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Testimonios Selectos Tomo 1

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    Sueño del templo y del cordero

    Mientras que estaba así desalentada, tuve un sueño que me impresionó profundamente. Soñé que veía un templo al cual acudían muchas personas, y únicamente quienes en él se refugiasen podrían ser salvas al fin de los tiempos, pues todos cuantos fuera del templo se quedasen, serían perdidos para siempre. Las muchedumbres que en las afueras del templo iban por diversos caminos, se burlaban de los que entraban en él y los ridiculizaban, diciéndoles que aquel plan de salvación era un artero engaño, pues en realidad no había peligro alguno que evitar. Además, retenían a algunos para impedirles que entraran en el templo.1TS 24.1

    Temerosa de ser ridiculizada, pensé que fuese mejor esperar que las multitudes se marcharan o hasta tener ocasión de entrar sin que me vieran. Pero el número fué aumentando en vez de disminuir, hasta que, recelosa de que se me hiciese demasiado tarde, me apresuré a salir de mi casa y abrirme paso a través de la multitud, sin reparar en su número, tan viva era la ansiedad que tenía de verme dentro del templo.1TS 24.2

    Una vez en el interior del edificio, vi que el amplio templo estaba sostenido por una enorme columna y atado a ella había un cordero todo él mutilado y ensangrentado. Los que estábamos en el templo sabíamos que aquel cordero había sido desgarrado y quebrantado por nuestras culpas. Todos cuantos entraban en el templo habían de postrarse ante el cordero y confesar sus pecados. Delante mismo del cordero vi asientos altos donde estaba sentada una hueste que parecía muy feliz. La luz del cielo iluminaba sus semblantes, y alababan a Dios entonando cánticos de alegre acción de gracias, semejantes a la música de los ángeles. Eran los que se habían postrado ante el cordero, habían confesado sus pecados y recibido el perdón de ellos, y ahora aguardaban con gozosa expectación algún dichoso acontecimiento.1TS 24.3

    Aun después de haber yo entrado en el templo, me sentí sobrecogida de temor y vergüenza por haber de humillarme a la vista de tanta gente; pero me empujaban hacia adelante y poco a poco fuí rodeando la columna hasta ponerme frente al cordero. Entonces resonó una trompeta, estremecióse el templo y los santos congregados dieron voces de triunfo. Un pavoroso esplendor iluminó el templo, y después todo quedó en profundas tinieblas. La hueste feliz había desaparecido por completo al lucir el pasajero esplendor, y yo me quedé sola en el horrible silencio de la noche.1TS 25.1

    Desperté angustiada y a duras penas pude convencerme de que había soñado. Me parecía que estaba fijada mi condenación, y que el Espíritu del Señor me había abandonado para siempre.1TS 25.2

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