Manera de hablar
Algunos de nuestros ministros más talentosos se están causando grave daño por su deficiente manera de hablar. Mientras enseñan a la gente su deber de obedecer a la ley moral de Dios, no deben ser hallados violando las leyes de Dios respecto de la salud y la vida. Los ministros deben mantenerse erguidos y hablar lenta, firme y distintamente, tomando una inspiración completa de aire a cada frase, y emitir las palabras ejercitando los músculos abdominales. Si observan esa sencilla regla, prestando atención a las leyes de la salud en otros respectos, pueden conservar su vida y utilidad por mucho más tiempo que los hombres dedicados a cualquier otra profesión.3TS 326.1
El tórax se ensanchará y, educando la voz, el orador rara vez se pondrá ronco aunque hable constantemente. En vez de que nuestros ministros se pongan tísicos por el mucho hablar, pueden, mediante cierto cuidado, vencer toda tendencia a la consunción. Quiero decir a mis hermanos en el ministerio: A menos que os acostumbréis a hablar según la ley física, sacrificaréis la vida y muchos lamentarán la pérdida de “aquellos mártires de la causa de la verdad.” cuando, en realidad, será que, por practicar malas costumbres, os hicisteis injusticia a vosotros mismos y a la verdad que representabais, y robasteis a Dios y al mundo del servicio que podríais haber prestado. A Dios le habría agradado que hubieseis seguido viviendo, pero os suicidasteis lentamente.3TS 326.2
La manera en que la verdad es presentada tiene con frecuencia mucho que ver para determinar si será aceptada o rechazada. Todos los que trabajan en la causa de la reforma deben estudiar para llegar a ser obreros eficientes a fin de lograr la mayor cantidad posible de bien, y no restar nada a la fuerza de la verdad por sus propias deficiencias.3TS 326.3
Los ministros y maestros deben disciplinarse para tener una articulación clara y distinta, dando el sonido completo a cada palabra. Los que hablan rápidamente, desde la garganta, mezclando las palabras y alzando la voz a un tono alto que no es natural, no tardan en enronquecer, y las palabras que pronuncian pierden la mitad de la fuerza que tendrían si fuesen pronunciadas lenta y distintamente y en tono no tan alto. Las simpatías de los oyentes son despertadas en favor del orador porque saben que él se está haciendo violencia y temen que la voz le fallará en cualquier momento. No es evidencia de que un hombre tenga celo por Dios el hecho de que, gesticulando, alcance un frenesí de excitación. “El ejercicio corporal—dice el apóstol,—para poco es provechoso.”3TS 327.1
El Salvador del mundo quiere que sus colaboradores le representen; y cuanto más íntimamente un hombre ande con Dios, tanto más perfecta será su manera de dirigirse a la gente, así como su comportamiento, su actitud y sus ademanes. En nuestro Modelo, Cristo Jesús, no se vieron nunca modales groseros y desmañados. El era representante del Cielo y los que le siguen deben ser semejantes a él.3TS 327.2
Algunos piensan que el Señor calificará por su espíritu a un hombre para que hable según él quiere que lo haga; pero el Señor no se propone hacer la obra que ha dado al hombre. El nos ha dado facultades de raciocinio, y oportunidades de educar la mente y los modales. Y después que hemos hecho cuanto estaba a nuestro alcance, haciendo el mejor uso de las ventajas de que disponemos, entonces podemos pedir a Dios en ferviente oración que haga por su Espíritu lo que nosotros no podemos hacer, y siempre hallaremos en nuestro Salvador poder y eficiencia.3TS 327.3