Capítulo 23—Una mente equilibrada
A cada uno de nosotros Dios ha confiado sagrados cometidos, de los cuales nos tiene por responsables. Es su propósito que eduquemos la mente, a fin de que podamos ejercitar los talentos que nos ha dado, realicemos la mayor suma de bien y reflejemos la gloria del Dador. Debemos a Dios todas las cualidades de la mente. Esas facultades pueden ser cultivadas, dirigidas y dominadas tan discretamente que alcancen el propósito para el cual fueron dadas. Es nuestro deber educar la mente, de modo que saque a luz las energías del alma y desarrolle toda facultad. Cuando todas las facultades estén en ejercicio, el intelecto quedará fortalecido y se alcanzará el propósito por el cual fueron dadas.3TS 117.1
Muchos no están haciendo la mayor suma de bien, porque ejercitan el intelecto en una dirección y descuidan de dar atención cuidadosa a aquellas cosas para las cuales piensan que no son adaptados. Dejan así dormir algunas facultades que son débiles, porque la obra que las ejercitaría, y por consiguiente les daría fuerza, no les es agradable. Deben ejercitarse y cultivarse todas las facultades de la mente. La percepción, el juicio, la memoria, y todas las potencias de raciocinio, deben tener igual fuerza a fin de que las mentes estén bien equilibradas.3TS 117.2
Si se usan ciertas facultades descuidando las demás, el designio de Dios no se realiza plenamente en nosotros; porque todas las facultades ejercen su influencia y dependen en gran medida una de la otra. No se puede usar eficazmente una de ellas sin la operación de todas, para que el equilibrio se conserve cuidadosamente. Si toda la atención y fuerza se concentran en una, mientras las otras permanecen dormidas, el desarrollo es intenso en ésta, y conducirá a los extremos porque todas las facultades no han sido cultivadas. Algunas mentes están atrofiadas, y les falta el debido equilibrio. No todas las mentes están, por naturaleza, constituídas de igual manera. Tenemos diversas mentes; algunas son fuertes en ciertos puntos y muy débiles en otros. Y estas deficiencias tan aparentes no necesitan ni debieran existir. Si los que las poseen fortaleciesen los puntos débiles de su carácter, cultivándolos y ejercitándolos, llegarían a ser fuertes.3TS 117.3
Es agradable, pero no muy provechoso, ejercer aquellas facultades que son por naturaleza las más fuertes, mientras descuidamos las débiles, que necesitan ser fortalecidas. Las facultades más débiles debieran recibir cuidadosa atención, a fin de que todas las potencias del intelecto puedan quedar bien equilibradas y todas hagan su parte como una maquinaria bien regulada. Dependemos de Dios para la preservación de todas nuestras facultades. En su relación con Dios, los cristianos se hallan en la obligación de educar su mente de manera que todas las facultades queden fortalecidas y se desarrollen más plenamente. Si descuidamos esto, nunca alcanzarán el propósito para el cual fueron destinadas. No tenemos derecho a descuidar ninguna de las facultades que Dios nos ha dado. Vemos monomaníacos en todas partes del país. Con frecuencia son cuerdos acerca de todos los demás temas menos uno. La razón de ello es que un órgano de la mente se ejercitó especialmente mientras se dejó dormir a los demás. El que estuvo en constante uso se gastó y enfermó, y el hombre naufragó. Dios no quedó glorificado por esta conducta. Si el hombre hubiese ejercitado de igual manera todos los órganos, todos habrían alcanzado un desarrollo sano; no se habría impuesto todo el trabajo a uno y por lo tanto, ninguno se habría arruinado.3TS 118.1
Los predicadores deben ser precavidos, para no estorbar los propósitos de Dios mediante sus propios planes. Corren el peligro de cercenar la obra de Dios, y limitar sus trabajos a ciertas localidades, no cultivando un interés especial en la obra de Dios en todos sus diversos departamentos. Algunos concentran su mente sobre un tema, con exclusión de otros que pueden ser de igual importancia. Son hombres de una sola idea. Toda la fuerza de su ser está concentrada en el tema que ocupa su mente en el momento. Pierden de vista toda otra consideración. Este tema favorito preocupa sus pensamientos y es el tema de su conversación. Se asimilan ávidamente todas las pruebas referentes a este asunto y tanto se espacian en ellas que cansan la mente que debe seguirlos.3TS 118.2
Se pierde con frecuencia tiempo explicando puntos que son realmente sin importancia y que debieran darse por sentados sin presentar pruebas, porque son obvios. Pero los puntos realmente vitales deben ser presentados tan clara y enérgicamente como lo permita el lenguaje y las pruebas. El poder de concentrar la mente sobre un tema con exclusión de todos los demás, es bueno hasta cierto punto; pero el ejercicio constante de esta facultad cansa los órganos que están llamados a hacer esta obra; les impone un recargo excesivo y el resultado es que no se alcanza a realizar la mayor cantidad de bien. Un juego de órganos tiene que sufrir el desgaste principal mientras que los otros permanecen dormidos. La mente no puede ejercitarse así en forma sana y por consiguiente la vida se acorta.3TS 119.1
Todas las facultades deben sobrellevar una parte de la labor, obrando armoniosamente, equilibrando unas a otras. Los que dedican toda la fuerza de su mente a un tema, tienen grandes deficiencias en otros puntos, pues sus facultades no son cultivadas por igual. El tema que está delante de ellos encadena su atención, y son inducidos a ir adelante y profundizar más y más el asunto. A medida que se interesan y absorben, ven más conocimientos y luz. Pero son pocas las mentes que pueden seguirlos, a menos que hayan dedicado al tema los mismos pensamientos profundos. Existe el peligro de que estos hombres aren y planten las semillas de la verdad a tal profundidad que las tiernas y preciosas hojas nunca hallen la superficie.3TS 119.2
A menudo se realiza duro trabajo que no es necesario, y que nunca será apreciado. Si los que tienen la facultad de concentrarse tan intensamente la cultivan a expensas de las demás, no pueden tener una mente bien proporcionada. Son como máquinas en las cuales un solo juego de engranajes trabaja a la vez. Mientras que algunas ruedas se herrumbran inactivas, otras se están gastando por el uso constante. Los hombres que cultivan una o dos facultades, y no las ejercitan todas por igual, no pueden realizar en el mundo la mitad del bien que Dios quiso que realizaran. Son hombres unilaterales; utilizan solamente la mitad del poder que Dios les ha dado, mientras que la otra mitad se herrumbra inactiva.3TS 119.3
Si esta clase de mentes tiene una obra especial, que requiere pensamiento, no debe ejercitar todas sus facultades en ese asunto con exclusión de todo otro interés. Aunque dediquen la mayor parte de su atención al tema que tienen en estudio, los otros ramos de la obra deben recibir el beneficio de una parte de su tiempo. Esto será mejor para ellos y para la causa en general. Un ramo de la obra no debe recibir la atención exclusiva en detrimento de todos los demás. En sus escritos, algunos necesitan precaverse constantemente, para no obscurecer puntos que son claros, cubriéndolos con muchos argumentos que no serán de interés vital para el lector. Si se espacian tediosamente en ciertos puntos, dando todo detalle que les ocurra, su trabajo estará casi perdido. El interés del lector no será bastante profundo para estudiar el asunto hasta su final. Los puntos más esenciales de la verdad pueden ser hechos indistintos si se da atención a todo detalle minucioso. Se cubre mucho terreno, pero la obra a la cual se dedica tanta labor, no está destinada a realizar la mayor cantidad de bien por despertar interés general.3TS 120.1
En esta época, cuando las fábulas agradables están surgiendo a la superficie y atrayendo la mente, la verdad presentada en un estilo fácil, apoyada en algunas pocas pruebas indubitables, es mejor que la investigación que saque a luz un abrumador despliegue de evidencias; porque entonces el argumento no parecerá tan distinto a las diversas mentes como antes de que las evidencias les hayan sido presentadas. Para muchos, los asertos positivos encierran mucho mayor convicción que los largos argumentos. Toman muchas cosas por sentadas. Las pruebas no les ayudan a decidir el caso. 3TS 120.2
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Estamos en el tiempo de espera, estén ceñidos vuestros lomos y resplandezca vuestra luz, a la espera del Señor cuando vuelva de las bodas, a fin de que cuando venga y llame podáis abrirle inmediatamente.3TS 121.1
Vigilad, hermanos, la primera disminución de vuestra luz, la primera negligencia de la oración, el primer síntoma del sueño espiritual. “Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo.” Es por el ejercicio constante de la fe y el amor cómo los creyentes han de resplandecer como luces en el mundo. Os estáis preparando mal para la venida del Maestro si estáis sirviendo a Mammón mientras profesáis servir a Dios. Cuando él aparezca, tendréis que presentarle los talentos que habéis sepultado en la tierra, talentos descuidados, sometidos al abuso, mal empleados: un amor dividido. ... No es la riqueza ni el intelecto lo que da felicidad; es el verdadero valor moral y un sentimiento del deber cumplido. Podéis obtener la recompensa del vencedor, y estar delante del trono de Cristo para cantar sus alabanzas en el día en que congregue a sus santos; pero vuestras ropas deben estar lavadas en la sangre del Cordero, y la caridad debe cubriros como un manto, y habréis de ser hallados sin mancha ni defectos.—Testimonies for the Church 4:124, 125.3TS 121.2