Capítulo 42—Las mujeres como obreras evangélicas
La obra que se ha empezado en cuanto a ayudar a nuestras hermanas a sentir su responsabilidad individual delante de Dios, es una obra buena y necesaria. Ha sido descuidada durante largo tiempo. El Señor quiere que siempre insistamos en el valor del alma humana, con aquellos que no lo comprenden. Cuando se hace esta obra en forma clara, sencilla y definida, podemos esperar que en vez de ser descuidados los deberes familiares, serán hechos con más inteligencia.4TS 297.1
Si podemos arreglar de tener grupos regulares y organizados que reciban instrucciones inteligentes acerca de la parte que deben desempeñar como siervos del Maestro, nuestras iglesias tendrán la vitalidad que necesitan desde hace mucho. La excelencia del alma por cuya salvación murió Cristo será apreciada. Nuestras hermanas tienen generalmente una vida penosa con sus crecientes familias y sus pruebas que nadie aprecia. Durante mucho tiempo he anhelado que hubiese mujeres que pudiesen prepararse para ayudar a nuestras hermanas a salir de su desaliento y sentir que podían hacer una obra para el Señor. Esto hará penetrar, en su propia vida, rayos de sol que se reflejarán en la vida de otras personas. Dios bendecirá a todos los que participen en esta gran obra.4TS 297.2
Muchas hermanas jóvenes, como también otras de más edad, parecen rehuir la conversación religiosa. No aprecian sus oportunidades. Cierran las ventanas del alma que debieran abrirse hacia el cielo, y abren sus ventanas ampliamente hacia la tierra. Pero cuando vean la excelencia del alma humana, cerrarán las ventanas que dan a la tierra, que dependen de las diversiones mundanales y las relaciones insensatas y pecaminosas, y abrirán las ventanas que dan al cielo, para contemplar las cosas espirituales. La palabra de Dios será su garantía, su esperanza, su paz. Entonces podrán decir: “Recibiré la luz del Sol de justicia, a fin de que resplandezca sobre otros.”4TS 297.3
Las personas que trabajan con más éxito son aquellas que alegremente asumen la obra de servir a Dios en las cosas pequeñas. Cada ser humano ha de trabajar con el hilo de su vida, entretejiéndolo con la trama, a fin de completar el modelo.4TS 298.1
La obra de Cristo consistió mayormente en entrevistas personales. Tenía una fiel consideración por el auditorio de una sola alma. Por esta sola alma, el conocimiento recibido era comunicado a millares.4TS 298.2
Debemos enseñar a las personas jóvenes a ayudar a la juventud; y mientras tratan de hacer esta obra, adquirirán una experiencia que las calificará para trabajar en forma consagrada en una esfera más amplia. Millares de corazones pueden ser alcanzados de esta manera muy simple y humilde. Los más intelectuales, aquellos que son considerados y alabados como los hombres y mujeres más talentosos del mundo, quedan con frecuencia refrigerados por las sencillas palabras que fluyen del corazón del que ama a Dios, y que puede hablar de ese amor con tanta naturalidad como los mundanos hablan de las cosas que su mente contempla y toma como alimento. Con frecuencia las palabras bien preparadas y estudiadas tienen poca influencia. Pero las palabras veraces y sinceras de un hijo o una hija de Dios, dichas con sencillez natural, abrirán la puerta de corazones que habían estado durante mucho tiempo cerrados.4TS 298.3
Los gemidos que causa el pesar del mundo se oyen en todo nuestro derredor. El pecado nos está apremiando con su sombra, y nuestra mente está lista para toda buena palabra y obra. Sabemos que poseemos la presencia de Jesús. La dulce influencia del Espíritu Santo está enseñando y guiando nuestros pensamientos, induciéndonos a hablar palabras que alegren la senda de otros. Si con frecuencia pudiésemos hablar a nuestras hermanas, y en vez de decirles: “Id,” conducirlas nosotras mismas a hacer como quisiéramos hacer, sentir como quisiéramos sentir, seguiríamos apreciando más y más el valor del alma humana. Debemos aprender, a fin de enseñar. Este pensamiento debe ser grabado en la mente de todo miembro de la iglesia.4TS 298.4
Creemos plenamente en la organización de la iglesia; pero esto no es para prescribir la manera exacta en la cual debemos trabajar; porque no todas las mentes han de ser alcanzadas por los mismos métodos. No debe permitirse nada que separe al siervo de Dios de sus semejantes. El creyente individual ha de trabajar para el pecador individual. Cada persona debe mantener ardiendo su propia luz; y si el aceite celestial corriere a estas lámparas por los caños de oro; si los vasos fueren vaciados del yo, y preparados para recibir el aceite santo, la luz se derramará sobre la senda del pecador con algún propósito. Más luz caerá sobre la senda del extraviado de parte de una lámpara tal, que de toda una profusión de antorchas enarboladas para la ostentación. La consagración personal y la santificación para Dios traen más resultados que el más imponente despliegue.4TS 299.1
Enseñemos a nuestras hermanas que su pregunta debe ser cada día: “Señor, qué quieres que yo haga hoy?” Cada vaso consagrado recibirá cada día el aceite santo para que fluya a otros vasos. 4TS 299.2
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Si la vida que vivimos en este mundo es completamente para Cristo, será una vida de entrega diaria. El recibirá nuestro servicio voluntario, y cada alma será su propia joya. Si podemos hacer comprender a nuestras hermanas el bien que pueden hacer por Cristo, veremos realizarse una gran obra. Si podemos despertar su mente y corazón para que cooperen con el divino Obrero, ganaremos grandes victorias por medio de la obra que ellas realicen. Pero el yo debe ocultarse; Cristo debe aparecer como el que obra.4TS 299.3
Debe haber un intercambio en el dar y tomar, recibiendo e impartiendo. Esto nos vincula como colaboradores con Dios. Esta es la obra del cristiano. El que pierda su vida la hallará.4TS 300.1
La capacidad de recibir el aceite santo de las dos olivas aumenta a medida que el recipiente hace fluir de sí mismo este aceite en palabras y acciones que suplan las necesidades de otras almas. Obra preciosa y satisfactoria es la de estar constantemente recibiendo y constantemente impartiendo.4TS 300.2
Necesitamos y debemos tener nuevas provisiones cada día. ¡Y a cuántas almas podremos ayudar comunicándoles! Todo el cielo está esperando los conductos por los cuales pueda ser derramado el aceite santo, para ser gozo y bendición a otros. Yo no temo que haya quienes hagan errores en el trabajo, si tan sólo quisieren ser una cosa con Cristo. Si él permanece con nosotros, trabajaremos en forma continua y sólida, de manera que nuestro trabajo permanecerá. La plenitud divina fluirá por el consagrado agente humano para ser dada a otros. 4TS 300.3
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El Señor tiene una obra tanto para las mujeres como para los hombres. Ellas pueden hacer una buena obra para Dios si quieren aprender primero en la escuela de Cristo la preciosa e importantísima lección de la mansedumbre. No sólo deben llevar el nombre de Cristo, sino poseer su Espíritu. Deben andar como él anduvo, purificando su alma de todo lo que contamina. Deben poder beneficiar a otros presentando la suma suficiencia de Jesús. 4TS 300.4
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Las mujeres pueden ocupar su puesto en la obra en esta crisis, y el Señor obrará por su medio. Si están imbuídas con un sentimiento de su deber, y trabajan bajo la influencia del Espíritu de Dios, tendrán el dominio propio requerido para este tiempo. El Salvador hará reflejar sobre estas mujeres abnegadas la luz de su rostro. Y esto les dará un poder que excederá al de los hombres. Ellas pueden hacer en las familias una obra que los hombres no pueden hacer, una obra que llega a la vida íntima. Pueden acercarse al corazón de aquellas personas a quienes los hombres no pueden alcanzar. Se necesita su labor. 4TS 300.5
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Una necesidad directa queda suplida por la obra de las mujeres que se han entregado al Señor y están tratando de ayudar a las personas menesterosas y heridas por el pecado. Se ha de realizar una obra de evangelización personal. Las mujeres que se hacen cargo de esta obra llevan el evangelio a los hogares de la gente por los caminos y los vallados. Leen y explican la Palabra a las familias, orando con ellas, cuidando a los enfermos y aliviando sus necesidades temporales. Presentan a las familias y a los individuos la influencia purificadora y transformadora de la verdad. Demuestran que la manera de hallar paz y gozo consiste en seguir a Jesús. 4TS 301.1
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Todas las que trabajan para Dios deben reunir los atributos de Marta y los de María: una disposición a servir y un sincero amor a la verdad. El yo y el egoísmo deben ser eliminados de la vida. Dios pide obreras fervientes, que sean prudentes, cordiales, tiernas y fieles a los buenos principios. Llama a mujeres perseverantes, que aparten su atención del yo y la conveniencia personal, y la concentren en Cristo, hablando palabras de verdad, orando con las personas a las cuales tienen acceso, trabajando por la conversión de las almas.4TS 301.2
¡Oh! ¿cuál es nuestra excusa, hermanas mías, para no dedicar todo el tiempo posible al estudio de las Escrituras, haciendo de la mente un almacén de cosas preciosas, a fin de que podamos presentarlas a las personas que no se interesan en la verdad? ¿Se levantarán nuestras hermanas para hacer frente a la emergencia? ¿Trabajarán para el Maestro? 4TS 302.1
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A Dios le agradaría ver a nuestras hermanas, vestidas de atavíos aseados y sencillos, dedicarse fervientemente a la obra del Señor. No carecen de habilidad, y si quieren emplear debidamente los talentos que ya tienen, su eficiencia aumentaría grandemente. Si el tiempo que ahora gastan en trabajo innecesario fuese dedicado a escudriñar la Palabra de Dios y explicarla a otros, sus propias mentes se enriquecerían con gemas de verdad, quedarían fortalecidas y ennoblecidas por el esfuerzo hecho para comprender las razones de nuestra fe. Si nuestras hermanas fuesen cristianas bíblicas concienzudas, y trataran de aprovechar toda oportunidad para iluminar a otras personas, veríamos a veintenas de almas abrazar la verdad por sus esfuerzos abnegados. ...4TS 302.2
Especialmente deben las esposas de nuestros predicadores tener cuidado de no apartarse de las claras enseñanzas de la Biblia acerca de la indumentaria. Muchos consideran estas órdenes como demasiado anticuadas para ser dignas de atención; pero el que las dió a sus discípulos comprendió los peligros del amor a los atavíos de nuestro tiempo, y mandó la nota de amonestación.—Testimonies for the Church 4:630.4TS 302.3