Capítulo 5—El privilegio y el deber de la iglesia
Lo siguiente se refiere a la iglesia de Battle Creek, pero describe la condición y los privilegios de los hermanos y hermanas que se hallan diseminados en otras partes.3TS 22.1
Vi que los rodeaba una densa nube, pero que algunos rayos de luz emanados de Jesús atravesaban esa nube. Busqué a los que recibían esa luz, y vi personas que estaban orando fervorosamente por la victoria. Su tema de estudio era servir a Dios. Su fe perseverante les producía resultados. La luz del cielo se derramaba sobre ellos, pero la nube de tinieblas que cubría la iglesia en general era densa. Sus miembros parecían entumecidos y perezosos. La agonía de mi alma era grande. Pregunté al ángel si eran necesarias esas tinieblas. Dijo él: “¡Mira!” Vi entonces que la iglesia empezaba por levantarse e interceder con fervor para con Dios, que los rayos de luz empezaban a penetrar la obscuridad, y que la nube era apartada. La pura luz del cielo resplandecía sobre los miembros de la iglesia, y con santa confianza su atención era atraída hacia arriba. Dijo el ángel: “Tal es su privilegio y deber.”3TS 22.2
Satanás ha bajado con gran poder, sabiendo que le queda poco tiempo. Sus ángeles están atareados, y gran número de los hijos de Dios se dejan arrullar por él. Volvió a pasar la nube y se asentó sobre la iglesia. Yo vi que era únicamente por un esfuerzo ferviente y oración perseverante cómo podía vencerse este hechizo.3TS 22.3
Las alarmantes verdades de la Palabra de Dios habían conmovido algo a los hijos de Dios. De vez en cuando hacían débiles esfuerzos para vencer, pero pronto se cansaban y volvían a caer en el mismo estado de tibieza. Vi que no tenían perseverancia ni determinación fija. Si aquel que busca la salvación de Dios poseyese la misma energía y fervor que pondría en la búsqueda de un tesoro terrenal, obtendría su objeto. Vi que es tan posible para la iglesia beber una copa llena como mantenerla vacía en la mano o junto a sus labios.3TS 22.4
No es conforme al plan de Dios que algunos lo pasen aliviados y otros recargados. Algunos sienten el peso y la responsabilidad de la causa y la necesidad de actuar para juntar con Cristo y no dispersar. Otros prosiguen libres de toda responsabilidad, obrando como si no tuviesen influencia. Los tales esparcen. Dios no demuestra parcialidad. Todos los que son hechos participantes de su salvación aquí, y que esperan participar de la gloria del reino futuro, deben juntar con Cristo. Cada uno debe sentirse responsable de su propio caso y de la influencia que ejerce sobre los demás. Si los tales cuidan su andar cristiano, Jesús será en ellos la esperanza de gloria, y se deleitarán en proclamar sus alabanzas a fin de ser refrigerados. Tendrán presente la causa de su Maestro y ella les será muy cara. Procurarán adelantar su causa y honrarla por una vida santa. Dijo el ángel: “Dios requerirá con usura todo talento.” Cada cristiano debe progresar adquiriendo cada vez más poder y emplear todas sus facultades en la causa de Dios.3TS 23.1