Desarrollar los talentos de la iglesia
Los ministros del Nuevo Testamento no habrían de quedarse en una sola iglesia—El pastor debe desarrollar los talentos de la iglesia, para que las reuniones puedan continuar realizándose con provecho. A Timoteo se le ordenó ir de una iglesia a otra como alguien que debía hacer esta clase de obra y consolidar a las iglesias en la santísima fe. El había de hacer obra de evangelista, y esta es una tarea aún más importante que la de los pastores. Había de predicar la Palabra, pero no debía radicarse en una sola iglesia.—El Evangelismo, 248.MPa 301.3
Mantenga a los grupos unidos ayudándolos a ser ganadores de almas—Hay muchos que nunca han oído de la Palabra las razones de nuestra fe; y aun así algunos de nuestro ministros sienten una carga por cuidar demasiado a los pequeños grupos de creyentes en un esfuerzo por mantenerlos unidos. La mejor forma de lograrlo es inducirlos a mantener una conexión viva con Dios, y ejercer su influencia en buscar cómo atraer a otros hacia él.—The Review and Herald, 16 de julio 1908.MPa 302.1
Los verdaderos representantes de Cristo tratan de suplir la ausencia del ministro que no pueden tener—Nuestra religión exige a cada paso la abnegación y el sacrificio. Jesús bajó del cielo para enseñarnos cómo vivir; y mientras estuvo aquí en la tierra anduvo haciendo el bien. Aquellos que son verdaderos representantes de Cristo están trabajando para el bien de otros. Se gozan en avanzar la obra de Dios tanto en el hogar como en otras partes. Son vistos y oídos, y se siente su influencia en las reuniones de oración. Tratarán de suplir la ausencia del ministro, cuyo servicio no pueden tener.—The Review and Herald, 6 de septiembre de 1881.MPa 302.2
Un buen supervisor no hace el trabajo, sino que mantiene trabajando a otros—El ministro no debe sentir que él es el único que debe hablar y hacer todo el trabajo y ofrecer todas las oraciones; parte de su trabajo debe ser el de preparar obreros en cada iglesia. Dejad que diferentes personas tomen turnos en dirigir las reuniones, y en dar estudios bíblicos, y al mismo tiempo educar a otros. Leí de un hombre que tenía un grupo de trabajadores sobre quienes puso un capataz para velar que hicieran el trabajo en la forma más provechosa posible. Un día vino el hombre a visitar al capataz, encargado de doce trabajadores, que estaban cavando una zanja. Encontró al capataz en la zanja cavando, con el sudor en su frente; y los doce trabajadores estaban parados arriba viéndolo trabajar. El capataz fue llamado y se le preguntó qué estaba haciendo allí. “Yo te ordené” le dijo el hombre, “que mantuvieras a doce hombres trabajando; ¿porqué no lo has hecho? Allí estás, haciendo el trabajo de un hombre, mientras doce están ociosos. Quedas despedido”.—The Review and Herald, 6 de noviembre de 1888.MPa 302.3
Los grupos pequeños quedan muy debilitados cuando los ayudantes eficientes se van a los centros más grandes—De casi todas nuestras iglesias en Míchigan, y, hasta cierto punto, de otros estados, nuestros hermanos y hermanas se han estado amontonando en Battle Creek. Muchos de ellos eran eficientes ayudantes en iglesias pequeñas, y su salida ha debilitado esos pequeños grupos; en algunos casos la iglesia ha sido completamente desorganizada.—Testimonies for the Church 5:184.MPa 302.4