Efectos del recargo de trabajo
Mi esposo trabajaba incesantemente para fomentar los intereses de la causa de Dios en los diversos departamentos de la obra. concentrados en Battle Creek. Sus amigos se asombraban por la cantidad de trabajos que hacía. El sábado de mañana, 18 de agosto, habló en nuestra casa de culto. Por la tarde, estuvo concentrando intensamente su mente durante cuatro horas consecutivas, mientras escuchaba la lectura del manuscrito para el tomo 3 del “Espíritu de Profecía.” El asunto era intensamente interesante, y calculado para conmover el alma hasta sus más recónditas profundidades, pues era un relato del juicio, la crucifixión, resurrección y ascensión de Cristo. Antes de que nos percatáramos de ello, él estaba muy cansado. Empezó a trabajar el domingo a las cinco de la mañana, y continuó trabajando hasta las doce de la noche.3TS 282.4
A la mañana siguiente, a eso de las seis y media, fué atacado de vértigos y amenazado de parálisis. Temíamos mucho esta terrible enfermedad, pero el Señor fué misericordioso, y nos libró de la aflicción. Sin embargo, este ataque fué seguido de gran postración física y mental, y entonces nos parecía a la verdad imposible asistir a los congresos del este, o que yo fuese a ellos, dejando a mi esposo deprimido en su ánimo y con poca salud.3TS 283.1
Nuestros amigos nos rogaron que descansásemos, y parecía inconsecuente e irrazonable de nuestra parte intentar semejante viaje, e incurrir en el cansancio y la exposición a las inclemencias del tiempo que puede entrañar el vivir en un campamento. Nosotros mismos tratábamos de pensar que la obra de Dios progresaría igual aunque nos mantuviésemos a un lado y no tomásemos parte en ella. Dios suscitaría a otros para hacer su obra.3TS 283.2
Sin embargo, no podía encontrar descanso y libertad al pensar que permanecíamos ausentes del campo de labor. Me parecía que Satanás estaba tratando de cercar mi camino para impedirme que diese mi testimonio, e hiciese la obra que Dios me había dado. Casi había decidido ir sola y hacer mi parte, confiando en que Dios me daría la fuerza necesaria, cuando recibimos una carta del Hno. Haskell, en la cual expresaba su gratitud a Dios porque los esposos White asistirían al congreso de la Nueva Inglaterra.3TS 283.3
Decía en su carta que se habían hecho todos los preparativos para tener una gran reunión en Groveland, y él había decidido tener la reunión, con la ayuda de Dios, aun cuando debiera llevar la carga solo.3TS 284.1
Volvimos a presentar el asunto al Señor en oración. Sabíamos que el poderoso Médico podía devolvernos la salud tanto a mí como a mi esposo, si era para su gloria. Parecía difícil salir, cansados, enfermos y desalentados; pero a veces me parecía que Dios haría que el viaje fuese una bendición para ambos si íbamos confiando en él.3TS 284.2
Mientras esperábamos el coche que habría de llevarnos a la estación, volvimos a orar al Señor, y suplicarle que nos sostuviese durante nuestro viaje. Ambos decidimos andar por fe y aventurarlo todo confiados en las promesas de Dios. Este paso de nuestra parte requería una fe considerable, pero al tomar asiento en el tren sentimos que estábamos en la senda del deber. Descansamos durante el viaje y dormimos bien a la noche.3TS 284.3