Un caso en que no se ganaría nada con abandonar a la actual esposa
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Acabo de leer su carta concerniente a M. Considero este asunto tal como Ud. lo ve, y pienso que la actitud del padre de M es cruel y malvada... Yo diría que su caso [el de M] no puede mejorarse abandonando a la esposa actual. No se remediaría en nada este caso si él volviera junto a la primera mujer.2MS 392.3
Considero que el caso del padre es extraño, y que a él no le agradará enfrentarse con el registro de sus actos en el día de Dios. Necesita arrepentirse delante de Dios de su actitud y de sus obras. Lo mejor que puede hacer es dejar de causar problemas... Que el padre y el hermano lleven a cabo obras diligentes. Ambos necesitan el poder transformador de Dios. Que el Señor ayude a esas pobres almas a quitar las manchas y las arrugas de sus propios caracteres, y que se arrepientan de sus males, y que dejen a M con el Señor.2MS 393.1
Siento mucha pena por ese hombre, porque su conducta se ha complicado en tal forma que no vale la pena mezclarse en ella, debido a que las dificultades se han amontonado unas sobre otras. Yo diría que el Señor comprende la situación, y que si M lo busca de todo corazón será contado con los que le pertenecen. Si hace lo mejor de su parte, Dios lo perdonará y lo recibirá.2MS 393.2
De cuánto valor es saber que tenemos a Uno que conoce y comprende cada caso, y que ayudará a los que están más desvalidos. Pero el reproche de Dios alcanza al padre y al hermano que están dispuestos a llevar a la destrucción y a la perdición a uno que ante la vista de Dios no está en mayor condenación que ellos mismos; y a pesar de eso, ellos quieren emplear su poder de convicción para descorazonar, desanimar y llevar a M hasta la desesperación.2MS 393.3
M debe esperar en Dios y hacer lo mejor que pueda para servirle con toda humildad de mente, y echar su alma desvalida sobre el gran Portador de los pecados. No he escrito ni una palabra al padre o al hijo. Haría de buena gana todo lo que pudiera para ayudar al pobre M a corregir las cosas, pero esto no se puede hacer en la situación actual, sin que alguien salga perjudicado.—Carta 175, 1901.2MS 393.4
Todo miembro de la familia humana que se entregue a Cristo, todo el que escuche la verdad y la obedezca, llega a ser miembro de una misma familia. El ignorante y el sabio, el rico y el pobre, el pagano y el esclavo, el blanco y el negro: Jesús pagó el precio por el alma de todos ellos. Si creen en él, su sangre purificadora se aplica a ellos. El nombre del negro es escrito en el libro de la vida junto al nombre del blanco. Todos son uno en Cristo. El origen, la posición social, la nacionalidad o el color no pueden elevar o degradar a los hombres. El carácter es el que hace al hombre. Si un piel roja, un chino o un africano dan su corazón a Dios, en obediencia y fe, Jesús no lo ama menos debido a su color. Lo llama su hermano amado (Manuscrito 6, 1891).2MS 394.1