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    Capítulo 27—Satanás y la oración

    Satanás intenta obstruir nuestras oraciones para impedir nuestro acceso a Dios—Las tinieblas del malo cercan a aquellos que descuidan la oración. Las tentaciones secretas del enemigo los incitan al pecado; y todo porque no se valen del privilegio que Dios les ha concedido de la bendita oración. ¿Por qué han de ser los hijos e hijas de Dios tan remisos para orar, cuando la oración es la llave en la mano de la fe para abrir el almacén del cielo, en donde están atesorados los recursos infinitos de la Omnipotencia? Sin oración incesante y vigilancia diligente, corremos el riesgo de volvernos indiferentes y de desviarnos del sendero recto. Nuestro adversario procura constantemente obstruir el camino al propiciatorio, para que no obtengamos mediante ardiente súplica y fe, gracia y poder para resistir a la tentación.—El Camino a Cristo, 94.Or06 268.1

    Hay un gran poder en la oración. Nuestro poderoso adversario constantemente procura mantener lejos de Dios al alma turbada. Una súplica elevada al cielo por el santo más humilde es más temible para Satanás que los decretos gubernamentales o las órdenes reales. Comentario Bíblico Adventista 2:1002.
    El enemigo impide que muchos de ustedes oren, diciéndoles que no sienten lo que oran, y que sería mejor que esperaran hasta que adquieran más del espíritu de intercesión, de otra manera sus oraciones serían una burla. Pero ustedes deben decirle a Satanás: “Escrito está, que los hombres deben orar y no desmayar”. Debemos orar hasta que tengamos el peso de nuestros deseos sobre nuestra alma; y si perseveramos lo tendremos. El Señor nos imbuirá con su Espíritu Santo. El Señor sabe, y el diablo sabe que no podemos resistir las tentaciones de Satanás sin poder de lo alto. Por esta razón el maligno busca impedir que nos aferremos de Aquel que es poderoso para salvar. Nuestro Señor lo hizo nuestro deber, tanto como nuestro privilegio, el conectar nuestra debilidad, nuestra ignorancia, nuestra necesidad, con su fortaleza, su sabiduría, su justicia. El une su poder infinito con el esfuerzo de seres finitos, de manera que éstos resulten más que victoriosos en la batalla contra el enemigo de sus almas.
    Or06 268.2

    Que nadie se desanime, porque Jesús vive para interceder por nosotros. Hay un cielo que ganar y un infierno que escapar, y Cristo está interesado en nuestro bienestar. El ayudará a todos aquellos que lo invocan. Debemos mezclar fe en todas nuestras oraciones. No podemos bajar a Cristo, pero, por la fe, podemos elevarnos a la unidad y la armonía con la perfecta norma de justicia. Tenemos un enemigo astuto que enfrentar y conquistar, pero podemos hacerlo en el nombre del Todopoderoso.—The Review and Herald, 30 de octubre de 1888.Or06 269.1

    No deje que las sugestiones satánicas le impidan orar—No debemos sentirnos tan abrumados por el pensamiento de nuestros pecados y errores que dejemos de orar. Algunos se dan cuenta de su gran debilidad y pecado, y se desaniman. Satanás echa su oscura sombra entre ellos y el Señor Jesús, su sacrificio expiatorio. Ellos dicen: Es inútil que yo ore. Mis oraciones están tan mezcladas con malos pensamientos que el Señor no las oirá.Or06 269.2

    Estas sugestiones son de Satanás. En su humanidad Cristo enfrentó y resistió esta tentación, y sabe cómo socorrer a los que así son tentados. En nuestro favor ofreció “ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas”. Hebreos 5:7.Or06 269.3

    Muchos, no advirtiendo que sus dudas vienen de Satanás, se apocan y son derrotados en la lucha. No dejéis de orar porque tengáis malos pensamientos. Si por nuestro propio saber pudiéramos orar rectamente, también podríamos vivir rectamente y no necesitaríamos un sacrificio expiatorio. Pero la imperfección está sobre toda la humanidad. Educad y ejercitad vuestra mente para que podáis con sencillez contarle al Señor lo que necesitáis. Al ofrecer vuestras peticiones a Dios en demanda de perdón por el pecado, una atmósfera más pura y más santa rodeará vuestra alma.—En Los Lugares Celestiales, 78.Or06 269.4

    La oración trastorna los esfuerzos más vigorosos de Satanás—El hombre es cautivo de Satanás, y está naturalmente inclinado a seguir sus sugestiones y cumplir sus órdenes. No tiene en sí mismo poder para oponer resistencia eficaz al mal. Únicamente en la medida en que Cristo more en él por la fe viva, influyendo en sus deseos e impartiéndole fuerza de lo alto, puede el hombre atreverse a arrostrar a un enemigo tan terrible. Todo otro medio de defensa es completamente vano. Es únicamente por Cristo cómo es limitado el poder de Satanás. Esta es una verdad portentosa que todos debieran entender. Satanás está ocupado en todo momento, yendo de aquí para allá en la tierra, buscando a quien devorar. Pero la ferviente oración de fe frustrará sus esfuerzos más arduos. Embrazad, pues, hermanos, “el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno”.—Joyas de los Testimonios 2:106.Or06 270.1

    La oración desvía los ataques de Satanás—La oración nos une mutuamente y con Dios. La oración trae a Jesús a nuestro lado, y da al alma desfalleciente y perpleja nueva energía para vencer al mundo, a la carne y al demonio. La oración aparta los ataques de Satanás.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 195.Or06 270.2

    Debemos llevar puesta la completa armadura de Dios, y estar listos en todo momento para sostener el conflicto con las potestades de las tinieblas. Cuando nos asalten las tentaciones y las pruebas, acudamos a Dios para luchar con él en oración. No dejará que volvamos vacíos, sino que nos dará fortaleza y gracia para vencer y quebrantar el poderío del enemigo.—Primeros Escritos, 46.Or06 270.3

    Satanás tiembla al sonido de la oración—Si Satanás ve que corre peligro de perder a un alma, hace cuanto puede para conservarla. Y cuando la persona llega a darse cuenta del peligro que corre, y con angustia y fervor busca fortaleza en Jesús, Satanás teme perder un cautivo, y llama un refuerzo de sus ángeles para rodear a la pobre alma y formar una muralla de tinieblas en derredor de ella con el propósito de que la luz del cielo no la alcance. Pero si el que está en peligro persevera, y en su impotencia se aferra a los méritos de la sangre de Cristo, nuestro Salvador escucha la ferviente oración de fe, y envía refuerzos de ángeles poderosos en fortaleza para que lo libren.Or06 271.1

    Satanás no puede soportar que se recurra a su poderoso rival, porque teme y tiembla ante su fuerza y majestad. Al sonido de la oración ferviente, toda la hueste de Satanás tiembla. Él continúa llamando legiones de malos ángeles, para lograr su objeto. Cuando los ángeles todopoderosos, revestidos de la armadura del cielo, acuden en auxilio del alma perseguida y desfalleciente, Satanás y su hueste retroceden, sabiendo perfectamente que han perdido la batalla. Los voluntarios súbditos de Satanás son fieles, activos y unidos en un propósito, y aunque se aborrecen y se hacen guerra mutuamente, aprovechan toda oportunidad para fomentar su interés común. Pero el gran General del cielo y de la tierra ha limitado el poder de Satanás.—Joyas de los Testimonios 1:122.Or06 271.2

    Satanás teme la oración del santo más humilde—Hay un gran poder en la oración. Nuestro poderoso adversario constantemente procura mantener lejos de Dios al alma turbada. Una súplica elevada al cielo por el santo más humilde es más temible para Satanás que los decretos gubernamentales o las órdenes reales.—Comentario Bíblico Adventista 2:1002.Or06 271.3

    La oración es un arma contra Satanás—Guardaos de descuidar la oración secreta y el estudio de la Palabra de Dios. Estas son vuestras armas contra aquel que se esfuerza por obstaculizar vuestro progreso hacia el cielo. El primer descuido de la oración y del estudio de la Biblia hace más fácil el segundo. La primera resistencia a los ruegos del Espíritu prepara el camino para la segunda. De este modo se endurece el corazón y se hace insensible la conciencia.—Mensajes para los Jóvenes, 94.Or06 271.4

    La oración quebranta los lazos de Satanás—Oremos mucho más cuanto menos sintamos la inclinación de tener comunión con Jesús. Si así lo hacemos, quebraremos las trampas de Satanás, desaparecerán las nubes de oscuridad y gozaremos de la dulce presencia de Jesús.—Exaltad a Jesús, 366.Or06 272.1

    La oración prevalece contra Satanás—La oración de fe es la gran fortaleza del cristiano y con toda seguridad prevalecerá contra Satanás. Por esto él insinúa que no necesitamos de la oración. Detesta el nombre de Jesús, nuestro Abogado; y cuando acudimos fervorosamente a él por ayuda, la hueste de Satanás se alarma. Sirve bien a sus propósitos que descuidemos el ejercicio de la oración, porque entonces sus milagros mentirosos son recibidos con mayor facilidad.—Mente, Carácter y Personalidad 1:26.Or06 272.2

    Se necesita orar especialmente en los momentos críticos de nuestro conflicto con Satanás—En el conflicto con los agentes satánicos hay momentos decisivos que determinan la victoria, ya sea del lado de Dios o del lado del príncipe de este mundo. Si los que están empeñados en la lucha no están bien despiertos, ni son fervientes, ni vigilantes, ni oran por sabiduría, ni velan en oración... Satanás resulta vencedor, cuando podría haber sido derrotado por los ejércitos del Señor... Los fieles centinelas de Dios no deben dar ninguna ventaja a los poderes del mal.—Comentario Bíblico Adventista 6:1094.Or06 272.3

    La oración ferviente enfurece a Satanás—Satanás induce a muchos a creer que orar a Dios es inútil y únicamente un acto formal. Sabe muy bien cuán útiles son la meditación y la oración para mantener a los seguidores de Cristo despiertos para resistir su astucia y engaño. Mediante sus artimañas desea apartar la mente de este importante ejercicio espiritual, para que el alma no busque ayuda apoyándose en el Dios poderoso ni obtenga fortaleza de él para resistir los ataques del enemigo. Se me llamó la atención a las oraciones fervientes y eficaces del pueblo de Dios en la antigüedad. “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente”. Santiago 5:17. Daniel oraba a Dios tres veces por día. El sonido de la oración ferviente pone furioso a Satanás porque sabe que experimentará pérdida.—Testimonios para la Iglesia 1:266.Or06 272.4

    Satanás se alegra cuando se ofrecen oraciones que no se entienden—Pronuncien sus palabras debidamente los que oran y los que hablan; háganlo en tono claro, distinto y firme. La oración, si se hace de una manera apropiada, es un poder para el bien. Es uno de los medios empleados por el Señor para comunicar al pueblo los preciosos tesoros de verdad. Pero muchas veces no es lo que debiera ser, por causa de las voces defectuosas de los que la elevan. Satanás se regocija cuando es casi imposible oír las oraciones ofrecidas a Dios.Or06 273.1

    Aprenda el pueblo de Dios a hablar y orar de una manera que represente apropiadamente las grandes verdades que poseemos. Sean claros y distintos los testimonios dados y las oraciones formuladas. Así será glorificado el Señor.—Obreros Evangélicos, 91.Or06 273.2

    Satanás intenta convencernos de que la oración no es necesaria—La idea de que la oración no es esencial es una de las astucias de las que con mayor éxito se vale Satanás para destruir a las almas. La oración es una comunión con Dios, fuente de la sabiduría, fuerza, dicha y paz.—Conducción del Niño, 490.Or06 273.3

    Satanás ve a los siervos del Señor agobiados al comprobar las tinieblas espirituales que envuelven a los hombres. Oye sus ardientes oraciones, en que piden a Dios gracia y poder para sacudir la indiferencia y la indolencia de las almas. Entonces despliega sus artes con nuevo ardor. Tienta a los hombres para que cedan a la glotonería o a cualquier otra forma de sensualidad, y adormece de tal modo su sensibilidad que dejan de oír precisamente las cosas que más necesitan saber.Or06 273.4

    Bien sabe Satanás que todos aquellos a quienes pueda inducir a descuidar la oración y el estudio de las Sagradas Escrituras serán vencidos por sus ataques. De aquí que invente cuanta estratagema le es posible para tener las mentes distraídas. Siempre ha habido una categoría de personas que profesan santidad, y que en lugar de procurar crecer en el conocimiento de la verdad, hacen consistir su religión en buscar alguna falta en el carácter de aquellos con quienes no están de acuerdo, o algún error en su credo. Son los mejores agentes de Satanás. Los acusadores de los hermanos no son pocos; siempre son diligentes cuando Dios está obrando y cuando sus hijos le rinden verdadero homenaje. Son ellos los que dan falsa interpretación a las palabras y acciones de los que aman la verdad y la obedecen. Hacen pasar a los más serios, celosos y desinteresados siervos de Cristo por engañados o engañadores. Su obra consiste en desnaturalizar los móviles de toda acción buena y noble, en hacer circular insinuaciones malévolas y despertar sospechas en las mentes poco experimentadas. Harán cuanto sea imaginable porque aparezca lo que es puro y recto como corrupto y de mala fe.—El Conflicto de los Siglos, 573.Or06 273.5

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