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Testimonios Selectos Tomo 4

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    Capítulo 49—La necesidad del mundo

    Cuando Cristo vió las multitudes que se habían reunido alrededor de él, “tuvo compasión de ellas; porque estaban derramadas y esparcidas como ovejas que no tienen pastor.” Cristo vió la enfermedad, la tristeza, la necesidad y degradación de las multitudes que se agolpaban a su paso. Le fueron presentadas las necesidades y desgracias de la humanidad de todo el mundo. Entre los encumbrados y los humildes, los más honrados y los más degradados, veía almas que estaban anhelando las mismas bendiciones que él había venido a traer; almas que necesitaban solamente un conocimiento de su gracia para llegar a ser súbditos de su reino. “Entonces dice a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.” 1Mateo 9:36-38.4TS 333.1

    Hoy existe la misma necesidad. El mundo ha menester obreros que trabajen como Cristo trabajó para los dolientes y pecaminosos. Hay, a la verdad, una multitud que alcanzar. El mundo está lleno de enfermedad, sufrimiento, angustia y pecado. Está lleno de aquellos que necesitan que se los atienda: los débiles, impotentes, ignorantes, degradados.4TS 333.2

    Muchos de los jóvenes de esta generación, en medio de las iglesias, instituciones religiosas y hogares que profesan ser cristianos, están eligiendo la senda que conduce a la destrucción. Por medio de costumbres intemperantes se están atrayendo la enfermedad, y por la codicia de obtener dinero para sus costumbres pecaminosas caen en prácticas ímprobas. Se arruinan la salud y el carácter. Enajenados de Dios, y parias de la sociedad, esas pobres almas sienten que no tienen esperanza ni para esta vida ni para la venidera. El corazón de los padres queda quebrantado. Los hombres hablan de estos seres errantes como sin esperanza; pero Dios los mira con compasiva ternura. El comprende todas las circunstancias que los indujeron a caer bajo la tentación. Esta es una clase que exige labor.4TS 333.3

    Lejos y cerca hay almas, no sólo entre los jóvenes sino entre los de cualquier edad, que están en la pobreza y la angustia, hundidas en el pecado, y abrumadas por un sentimiento de culpabilidad. Es obra de los siervos de Dios buscar estas almas, y conducirlas paso a paso al Salvador.4TS 334.1

    Pero los que no reconocen los requerimientos de Dios no son los únicos que están en angustia y necesidad de ayuda. En el mundo actual, donde predominan el egoísmo, la codicia y la opresión, muchos de los verdaderos hijos de Dios están en menester y aflicción. En lugares humiles y miserables, rodeados por la pobreza, enfermedad y culpabilidad, muchos están soportando pacientemente su propia carga de sufrimiento, y tratando de consolar a los desesperados y pecadores que los rodean. Muchos de ellos son casi desconocidos de las iglesias y los ministros; pero son luces del Señor que resplandecen en medio de las tinieblas. El Señor tiene un cuidado especial de ellos e invita a su pueblo a ayudarles a aliviar sus necesidades. Dondequiera que haya una iglesia, debe dedicarse atención especial a buscar esta clase y atenderla.4TS 334.2

    Y mientras trabajemos por los pobres, debemos dedicar atención también a los ricos, cuyas almas son igualmente preciosas a la vista de Dios. Cristo obraba por todos los que querían oír su palabra. No buscaba solamente a los publicanos y parias, sino al fariseo rico y culto, al noble judío y al gobernante romano. El rico necesita que se trabaje por él con amor y temor de Dios. Con demasiada frecuencia confía en sus riquezas, y no siente su peligro. Los bienes mundanales que el Señor ha confiado a los hombres, son con freencia una fuente de gran tentación. Miles son inducidos así a prácticas pecaminosas que los confirman en la intemperancia y el vicio. Entre las miserables víctimas de la necesidad y el pecado se encuentran muchos que poseyeron en un tiempo riquezas. Hombres de diferentes vocaciones y posiciones en la vida, han sido vencidos por las contaminaciones del mundo, por el consumo de bebidas alcohólicas, por la complacencia de las concupiscencias de la carne, y han caído bajo la tentación. Mientras que estos seres caídos excitan nuestra compasión y reciben nuestra ayuda, ¿no debiera dedicarse algo de atención también a los que no han descendido a esas profundidades, pero que están asentando los pies en la misma senda? Hay millares que ocupan posiciones de honor y utilidad que están practicando hábitos que significan la ruina del alma y del cuerpo. ¿No deben hacerse los esfuerzos más fervientes para ilustrarlos?4TS 334.3

    Los ministros del evangelio, estadistas, autores, hombres de riquezas y talento, hombres de gran habilidad comercial y capaces de ser útiles, están en mortal peligro porque no ven la necesidad de la temperancia estricta en todas las cosas. Debemos atraer su atención a los principios de la temperancia, no de una manera estrecha o arbitraria, sino en la luz del gran propósito de Dios para la humanidad. Si pudiera presentárseles así los principios de la verdadera temperancia, muchos de las clases superiores reconocerían su valor y les darían su cordial aceptación.4TS 335.1

    Hay otro peligro al cual están especialmente expuestas las clases ricas, que constituye un campo de trabajo para el misionero médico. Hay muchísimos que prosperan en el mundo y que nunca descienden a las formas comunes del vicio, y, sin embargo, son empujados a la destrucción por el amor a las riquezas. Absortos en sus tesoros mundanales, son insensibles a los requerimientos de Dios y las necesidades de sus semejantes. En vez de considerar su riqueza como un talento que ha de ser usado para gloria de Dios y elevación de la humanidad, la consideran como un medio de complacerse y glorificarse a sí mismos. Añaden una casa a otra, un terreno a otro; llenan sus casas de lujo, mientras que la escasez recorre las calles y en derredor de ellos hay seres humanos en la miseria, el crimen, la enfermedad y la muerte. Los que así dedican su vida a servirse a sí mismos, no están desarrollando los atributos de Dios sino los atributos de Satanás.4TS 335.2

    Estos hombres necesitan del evangelio. Necesitan que sean apartados sus ojos de la vanidad de las cosas materiales para contemplar la preciosura de las riquezas duraderas. Necesitan aprender el gozo de dar, la bienaventuranza de convertirse en colaboradores con Dios.4TS 336.1

    Las personas de esta clase son con frecuencia las más difíciles de alcanzar, pero Cristo preparará medios por los cuales puedan ser alcanzadas. Busquen a estas almas los obreros más sabios, llenos de confianza y esperanza. Con la sabiduría y el tacto nacidos del amor divino, con el refinamiento y la cortesía que resultan únicamente de la presencia de Cristo en el alma, trabajen por aquellos que, deslumbrados por el brillo de las riquezas terrenales, no ven la gloria del tesoro celestial. Estudien los obreros la Biblia con ellos, grabando en sus corazones las verdades sagradas. Léanles las palabras de Dios: “Mas de él sois vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, y justificación, y santificación, y redención.” “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Más alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio, y justicia en la tierra: porque estas cosas quiero, dice Jehová.” “En el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados por las riquezas de su gracia.” “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” 21 Corintios 1:30; Jeremías 9:23, 24; Efesios 1:7; Filipenses 4:19.4TS 336.2

    Una súplica tal, hecha en el espíritu de Cristo, no será considerada impertinente. Impresionará a las almas de muchos de los que pertenecen a las clases superiores.4TS 337.1

    Por esfuerzos hechos con sabiduría y amor, más de un hombre rico será despertado hasta el punto de sentir su responsabilidad para con Dios. Cuando se les haga entender claramente que el Señor espera que ellos alivien como representantes suyos a la humanidad doliente, muchos responderán y darán de sus recursos y su simpatía para beneficio de los pobres. Cuando sus mentes sean así apartadas de sus propios intereses egoístas, muchos serán inducidos a entregarse a Cristo. Con sus talentos de influencia y recursos se unirán gozosamente en la obra de beneficencia con el humilde misionero que fué agente de Dios para su conversión. Por el uso correcto de su tesoro terrenal se harán “tesoro en los cielos que nunca falta; donde ladrón no llega, ni polilla corrompe.” Se asegurarán el tesoro que la sabiduría ofrece, “sólidas riquezas, y justicia.” 3Proverbios 8:18.4TS 337.2

    *****

    Al observar nuestra vida, los habitantes del mundo se forman su opinión de Dios y de la religión de Cristo. Todos los que no conocen a Cristo necesitan que los principios elevados y nobles de su carácter sean mantenidos constantemente delante de ellos en la vida de aquellos que le conocen. Satisfacer esta necesidad, llevar la luz del amor de Cristo a los hogares de los grandes y los humildes, de los ricos y los pobres, es el alto deber y precioso privilegio del misionero médico.4TS 337.3

    “Vosotros sois la sal de la tierra,” 4Mateo 5:13. dijo Cristo a sus discípulos; y en estas palabras hablaba a sus obreros de hoy. Si sois la sal, hay propiedades preservadoras en vosotros, y la virtud de vuestro carácter tendrá una influencia salvadora.4TS 337.4

    Aunque un hombre pueda haberse hundido hasta las mismas profundidades del pecado, hay posibilidad de salvarlo. Muchos han perdido el sentido de las realidades eternas, perdido la semejanza de Dios, y no saben si tienen alma que ha de ser salvada o no. No tienen fe en Dios ni confianza en el hombre. Pero pueden comprender y apreciar los actos de simpatía práctica y de ayuda. Cuando ven a uno que, sin ser movido por el amor a la alabanza terrenal ni a la compensación, entra en sus hogares miserables, para atender a los enfermos, alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos y señalarles tiernamente a Aquel de cuyo amor y compasión el obrero humano es tan sólo el mensajero, al ver esto, su corazón se conmueve. Brota en esas personas la gratitud. Se enciende la fe en su corazón. Ven que Dios tiene interés en ellas, y están dispuestas a escuchar cuando se les abre su Palabra para explicársela.4TS 338.1

    En esta obra de restauración, se requerirá mucho esfuerzo esmerado. No deben hacerse a estas almas asombrosas comunicaciones de doctrinas extrañas; pero a medida que se les ayuda físicamente, se les debe presentar la verdad para este tiempo. Hombres, mujeres y jóvenes necesitan ver la ley de Dios con sus abarcantes requerimientos. No son las penurias, el trabajo o la pobreza lo que degrada a la humanidad; es el pecado, la transgresión de la ley de Dios. Los esfuerzos hechos para rescatar a los perdidos y degradados no tendrán valor a menos que los requerimientos de la ley de Dios y la necesidad de serle leales sean grabados en la mente y el corazón. Dios no ha ordenado nada que no sea necesario para vincular a la humanidad consigo. “La ley de Jehová es perfecta, que vuelve el alma. ... El precepto de Jehová, puro, que alumbra los ojos.” “Por la palabra de tus labios—dice el salmista,—yo me he guardado de las vías del destructor.” 5Salmos 19:7, 8; 17:4.4TS 338.2

    Los ángeles están ayudando en esta obra de restaurar a los caídos, y hacerlos volver a Aquel que ha dado su vida para redimirlos, y el Espíritu Santo está cooperando con el ministerio de los agentes humanos para despertar las facultades morales obrando sobre el corazón, reprendiendo o convenciendo de pecado, de justicia y de juicio.4TS 339.1

    A medida que los hijos de Dios se dediquen a esta obra, muchos se asirán de la mano extendida para salvarlos. Serán constreñidos a apartarse de sus malos caminos. Algunos de los rescatados podrán, por la fe en Cristo, elevarse a altos puestos de servicio, y llevar responsabilidades en la obra de salvar almas. Conocen por experiencia las necesidades de aquellos por quienes trabajan, y saben cómo ayudarles; saben qué medios son los mejores para reconquistar a los que perecen. Están llenos de gratitud a Dios por las bendiciones recibidas; su corazón está vivificado por el amor, y su energía fortalecida para alzar a otros que nunca podrían levantarse sin ayuda. Tomando la Biblia como su guía y el Espíritu Santo como su ayudador y consolador, hallan que una nueva carrera se abre delante de ellos. Cada una de esas almas que se añade a la fuerza de los obreros, provista de facilidades e instrucción en cuanto a cómo salvar almas para Cristo, viene a ser un colaborador con los que le trajeron la luz de la verdad. Así Dios es honrado y su verdad promovida. 4TS 339.2

    *****

    El mundo se convencerá no tanto por lo que el púlpito enseña como por lo que la iglesia vive. El predicador anuncia la teoría del evangelio, pero la piedad práctica de la iglesia demuestra su poder.4TS 339.3

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