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El Ministerio Pastoral

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    Los pastores como entrenadores

    Usted ayuda más a los miembros planeando trabajo para ellos que predicándoles—La mejor ayuda que los predicadores pueden dar a los miembros de nuestras iglesias no consiste en semonearlos, sino en trazarles planes de trabajo. Dad a cada uno un trabajo que ayude al prójimo. Enseñad a todos que, por haber recibido la gracia de Cristo, tienen el deber de trabajar por él. Especialmente a las personas que hace poco aceptaron la fe, debe enseñárseles a colaborar con Dios. Si se los pone a trabajar, los abatidos se olvidarán muy pronto de su desaliento; el débil se tornará fuerte; el ignorante, inteligente; y todos aprenderán a presentar la verdad tal cual es en Jesús. Hallarán una ayuda segura en Aquel que prometió salvar a quienes se allegan a él.—Joyas de los Testimonios 3:323.MPa 181.2

    Use menos tiempo en predicar y más tiempo estudiando cómo enseñar a otros a trabajar—Nuestros ministros deben llegar a ser tanto educadores como predicadores. Deben enseñarle a las personas a no depender de ellos, sino de Cristo. El ministro que predica dos horas cuando no debe pasarse de una, serviría mucho mejor a la causa de Dios dedicando esa hora extra en un estudio serio y cuidadoso para aprender cómo dirigir a otros y enseñarles a trabajar.—The Signs of the Times, 17 de mayo de 1883.MPa 182.1

    Los ministros deben enseñar a sus miembros cómo trabajar—Cuando Jesús ascendió al cielo, encomendó su obra en la tierra a los que habían recibido la luz del Evangelio. Habían de hacer progresar su obra hasta su terminación. No ha provisto ningún otro medio para la proclamación de la verdad. “Id por todo el mundo, y predicad el Evangelio a toda criatura”. “Y, he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Esta solemne comisión nos alcanza en este tiempo. Dios deja con su iglesia la responsabilidad de recibirla o rechazarla. Muchos parecen descansar cómodamente, como si mensajeros celestiales fueran a bajar a esta tierra, para proclamar con voz audible el mensaje de advertencia; pero mientras los ángeles tienen una obra que realizar, nosotros hemos de hacer la nuestra abriendo las verdades bíblicas a aquellos que están en tinieblas. ¿Está su interés encerrado egoístamente en su familia, en su iglesia? ¡Dios se apiade de su estrechez! Usted debe tener ese celo imperecedero, y ese amor abarcante que circunda el mundo. Aquellos que no son llamados a ir a países extranjeros tienen una obra que hacer en sus propias fronteras para mantener el interés en sus iglesias mediante un esfuerzo bien dirigido, para que sean espirituales y sacrificados, y con sus medios y fervientes oraciones puedan ayudar a aquellos que entran en campos nuevos y difíciles.—The Review and Herald, 12 de octubre de 1886.MPa 182.2

    Debemos enseñar a nuestros miembros cómo usar sus talentos para ministrar a otros—Esta obra de alumbrar a otros no es trabajo del ministro solamente, sino es el trabajo de todos los que profesan tener la verdad de Dios. Dios ha señalado a cada hombre su trabajo para dar a conocer a Cristo al mundo. Debemos enseñarle a los miembros de la iglesia cómo ministrar eficazmente a otros. Hay muchos que son ministros ordenados, que nunca han ejercido el cuidado pastoral por el rebaño de Dios, ni tampoco han velado por las almas como quienes tienen que dar cuenta. Si la clase de labor que hace falta, fuera conferida a la iglesia, muchos de los que no están haciendo nada serían educados para llegar a ser obreros diligentes en la cosecha de almas. Se le debe dar una educación tal al pueblo de Dios que capacite a centenares con talentos valiosos, cuyo uso desarrollaría hombres para puestos de confianza e influencia, y se haría un gran bien a la causa del Maestro.—Appeal to Our Churches in Behalf of Home Missionary Work (Ph 7) 14.MPa 182.3

    Eduque a los miembros para ser ganadores de almas—No sólo existe el peligro que aquellos que están en puestos de confianza fallen en animar a otros individuos a emplear sus talentos, sino que también hay peligro que aquellos que hacen poco o nada para Cristo, busquen desanimar a alguien que está luchando por trabajar en la viña del Señor. Nunca haga esto. Eduque a cada uno de los que están recibiendo las corrientes de la salvación de Cristo. No es necesario que la Palabra de Dios sea diseminada solamente por algunos pocos ministros ordenados. La verdad debe ser sembrada junto a toda las aguas.—Sowing Beside All Waters (Ph 78) 37.MPa 183.1

    Instruya a sus miembros cómo trabajar en la obra médico-misionera—Los pastores y maestros han de trabajar inteligentemente en sus tareas específicas, instruyendo a los miembros de iglesia en la manera de trabajar en las tareas médico-misioneras. Cuando los profesos seguidores de Cristo tienen a un Salvador que mora en ellos, serán hallados haciendo lo que Cristo hizo. No tendrán la oportunidad de herrumbrarse por la inacción. Tendrán suficiente que hacer. Y la obra que hagan bajo los auspicios de la iglesia, será su medio máximo de comunicar la luz.—El Ministerio de la Bondad, 127.MPa 183.2

    Si los miembros no son enseñados a trabajar, el trabajo del ministro es casi un fracaso—La causa podría estar en condiciones saludables en todo el campo, y lo estaría si los ministros confiaran en Dios y no permitieran que nada se interpusiera entre ellos y su trabajo. Se necesitan obreros que sean mucho más que meros predicadores, pero ambos trabajos se deben unir. Se ha probado en el campo misionero que, cualquiera sea el talento de la predicación, si una parte del trabajo es descuidada, si no se le enseña a la gente a trabajar, cómo conducir reuniones, cómo hacer su parte en la labor misionera, cómo alcanzar a la gente con éxito, el trabajo será casi un fracaso. Hay mucho que hacer en la obra de la Escuela Sabática en cuanto a ayudar a la gente a darse cuenta de su obligación en hacer su parte. Dios los llama a trabajar para él, y los ministros deben guiar sus esfuerzos.—Testimonies for the Church 5:256.MPa 183.3

    Si los ministros han instruido debidamente a aquellos bajo su cuidado, cuando se vayan, la obra no se disgregará—La obra de los embajadores de Cristo es mucho mayor y de más responsabilidad de lo que muchos sueñan. No deben quedar satisfechos con su éxito a menos que puedan, por sus fervientes labores y la bendición de Dios, presentarle cristianos útiles, que tengan un verdadero sentido de su responsabilidad, y que hagan la obra que les ha señalado. La debida labor e instrucción tendrán por resultado el poner en condición de trabajar a aquellos hombres y mujeres cuyo carácter es fuerte, y cuyas condiciones son tan firmes que no permiten que nada de un carácter egoísta los estorbe en su trabajo, disminuya su fe o los aparte del deber.MPa 184.1

    Si el ministro ha instruido debidamente a los que estaban bajo su cuidado, cuando él sale rumbo a otros campos de trabajo, la obra no se disgregará, sino que quedará firmemente unida y segura. A menos que quienes reciban la verdad se conviertan cabalmente y haya un cambio radical en su vida y carácter, el alma no estará firmemente ligada a la Roca eterna; y después que cese el trabajo del ministro, y haya pasado la novedad, la impresión se borrará, la verdad perderá su poder fascinante, y dichas personas no ejercerán ya ninguna influencia santa, ni serán mejores por profesar la verdad.—Joyas de los Testimonios 1:531.MPa 184.2

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