El entrenamiento práctico
Los ministros jóvenes deben recibir y respetar el consejo de los ministros instructores—Mientras adquieren preparación para el ministerio, los jóvenes debe estar asociados con predicadores de más edad. Aquellos que han adquirido experiencia en el servicio activo han de llevar consigo a los jóvenes e inexpertos al campo de la mies, para enseñarles a trabajar con éxito por la conversión de las almas. Bondadosa y afectuosamente estos obreros mayores deben ayudar a los jóvenes a prepararse para la obra a la cual el Señor los llamó. Y los jóvenes a su vez deben respetar el consejo de sus instructores, honrar su devoción y recordar que sus años de labor les han dado sabiduría.—El Evangelismo, 495.MPa 52.2
Los ministros jóvenes deben aprender de los puntos fuertes y débiles de sus mentores—Con frecuencia un joven es enviado a trabajar con un ministro de más experiencia; y si él es deficiente en su predicación, es muy probable que el joven imite sus deficiencias. Así que es importante que los ministros que han estado por mucho tiempo en el campo se reformen, aunque les sea muy doloroso y tengan que ejercitar la paciencia, para que sus defectos no sean reproducidos en los obreros jóvenes e inexpertos. El joven predicador debe imitar solamente los rasgos de carácter admirables que posea el obrero de más experiencia, y al mismo tiempo notar y evitar sus errores.—The Review and Herald, 5 de febrero de 1880.MPa 53.1
Desear hacer un trabajo más allá de su capacidad lo puede llevar al fracaso—Hay muchos, incluso entre nuestros predicadores, que desean sobresalir en el mundo sin esfuerzo. Son ambiciosos en hacer alguna gran obra de utilidad, mientras que desechan las pequeñas tareas diarias las cuales les resultarían beneficiosas y los haría ministros como los que Cristo ordenó. Ellos desean hacer el trabajo que otros están haciendo, pero no tienen ningún gusto por la disciplina necesaria para hacerlos idóneos para ello. Este ardiente deseo por parte de hombres y mujeres, de hacer algo mucho más allá de su capacidad presente está simplemente haciéndolos tomar decisiones erradas en su comienzo. Ellos rehusan indignamente subir la escalera, deseando ser elevados mediante un proceso menos laborioso.—Testimonies for the Church 4:417.MPa 53.2
El colportaje provee una excelente preparación para el ministerio—Me fue mostrado a algunos hombres a quienes Dios estaba llamando para el trabajo del ministerio, entrando al campo como colportores. Esta es una excelente preparación si su objetivo es diseminar la luz, para traer la verdad revelada en la Palabra de Dios, directamente al círculo del hogar. En la conversación con frecuencia se abrirá el camino para hablar de la religión de la Biblia. Si se toma el trabajo de la manera en que se debe hacer, las familias serán visitadas, los obreros manifestarán tener corazones tiernos y amor por las almas, y llevarán, en palabras y acciones, la fragancia de la gracia de Cristo, y el resultado serán buenas obras. Esta sería una experiencia excelente para cualquiera que tiene el ministerio en mente.—Testimonies for the Church 4:603.MPa 53.3
El colportaje no debe ser un requisito para el ministerio—Algunas personas que no habían recibido el consejo de Dios preparaon una propuesta, la cual fue adoptada. Esta prescribía que no debía aceptarse a nadie como ministro evangélico, a menos que primero tuviera éxito en el campo del colportaje. El Espíritu del Señor no dictó esa resolución. Fue gestada en mentes que tenían un concepto estrecho de la viña de Dios y de sus obreros. No es la obra de ningún hombre prescribir el trabajo para ningún otro hombre contrariando sus propias convicciones de lo que es su deber. Puede aconsejárselo, pero él tiene que buscar la dirección de Dios, a quien pertenece y sirve.—MP, 288.MPa 53.4
El colportaje provee oportunidades y experiencia—Todos los que deseen una oportunidad para el verdadero ministerio, y que se entregarán sin reservas a Dios, encontrarán en la obra del colportaje oportunidades para hablar acerca de muchas cosas que atañen a la futura vida inmortal. La experiencia así adquirida será de inmenso valor para quienes se están preparando para la obra del ministerio. Es la compañía del Espíritu Santo de Dios la que prepara a los obreros, tanto mujeres como hombres, para llegar a ser pastores del rebaño de Dios.—The Review and Herald, 15 de enero de 1901.MPa 54.1