Una falta de simpatía
Entre los profesos cristianos de hoy, hay una alarmante falta de la simpatía que debieran sentir hacia las almas que no son salvas. Si nuestros corazones no laten al unísono con el de Cristo, ¿cómo podemos comprender el carácter sagrado y la importancia de la obra a la cual nos llama, y que consiste en velar por las “almas como aquellos que han de dar cuenta”? Hablamos de las misiones cristianas; y se oye nuestra voz, pero ¿poseemos nosotros el tierno amor de Cristo hacia las almas?5TS 160.1
El Salvador trabajaba sin descanso. El no contaba las horas de trabajo. Su tiempo, su corazón, sus fuerzas eran consagradas al servicio de la humanidad. Sus días eran consagrados al trabajo, y luego pasaba noches enteras en oración, para poder hacer frente al astuto enemigo en todas sus obras engañosas, y cumplir su obra de elevar y restaurar a la humanidad.5TS 160.2
El que ama a Dios no mide su trabajo por la jornada de ocho horas. Trabaja a toda hora y no está nunca franco. Hace el bien cada vez que se le presenta la ocasión. En todas partes y siempre, encuentra manera de trabajar para Dios. Dondequiera que vaya deja una fragancia a su paso. Una atmósfera sana rodea su alma. La hermosura de una vida bien ordenada y de una conversación piadosa inspira en otros fe, esperanza y valor.5TS 160.3
Necesitamos misioneros que tengan corazón. Los esfuerzos intermitentes harán poco bien. Debemos fijar la atención. Necesitamos una convicción intensa.5TS 160.4
Es por medio de un trabajo agresivo, en medio de la oposición, de los peligros, de las pérdidas y sufrimientos, cómo debe proseguirse la obra que tiene por finalidad ganar a las almas.5TS 160.5
En cierta batalla, mientras un regimiento retrocedía ante el enemigo, el portaestandarte en vez de seguir el movimiento de retirada se mantuvo en su lugar. El capitán le ordenó que trajese la bandera junto al regimiento, pero él contestó: “Traiga Vd. a los hombres junto a la bandera.” Tal es la obra de todo fiel portaestandarte: conducir a los hombres junto al estandarte. El Señor pide hombres que le den todo su corazón. Todos sabemos que el pecado de muchos que se dicen cristianos es la falta de ánimo y de energía que les impide, a ellos y a los que dependen de ellos, elevarse a la altura del ideal.5TS 160.6
De todas partes repercute el llamado macedónico: “Pasa y ayúdanos.” Dios ha abierto campos delante de nosotros, y si los hombres quisiesen colaborar con los agentes divinos, muchísimas almas serían ganadas para la verdad. Mas, los que pretenden formar parte del pueblo de Dios se adormecieron sobre el trabajo que les fué asignado, de manera que en muchos lugares este trabajo casi no ha sido principiado. Dios ha enviado un mensaje tras otro para despertar a su pueblo, y animarlo a hacer algo inmediatamente. Pero al llamado: “¿A quién enviaré?” pocos han contestado: “Heme aquí, envíame a mí.” Isaías 6:8.5TS 161.1
Cuando la iglesia haya dejado de merecer el reproche de indolencia y pereza, el Espíritu de Dios se manifestará con gracia. La potencia divina será revelada. La iglesia verá las dispensaciones providenciales del Señor de los ejércitos. La luz de la verdad se derramará en rayos claros y poderosos, y como en los días apostólicos, muchas almas se apartarán del error a la verdad. La tierra será alumbrada con la gloria del Señor.5TS 161.2
Los ángeles del cielo han esperado por mucho tiempo la colaboración de los agentes humanos—de los miembros de la iglesia—en la gran obra que debe hacerse. Ellos os están esperando. Tan vasto es el campo y tan grande la empresa, que todo corazón santificado será alistado en el servicio como instrumento del poder divino.5TS 161.3
Al mismo tiempo obrará una potencia infernal. Mientras los agentes de la misericordia divina obren secundados por corazones humanos abnegados, Satanás pondrá en actividad a sus propios agentes, haciendo tributarios suyos a todos aquellos que acepten su dominación. Habrá muchos señores y muchos dioses. Se oirá el grito: “Aquí está el Cristo, o allí.” En todas partes aparecerán las astutas maquinaciones de Satanás, para apartar la atención de los hombres y las mujeres del cumplimiento de sus deberes inmediatos. Habrá señales y prodigios. Mas el ojo de la fe discernirá en todas esas manifestaciones las señales precursoras de un pavoroso porvenir, y el preludio del triunfo prometido al pueblo de Dios.5TS 161.4
¡Trabajad, oh trabajad, teniendo en vista la eternidad! Recordad que toda energía debe ser santificada. Queda una gran obra por hacer. De toda boca sincera debe subir esta oración: “Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga; haga resplandecer su rostro sobre nosotros; para que sea conocido sobre la tierra tu camino, en todas las gentes tu salud.” Salmos 67:1:2.5TS 162.1
Aquellos que comprenden, aunque sea en un grado limitado, lo que la redención significa para ellos y para sus semejantes, los tales andarán por la fe y podrán comprender, en cierta medida, las necesidades de la humanidad. Sus corazones serán conmovidos a la vista de la abarcante miseria del mundo; la indigencia de las multitudes que sufren por falta de alimentos y de ropa, y la indigencia moral de los millares a quienes amenaza un juicio terrible, ante el cual los sufrimientos físicos se desvanecen en la insignificancia.5TS 162.2
Recuerden los miembros de la iglesia que el solo hecho de tener su nombre escrito en un registro no bastará para salvarlos; deben mostrarse como aprobados por Dios, como obreros que no tengan de qué avergonzarse. Día tras día, deben edificar sus caracteres conforme a las direcciones divinas. Deben morar en él y ejercer constantemente su fe en él. De este modo crecerán hasta alcanzar la estatura perfecta de hombres y mujeres en Jesucristo; serán cristianos sanos, animosos, agradecidos, conducidos por Dios en una luz siempre más pura. Si su vida no es así, ellos se encontrarán un día entre aquellos que harán esta amarga lamentación: “¡Pasóse la siega, acabóse el verano; y mi alma no se salvó! ¿Por qué no busqué un refugio en la Fortaleza? ¿Por qué jugué con la salvación de mi alma y desprecié al Espíritu de gracia?”5TS 162.3
“Cercano está el día de Jehová, cercano y muy presuroso.” Sofonías 1:14. Calcémonos las sandalias del evangelio y estemos listos a cada momento para emprender el viaje. Cada hora, cada minuto es precioso. No tenemos tiempo para buscar nuestra propia satisfacción. En todo nuestro derredor hay almas que están pereciendo en el pecado. Cada día hay algo que hacer para nuestro Señor y Maestro. Cada día hemos de indicar a las almas el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.5TS 163.1
“Por tanto, también vosotros estad apercibidos; porque el Hijo del Hombre ha de venir a la hora que no pensáis.” Mateo 24:44. Por la noche, no os acostéis sin haber antes confesado vuestros pecados. Así hacíamos en 1844, cuando esperábamos ir al encuentro del Señor. Ahora ese acontecimiento está más cercano que cuando por primera vez creímos. Estad siempre apercibidos, por la tarde, por la mañana y al medio día, para que cuando repercuta el clamor: “¡He aquí, el esposo viene, salid a recibirle!” podáis, aun si este grito os despertase del sueño, ir a su encuentro con las lámparas aderezadas y encendidas.5TS 163.2