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Testimonios Selectos Tomo 1

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    La “Review and Herald”

    En noviembre de 1850, se publicó el periódico en París (Maine). Era de mayor tamaño, con el nuevo título que todavía lleva: Advent Review and Sabbath Herald. Nos albergamos en casa del Hno. A. Queríamos vivir con economía a fin de sostener el periódico. Los amigos de la causa eran pocos y pobres en riquezas mundanas, por lo que aun hubimos de luchar contra la pobreza y el mucho desaliento. Teníamos suma solicitud por el periódico y a veces nos quedábamos hasta media noche o hasta las dos o tres de la madrugada corrigiendo pruebas de imprenta.1TS 138.2

    El excesivo trabajo, los cuidados, ansiedades y la falta de adecuada y nutritiva alimentación, aparte de la exposición al frío en nuestros largos viajes de invierno, eran demasiado para mi esposo, quien se rindió a la fatiga. Llegó a ser tanta su debilidad que apenas podía ir a la imprenta. Nuestra fe quedó probada hasta el último extremo. Gustosos, habíamos sufrido privaciones, fatigas y penalidades, y sin embargo, se tomaban a mala parte nuestros motivos, y se nos miraba con desconfianza y celos. Pocos de aquellos por cuyo bien habíamos sufrido parecían estimar nuestros esfuerzos.1TS 138.3

    Nos veíamos demasiado afligidos para dormir o descansar. Las horas que hubiéramos podido recobrarnos con el sueño, las solíamos emplear en responder a largas cartas dictadas por la envidia. Muchas horas en que los demás dormían, las pasábamos nosotros en angustioso llanto, lamentándonos ante el Señor. Al fin dijo mi esposo: “Mujer, es inútil que intentemos luchar por más tiempo. Todas estas cosas me están quebrantando, y pronto me han de llevar al sepulcro. No puedo ir más lejos. He redactado una nota para el periódico diciendo que me es imposible continuar publicándolo.” En el momento en que mi esposo cruzaba la puerta para llevar la nota a la imprenta, me desmayé. El volvió atrás y oró por mí. Su oración fué oída y me repuse.1TS 138.4

    A la mañana siguiente, mientras orábamos en familia, fuí arrebatada en visión y se me instruyó respecto de estos asuntos. Vi que mi esposo no debía desistir de la publicación del periódico, porque Satanás trataba de moverle a dar semejante paso y se valía de varios agentes para lograrlo. Se me mostró que debíamos continuar publicándolo, pues el Señor nos sostendría.1TS 139.1

    No tardamos en recibir urgentes invitaciones para celebrar conferencias en diferentes estados, y resolvimos asistir a las reuniones generales de Boston (Massachusetts); Rocky Hill (Connecticut); Camden y West Milton (Nueva York). Todas estas reuniones fueron de mucha labor, pero sumamente provechosas para nuestros diseminados hermanos.1TS 139.2

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