Capítulo 57—Casamientos antibíblicos
Estamos viviendo en los postreros días, cuando la manía referente al asunto del matrimonio constituye una de las señales de la próxima venida de Cristo. No se consulta a Dios en estos asuntos. La religión, el deber y los principios quedan sacrificados para seguir los impulsos del corazón no consagrado. No debiera haber mucha ostentación y regocijo por la unión de los cónyuges. Ni siquiera hay un matrimonio de cada cien que resulte feliz, que lleve la sanción de Dios, y coloque a los cónyuges en una posición que les permita glorificarle mejor. Las malas consecuencias de los casamientos deficientes son innumerables. Se contraen por impulso. Rara vez se piensa en considerar sinceramente el asunto, y el consultar a aquellos que tienen experiencia es tenido por anticuado.3TS 363.1
En lugar del amor puro existen el impulso y la pasión no santificada. Muchos ponen en peligro sus propias almas y atraen sobre sí la maldición de Dios, entablando relaciones matrimoniales simplemente para satisfacer su fantasía. Me han sido mostrados los casos de algunos de los que profesan creer la verdad y han cometido el gran error de casarse con personas incrédulas. Tenían la esperanza de que el cónyuge incrédulo aceptaría la verdad; pero éste después de alcanzar su objeto, se halla más lejos de la verdad que antes. Y luego empiezan los trabajos sutiles, los esfuerzos continuos del enemigo para apartar al creyente de la fe.3TS 363.2
Muchos están perdiendo ahora su interés y confianza en la verdad porque se han relacionado íntimamente con la incredulidad. Respiran una atmósfera de duda y descreimiento. Ven y oyen a la incredulidad, y finalmente la aprecian. Algunos tienen el valor de resistir a estas influencias, pero en muchos casos su fe queda imperceptiblemente minada y finalmente destruída. Satanás ha tenido éxito en sus planes. Obró por medio de sus agentes de manera tan silenciosa que las vallas de la fe y la verdad han sido vencidas antes que los creyentes tuviesen la menor sospecha del lugar adonde iban.3TS 363.3
Es algo peligroso aliarse con el mundo. Satanás sabe muy bien que la hora del casamiento de muchos jóvenes de ambos sexos cierra la historia de su experiencia religiosa y de su utilidad. Quedan perdidos para Cristo. Tal vez hagan durante un tiempo un esfuerzo para vivir una vida cristiana; pero todas sus luchas se estrellan contra una constante influencia en la dirección opuesta. Hubo un tiempo en que era para ellos un privilegio y un gozo hablar de su fe y esperanza; pero luego llegan a no tener deseo de mencionar el asunto, sabiendo que la persona a la cual han ligado su destino no se interesa en ello. Como resultado, la fe en la preciosa verdad muere en el corazón, y Satanás teje insidiosamente en derredor de ellos una tela de escepticismo.3TS 364.1
Llevar a los excesos lo legítimo constituye un grave pecado. Los que profesan la verdad, pisotean la voluntad de Dios al casarse con incrédulos; pierden su favor y hacen obras amargas de las que habrán de arrepentirse. La persona incrédula puede poseer un excelente carácter moral; pero el hecho de que no haya respondido a las exigencias de Dios y haya descuidado una salvación tan grande, es razón suficiente para que no se verifique una unión tal. El carácter de la persona incrédula puede ser similar al del joven a quien Jesús dirigió las palabras: “Una cosa te falta;” y esa cosa era la esencial.3TS 364.2
A veces se arguye que el no creyente favorece la religión, y que como cónyuge es todo lo que puede desearse, excepto en una cosa, que no es creyente. Aunque el mejor juicio de la persona creyente le sugiera lo impropio que es unirse para toda la vida con otra persona incrédula, en nueve casos de cada diez, triunfa la inclinación. La decadencia espiritual comienza en el momento en que se hace voto ante el altar; el fervor religioso se enfría, y se quebranta una fortaleza tras otra, hasta que ambos están lado a lado bajo el negro estandarte de Satanás. Aun en las fiestas de la boda, el espíritu del mundo triunfa contra la conciencia, la fe y la verdad. En el nuevo hogar no se respeta la hora de oración. El esposo y la esposa se han elegido mutuamente y han despedido a Jesús.3TS 364.3
Al principio el cónyuge no creyente no se opondrá abiertamente; pero cuando el asunto de la verdad bíblica es presentado a su atención y consideración, surge en seguida el sentimiento: “Te casaste conmigo sabiendo lo que era, y no quiero ser molestado. De ahora en adelante, quede bien entendido que la conversación sobre tus opiniones particulares queda prohibida.” Si el cónyuge creyente manifiesta algún fervor especial respecto de su fe, ello tal vez pueda ser interpretado como falta de bondad hacia el que no tiene interés en la experiencia cristiana.3TS 365.1
El cónyuge creyente razona que en su nueva relación debe conceder algo al compañero de su elección. Asiste a diversiones sociales y mundanas. Al principio lo hace de muy mala gana; pero el interés por la verdad disminuye, y la fe se trueca en duda e incredulidad. Nadie habría sospechado que esa persona, que antes era un creyente firme y concienzudo que seguía devotamente a Cristo, pudiese llegar a ser la persona vacilante y llena de dudas que es ahora. ¡Oh, qué cambio realizó ese matrimonio imprudente!3TS 365.2
¿Qué debe hacer todo creyente cuando se encuentra en la penosa situación que prueba el carácter sano de los principios religiosos? Con firmeza digna de imitación, debe decir francamente: “Soy cristiano concienzudo. Creo que el séptimo día de la semana es el día de reposo bíblico. Nuestra fe y principios son tales que van en direcciones opuestas. No podemos ser felices juntos, porque si yo sigo adelante para adquirir un conocimiento más perfecto de la voluntad de Dios, vendré a ser más diferente del mundo, y semejante a Cristo. Si Vd. continúa no viendo hermosura en Cristo, ni atractivos en la verdad, amará al mundo, que yo no puedo amar, mientras yo amaré las cosas de Dios que Vd. no puede amar. Las cosas espirituales se disciernen espiritualmente. Sin discernimiento espiritual, Vd. no podrá ver los derechos que Dios tiene sobre mí, ni podrá comprender mis obligaciones hacia el Maestro a quien sirvo; por lo tanto le parecerá que yo le descuido por los deberes religiosos. Vd. no será feliz; se sentirá en soledad por causa de los afectos que doy a Dios; y yo igualmente sentiré aislamiento por mis creencias religiosas. Cuando sus opiniones cambien, cuando su corazón responda a las exigencias de Dios, y Vd. aprenda a amar a mi Salvador, entonces podremos reanudar nuestras relaciones.”3TS 365.3
El creyente hace así por Cristo un sacrificio que su conciencia aprueba, y que demuestra que él aprecia demasiado la vida eterna para correr el riesgo de perderla. Siente que sería mejor permanecer soltero que ligar sus intereses para toda la vida a una persona que prefiere el mundo a Cristo, y que le apartaría de la cruz de Cristo. Pero no se reconoce el peligro de conceder los afectos a personas incrédulas. En las mentes juveniles, el matrimonio está revestido de romanticismo y es difícil despojarle de ese carácter con que la imaginación lo cubre, para hacer que la mente comprenda cuán pesadas responsabilidades entraña el voto matrimonial. Este voto liga los destinos de dos personas con vínculos que nada puede cortar, a no ser la mano de la muerte.3TS 366.1
¿Podrá aquel que busca gloria, honra, inmortalidad y vida eterna, unirse con otra persona que rehusa alistarse con los soldados de la cruz de Cristo? Vosotros, los que profesáis elegir a Cristo como vuestro Maestro y obedecerle en todas las cosas, ¿habréis de unir vuestros intereses con personas regidas por el príncipe de las potestades de las tinieblas? “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de concierto?” “Si dos de vosotros se convinieren en la tierra, de toda cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.” ¡Pero cuán extraño es el espectáculo! Mientras una de las personas tan íntimamente unidas se dedica a la oración, la otra permanece indiferente y descuidada; mientras una busca el camino a la vida eterna, la otra se halla en el anchuroso camino que lleva a la muerte.3TS 366.2
Centenares de personas han sacrificado a Cristo y el Cielo al casarse con personas inconversas. ¿Pueden conceder tan poco valor al amor y a la comunión de Cristo que prefieren la compañía de pobres mortales? ¿Estiman tan poco el Cielo que están dispuestos a arriesgar sus goces uniéndose con una persona que no ama al precioso Salvador?3TS 367.1
La felicidad y prosperidad de la vida matrimonial depende de la unidad de los cónyuges. ¿Cómo puede armonizar el ánimo carnal con el ánimo que se ha asimilado al sentir de Cristo? El uno siembra para la carne, piensa y obra de acuerdo con los impulsos de su corazón; el otro siembra para el Espíritu, tratando de reprimir el egoísmo, vencer la inclinación propia, y vivir en obediencia al Maestro, cuyo siervo profesa ser. Así que hay una perpetua diferencia de gusto, inclinación y propósito. A menos que el creyente, por su firme adhesión a los principios, gane al impenitente, llegará, como es mucho más común, a desalentarse y vender sus principios religiosos por la miserable compañía de una persona que no está relacionada con el Cielo.3TS 367.2
Dios prohibió estrictamente que su antiguo pueblo formase alianzas matrimoniales con otras naciones. Se arguye ahora que esta prohibición tenía por objeto evitar que los hebreos se casasen con idólatras y se relacionasen con familias paganas. Pero los paganos estaban en una condición más favorable que los impenitentes de esta época, quienes, teniendo la luz de la verdad, se niegan, sin embargo, con persistencia a aceptarla. El pecador moderno es mucho más culpable que los paganos, porque la luz del evangelio resplandece claramente en derredor de él. Viola su conciencia y es deliberadamente enemigo de Dios. La razón que Dios alegó al prohibir estos casamientos era: “Porque apartarán a tu hijo de en pos de mí.” Los antiguos hijos de Israel que se atrevieron a despreciar la prohibición de Dios, lo hicieron sacrificando los principios religiosos. Tomemos por ejemplo el caso de Salomón. Sus esposas apartaron su corazón de su Dios. 3TS 367.3
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Las relaciones matrimoniales son santas, pero en esta época de degeneración, cubren vilezas de toda descripción. Se abusa de ellas, y han llegado a ser un crimen que constituye una señal de los postreros días. ... Satanás está constantemente ocupado en precipitar a los jóvenes inexpertos a una alianza matrimonial. Pero cuanto menos nos gloriemos de los casamientos que se verifican ahora, mejor será.—Testimonies for the Church 2:252.3TS 368.1
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En algunos casos los casamientos han sido incompatibles, y prematuros en otros. Cristo nos advirtió que este estado de cosas existiría antes de su segundo advenimiento. Constituye una de las señales de los últimos días. Existió un estado de cosas similar antes del diluvio. La mente de la gente estaba hechizada acerca del matrimonio. Cuando hay tanta incertidumbre, tan grande peligro, no hay motivo para hacer mucha ostentación, aun cuando los contrayentes estuvieran perfectamente adaptados el uno al otro; pero esto queda aún por demostrar.—Testimonies for the Church 2:5, 515.3TS 368.2