Capítulo 33—¿Negaremos a Cristo?
En Nuestro trato con la sociedad, en la familia, o en cualesquiera relaciones de la vida en que estemos situados, sean ellas limitadas o extensas, hay muchas maneras por las cuales podemos reconocer a nuestro Señor, y muchas maneras por las cuales le podemos negar. Podemos negarle en nuestras palabras, por hablar mal de otros, por conversaciones insensatas, bromas y burlas, por palabras ociosas o desprovistas de bondad, o prevaricando al hablar contrariamente a la verdad. Con nuestras palabras podemos confesar que Cristo no está en nosotros. Con nuestro carácter podemos negarle, amando nuestra comodidad, rehuyendo los deberes y las cargas de la vida que alguien debe llevar si nosotros no lo hacemos y amando los placeres pecaminosos. También podemos negar a Cristo por el orgullo de los vestidos y la conformidad al mundo, o por una conducta falta de cortesía. Podemos negarle amando nuestras propias opiniones, y tratando de ensalzar y justificar el yo. Podemos también negarle permitiendo a la mente que se espacie en un sentimentalismo de amor enfermizo y meditando sobre nuestra supuesta mala suerte y pruebas.3TS 154.1
Nadie puede confesar verdaderamente a Cristo delante del mundo, a menos que viva en él la mente y el espíritu de Cristo. Es imposible comunicar lo que no poseemos. La conversación y la conducta deben ser una verdadera y visible expresión de la gracia y verdad interiores. Si el corazón está santificado, será sumiso y humilde, los frutos se verán exteriormente, y ello será una muy eficaz confesión de Cristo.3TS 154.2