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Testimonios Selectos Tomo 1

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    La visita del pastor

    Toda mi familia estaba profundamente interesada en la doctrina de la pronta venida del Señor. Mi padre había sido una de las columnas de la iglesia metodista. Había actuado de exhortador y había presidido reuniones celebradas en casas distantes de la ciudad. Sin embargo, el pastor metodista vino a visitarnos especialmente para decirnos que nuestras creencias eran incompatibles con el metodismo. No preguntó las razones que teníamos para creer lo que creíamos, ni tampoco hizo referencia alguna a la Biblia para convencernos de nuestro error, sino que se limitó a decir que habíamos adoptado una nueva y extraña creencia inadmisible para la iglesia metodista.1TS 41.1

    Replicó mi padre diciéndole que sin duda debía equivocarse al calificar de nueva y extraña aquella doctrina, pues el mismo Cristo, en sus enseñanzas a sus discípulos, había predicado su segundo advenimiento, diciendo: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay: de otra manera, os lo hubiera dicho: voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo: para que donde yo estoy, vosotros también estéis.” Juan 14:2, 3. Cuando ascendió a los cielos y los fieles discípulos se quedaron mirando tras su desaparecido Señor, “he aquí dos varones se pusieron junto a ellos en vestidos blancos; los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿qué estáis mirando al cielo? este mismo Jesús que ha sido tomado desde vosotros arriba en el cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.” Hechos 1:10, 11.1TS 41.2

    —Y—prosiguió mi padre, entusiasmado con el asunto,—el inspirado apóstol Pablo escribió una carta para alentar a sus hermanos de Tesalónica, diciéndoles: “Y a vosotros, que sois atribulados, dar reposo con nosotros, cuando se manifestará el Señor Jesús del cielo con los ángeles de su potencia, en llama de fuego, para dar el pago a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesuscristo: los cuales serán castigados de eterna perdición por la presencia del Señor, y por la gloria de su potencia, cuando viniere para ser glorificado en sus santos, y a hacerse admirable en aquel día en todos los que creyeron.” 2 Tesalonicenses 1:7-10. “Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero: luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, consolaos los unos a los otros en estas palabras.” 1 Tesalonicenses 4:16-18.1TS 41.3

    “Esto es de suma autoridad para nuestra fe. Jesús y sus apóstoles insistieron en el suceso del segundo advenimiento gozoso y triunfante; y los santos ángeles proclaman que Cristo, el que ascendió al cielo, vendrá otra vez. Este es nuestro delito: creer en la palabra de Jesús y sus discípulos. Es una enseñanza muy antigua sin mácula de herejía.”1TS 42.1

    El predicador no intentó hacer referencia ni a un solo texto que probara que estábamos en error, sino que se excusó alegando falta de tiempo, y aconsejándonos que nos retiráramos calladamente de la iglesia para evitar la publicidad de un proceso. Pero nosotros sabíamos que a otros de nuestros hermanos se les trataba de la misma manera por igual causa, y como no queríamos dar a entender que nos avergonzábamos de reconocer nuestra fe ni dejar suponer que no podíamos apoyarla en la Escritura, mis padres insistieron en que se les diesen las razones de semejante petición.1TS 42.2

    Por única respuesta, declaró evasivamente el pastor que habíamos ido en contra de las reglas de la iglesia, y que el mejor medio era que nos retiráramos voluntariamente de ella para evitar un proceso. Replicamos a esto que preferíamos un proceso regular para saber qué pecado se nos atribuía, pues teníamos la seguridad de no obrar mal al esperar y amar la aparición del Salvador.1TS 42.3

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