Capítulo 3—Comienzo de mis labores en público
Tuve nuevos deseos de volver a la escuela e intentar otro esfuerzo para adquirir educación. Al efecto ingresé en un colegio de señoritas de Portland; pero al reanudar los estudios decayó rápidamente mi salud, y resultó evidente que si persistía en ir al colegio, me costaría la vida, por lo que con mucha tristeza me volví a casa.1TS 21.1
En el colegio, me había sido difícil disfrutar del sentimiento religioso, porque el ambiente que me rodeaba era muy a propósito para apartar de Dios el pensamiento. Durante algún tiempo, me sentí descontenta de mí misma y de mis progresos en la vida cristiana, sin experimentar el vivo sentimiento de la misericordia y amor de Dios. Me sobrecogía a veces el desaliento, y esto me ocasionaba gran angustia.1TS 21.2