como uno que debe dar cuenta, mi corazón se entristece. Si el predicador hubiera hecho el trabajo de un pastor, un número mayor estaría regocijándose en la verdad.—Manuscript Releases 9:343, 344.MPa 255.1
El retraimiento y el estudio no deben reemplazar la visitación—Con frecuencia un pastor descuida vergonzosamente los deberes que le incumben, porque carece de fuerza para sacrificar sus inclinaciones personales al retraimiento y el estudio. El pastor debe visitar a los feligreses de casa en casa, enseñando, conversando, y orando con cada familia, y atendiendo el bienestar de sus almas. No debe descuidarse a los que hayan manifestado un deseo de conocer los principios de nuestra fe, sino que se les ha de instruir cabalmente en la verdad.—El Evangelismo, 257.MPa 255.2
Los ministros que predican sin cuidar de las ovejas deben ser despedidos—Pero han habido deberes solemnes descuidados al aceptar ministros para trabajar en palabra y en doctrina que solamente pueden predicar. Estos no velan por las almas como quienes tendrán que dar cuenta. Ellos sermonean; pero el trabajo que se necesita hacer en favor de las ovejas y los corderos es dejado sin hacer. Y esta clase de trabajo a medias ha sido hecho por toda América, y se le ha pagado dinero a hombres empleados, cuando deberían haber sido despedidos para que buscasen trabajos de menos responsabilidad y cuidado. ... El rebaño del Señor tiene derecho de esperar ser visitado por su pastor; de ser instruido y aconsejado en sus propios hogares. Y si un hombre falla en realizar esta parte de su trabajo, no puede ser un ministro a la orden de Dios. Las iglesias que tienen tales obreros están desorganizadas, debilitadas, y enfermizas y listas para morir. Los sermones no son vitalizados por el Espíritu de Dios, porque la bendición de Dios no descansará sobre ningún hombre que esté descuidando el rebaño de Dios.—Appeal and Suggestions to Conference Officers (Ph 2) 17, 18.MPa 255.3
Camine en las huellas de Cristo, no visitando el lugar donde él vivió, sino trabajando como él trabajó—Entre nuestros obreros hay algunos que sienten que se ganaría un gran objetivo si sus pies pudieran pisar el suelo de la antigua Jerusalén. Pero la obra y la causa de Dios nunca avanzará por el hecho que sus obreros anden por donde Jesús viajó y realizó milagros. ¿Seguiría usted las huellas de Cristo, contemplándole en esa choza, ministrando a los pobres; viéndolo junto a la cama del enfermo, consolando a los sufrientes, y hablándoles de esperanza y valor a los desalentados? Aquellos que caminan en las huellas de Jesús harán como él. “Si alguno quiere venir en pos de mí”, dijo él, “niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”.—The Review and Herald, 30 de julio de 1901.MPa 256.1
Visite con un propósito—A muchos les encanta predicar, pero rehuyen la labor que se requiere para sacar a las almas del pecado. Hay hombres muriendo en todo nuestro alrededor, y nosotros no hemos hecho ningún esfuerzo especial para hablarles seria, interesada y afectuosamente, como Cristo lo hubiera hecho si estuviera en la tierra. Somos los embajadores de Cristo, centinelas de la casa de Israel, para ver los peligros que le esperan a las almas, y amonestarlas. El pastor es el pastor de las ovejas, y debe protegerlas, alimentarlas, amonestarlas, reprenderlas o alentarlas, según lo exija el caso. Hay visitación que hacer, no para tener una conversación agradable, sino para hacer el trabajo que se requiere de un centinela. Debe haber conversación seria y oración con estas almas. Esta es la clase de trabajo que da una valiosa experiencia de edificar el reino de Cristo.—The Review and Herald, 20 de octubre de 1896.MPa 256.2
Se deben nombrar mujeres para la visitación—Las mujeres que estén dispuestas a consagrar parte de su tiempo al servicio del Señor deben ser nombradas para visitar a los enfermos, cuidar de los jóvenes, y ministrar a los pobres en sus necesidades. Deben ser apartadas para este trabajo mediante la oración y la imposición de manos. En algunos casos necesitarán buscar el consejo de los oficiales de la iglesia o los ministros; pero si son mujeres devotas, que mantienen una conexión vital con Dios, serán un poder para el bien en la iglesia. Esta es otra manera de fortalecer y edificar a la iglesia. Necesitamos ampliar más nuestros métodos de trabajo. Ninguna mano debe ser atada, ni un alma desalentada, ninguna voz callada; dejad que cada individuo trabaje, privada o públicamente, para ayudar en el adelanto de esta gran labor. Poned las cargas sobre hombres y mujeres de la iglesia, para que crezcan con el ejercicio, y así lleguen a ser agentes efectivos en las manos del Señor para la iluminación de aquellos que están en tinieblas.—The Review and Herald, 9 de julio de 1895.MPa 257.1