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Mensajes Selectos Tomo 2

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    Capítulo 4

    Cuando una enfermedad grave afecta a una familia, hay gran necesidad de que cada uno de sus miembros preste estricta atención a la limpieza personal y al régimen de alimentación a fin de mantenerse en una condición saludable, y al hacer esto, fortalecerse contra la enfermedad. Es también de la mayor importancia que la habitación del enfermo esté debidamente ventilada desde el mismo comienzo. Tal cosa será beneficiosa para los afectados por la enfermedad, y es muy necesaria para mantener con salud a los que están obligados a permanecer durante un tiempo prolongado en la habitación del enfermo.2MS 520.1

    Es muy importante que el enfermo tenga una temperatura estable en su habitación. Si esto se deja librado al juicio de los que lo asisten, no siempre podrá determinarse en forma correcta, porque éstos pueden no ser los mejores jueces de una temperatura adecuada. Y algunas personas requieren más calor que otras, de modo que se sentirán cómodas en una habitación que para otra persona podría estar desagradablemente caliente. Y si se permite que cada una regule el calor para acomodarlo a su propia conveniencia, la atmósfera de la habitación del enfermo distará mucho de tener un calor regular. Algunas veces estará desagradablemente caliente para el paciente, y otras veces estará demasiado fría, lo cual ejercerá el efecto más perjudicial sobre el enfermo. Los amigos o los asistentes del enfermo que, a causa de la ansiedad o de los cuidados que deben prestarle, no pueden dormir lo suficiente, o tienen que levantarse repentinamente en la noche para prestar algún servicio, tienden a ser muy sensibles al frío. Tales personas no constituyen termómetros correctos para medir la temperatura de la habitación del enfermo. Estas cosas pueden parecer de poca importancia, pero tienen mucho que ver con el restablecimiento del enfermo. En numerosos casos la vida ha sido puesta en peligro por los cambios extremos a que se ha sometido la temperatura de la habitación del paciente.2MS 520.2

    Cuando hay tiempo agradable, en ningún caso debe privarse a los enfermos de abundante aire fresco. Puede ser que sus habitaciones no siempre hayan sido construidas para permitir que las ventanas y las puertas se abran en ellas sin que la corriente de aire los afecte directamente, exponiéndolos a un enfriamiento. En esos casos las ventanas y las puertas deberían abrirse en una habitación adyacente, permitiendo así que el aire fresco entre en el cuarto ocupado por el enfermo. El aire fresco resultará más benéfico para los enfermos que los medicamentos, y es mucho más esencial para ellos que su alimento. Les irá mejor y se restablecerán más pronto privados de alimento que de aire fresco.2MS 520.3

    Muchos inválidos han estado confinados durante semanas y meses en habitaciones cerradas, privados de la luz y del aire puro y vigorizador del cielo, como si el aire fuera un enemigo mortal, cuando éste era precisamente la medicina que el enfermo necesitaba para recuperarse. Todo el organismo se debilitó y enfermó por falta de aire, y la naturaleza se estaba hundiendo bajo su carga de impurezas acumuladas, con la adición de los venenos de moda administrados por los médicos, hasta que fue vencida y se quebrantó debido a sus esfuerzos, y como resultado de esto los enfermos murieron. Pudieron haber vivido. El cielo no quería su muerte. Murieron como víctimas de su propia ignorancia, de la ignorancia de sus amigos, y de la ignorancia y el engaño de los médicos que les dieron venenos de moda, y los privaron de agua pura para beber y de aire fresco para respirar, lo que habría vigorizado los órganos vitales, purificado la sangre y ayudado a la naturaleza en su tarea de vencer el estado deficiente de su organismo. Estos remedios valiosos provistos por el cielo, y que no cuestan nada, fueron puestos de lado y considerados no solamente sin valor sino también como enemigos peligrosos, mientras los venenos prescriptos por los médicos eran tomados con ciega confianza.2MS 521.1

    Miles de personas han muerto por falta de agua pura y de aire puro, y sin embargo, habrían podido vivir. Y miles de inválidos que están vivos, que constituyen una carga para sí mismos y para otros, piensan que sus vidas dependen de la ingestión de los medicamentos recetados por los médicos. Se están protegiendo continuamente del aire y evitando el uso del agua. Pero necesitan de estas bendiciones para restablecerse. Si quisieran recibir instrucción y dejaran de lado los medicamentos, si se acostumbraran al ejercicio al aire libre y a tener aire en sus casas, en el verano y en el invierno, y a utilizar agua pura para beber y bañarse, estarían comparativamente bien y felices en lugar de arrastrar una existencia miserable.2MS 521.2

    Los asistentes y las enfermeras que trabajan en los cuartos de los enfermos deben cuidar su propia salud, especialmente en los casos graves de fiebre y de tuberculosis. No debe permitirse que una sola persona permanezca durante un tiempo prolongado en la habitación del enfermo. Es más seguro que dos o tres enfermeras cuidadosas y competentes se turnen para atender al enfermo en su cuarto cerrado. Cada una debería hacer ejercicio al aire libre con tanta frecuencia como sea posible. Esto es importante para los que asisten a los enfermos, especialmente si los amigos del enfermo pertenecen a esa clase de gente que considera el aire como un enemigo cuando se lo deja entrar en la habitación del enfermo, y no permite que se abran las ventanas y las puertas. En este caso, el enfermo y sus asistentes se ven obligados a respirar diariamente una atmósfera intoxicante, debido a la inexcusable ignorancia de los amigos del enfermo.2MS 522.1

    En muchísimos casos los acompañantes del enfermo ignoran las necesidades del organismo y la relación que existe entre la respiración de aire fresco y la salud, y desconocen también la influencia destructora de la vida que ejerce la inhalación del aire contaminado del cuarto del enfermo. En este caso peligra la vida del paciente, y los acompañantes mismos corren el riesgo de contraer la enfermedad y de perder la salud, y posiblemente hasta la vida.2MS 522.2

    Si la fiebre ataca a una familia, a menudo más de uno de sus miembros la padece. Esto no debería ocurrir si los hábitos de la familia fuesen correctos. Si la alimentación fuese adecuada, si observasen hábitos de aseo y comprendiesen la necesidad de ventilación, la fiebre no necesitaría contagiar a los demás miembros de la familia. La razón por la que las fiebres reinan en las familias, y amenazan a los acompañantes del enfermo, es que la habitación del paciente no se mantiene libre de la infección tóxica mediante la limpieza y la ventilación adecuadas.2MS 522.3

    Si los que atienden a los enfermos se interesan seriamente en el tema de la salud y comprenden la necesidad de ventilación para su propio beneficio tanto como el del paciente, y si los parientes y el enfermo se oponen a que se deje entrar aire y luz en la habitación, los que asisten al enfermo deberían abandonar el cuarto sin tener escrúpulos de conciencia. Deberían sentirse liberados de sus obligaciones hacia el enfermo. No es deber de una o más personas el arriesgarse a contraer una enfermedad y poner en peligro su vida respirando una atmósfera tóxica. Si los enfermos son víctimas de sus propias ideas erróneas, e impiden la entrada a sus habitaciones de las bendiciones más esenciales del cielo, dejad que lo hagan, pero sin poner en peligro a los que desean vivir.2MS 522.4

    La madre, guiada por el sentido del deber, ha dejado a su familia para servir en la habitación del enfermo, donde no se permitía la entrada de aire fresco, y ha enfermado por respirar en una atmósfera contaminada; todo su organismo quedó afectado. Después de sufrir intensamente durante un tiempo, ha muerto dejando huérfanos a sus hijos. El enfermo que compartió la simpatía y la abnegación de esta madre recuperó su salud, pero ni él ni sus amigos comprendieron que se había sacrificado una vida preciosa debido a la ignorancia de la relación que existe entre el aire puro y la salud. Tampoco se sintieron responsables hacia los hijos que habían quedado sin el cuidado tierno de una madre.2MS 523.1

    Las madres a veces permiten que sus hijas cuiden a los enfermos en habitaciones mal ventiladas, y como resultado de eso han tenido que atenderlas durante el período de su enfermedad. Y debido a la ansiedad de la madre y a los cuidados prestados a su hija, ella también ha enfermado, y con frecuencia una o las dos han muerto, o han quedado con una constitución quebrantada o bien han vivido como inválidas durante el resto de su vida. Hay una lista lamentable de males que tienen su origen en la habitación del enfermo, pero de la que se ha excluido el aire puro del cielo. Todos los que respiran esa atmósfera tóxica violan las leyes que rigen su organismo y deben sufrir la penalidad.2MS 523.2

    Los enfermos, por regla general, se ven obligados a soportar a un exceso de visitantes que hablan con ellos y los cansan con sus diversos temas de conversación, cuando lo que necesitan es reposo sin ninguna clase de perturbación. Muchos han enfermado por haber abusado de sus fuerzas. Sus energías exhaustas los obligan a dejar de trabajar, y son llevados al lecho del dolor. El descanso, la libertad de las preocupaciones, la luz, el aire puro, el agua pura y una dieta sobria, es todo lo que necesitan para restablecerse. Es una bondad equivocada la que conduce a muchos a visitar a los enfermos por cortesía. Con frecuencia han pasado una noche sin dormir y con sufrimiento después de recibir visitantes. Han sido excitados en mayor o en menor grado, y la reacción ha sido demasiado grande para sus energías que ya estaban debilitadas, y como resultado de esas visitas de cortesía, los enfermos han sido puestos en estado peligroso, y se han sacrificado vidas por falta de consideración y prudencia.2MS 523.3

    A veces al enfermo le agrada ser visitado y saber que sus amigos no lo han olvidado en su aflicción. Pero aunque estas visitas pueden producir satisfacción, en muchos casos han cargado la balanza cuando el enfermo se estaba restableciendo, y la balanza ha descendido hasta la muerte. Los que no están en condiciones de prestar ayuda deberían tener cuidado en lo que concierne a las visitas a los enfermos. Si no pueden hacer ningún bien, puede ser que hagan mal. Pero no hay que descuidar a los enfermos. Debe atendérselos en la mejor forma posible, y deben contar con la simpatía de sus amigos y sus parientes.2MS 524.1

    La costumbre muy difundida de tener veladores, que cuidan al enfermo durante la noche, ha producido mucho daño. Esto puede ser necesario en casos críticos; pero con frecuencia con esta práctica se causa más perjuicio que beneficio al enfermo. Ha imperado la costumbre de impedir la entrada de aire a la habitación de los enfermos. La atmósfera de estos cuartos, para decir lo menos, es sumamente impura, lo que agrava mucho la condición del enfermo. Además de esto, el tener uno o más veladores que usan el escaso aire vital que puede entrar en la habitación del enfermo a través de las hendiduras de las puertas y las ventanas, priva a los pacientes de su vitalidad y los deja más debilitados de lo que habrían podido estar si se los hubiese dejado solos. Pero el mal no termina aquí. Aun un solo velador causará más o menos perturbación que molestará al enfermo. Pero cuando hay dos veladores a menudo conversan, a veces en voz alta, pero más frecuentemente cuchicheando, lo que resulta más exasperante y excita más los nervios del enfermo que si se hablara en voz alta.2MS 524.2

    Los enfermos pasan muchas horas de sufrimiento por causa de los veladores. Si se los dejase solos, con las luces apagadas, sabiendo que todos descansan, podrían dormir con más facilidad, y en la mañana despertarían refrescados. Cada porción de aire vital en la habitación del enfermo tiene el más alto valor, aunque muchos enfermos lo ignoren. Se sienten muy deprimidos y no saben a qué atribuirlo. Una corriente de aire puro que circulase por la habitación ejercería un efecto vigorizador sobre ellos.2MS 524.3

    Pero si temen al aire, y si se privan de su bendición, el escaso aire que se permite que llegue hasta ellos no debería ser consumido por los veladores ni por la llama de una lámpara. Los acompañantes de los enfermos, de ser posible, deberían dejarlos que descansen durante la noche, mientras ellos ocupan una habitación contigua.2MS 524.4

    En la habitación del enfermo debería evitarse todo ruido y excitación, y toda la casa debería mantenerse tan tranquila como sea posible. La ignorancia, el descuido y la imprudencia han causado la muerte de muchas personas que habrían podido vivir si hubiesen recibido el cuidado debido de parte de asistentes juiciosos y considerados. Las puertas hay que abrirlas y cerrarlas con cuidado, y los asistentes deben moverse sin prisa, sin ruido y con aplomo.2MS 525.1

    La habitación del enfermo, si es posible, debería tener una corriente de aire que circulara por ella día y noche. La corriente no debería dar directamente sobre el enfermo. Se corre poco peligro de enfriamiento cuando hay una fiebre intensa. Pero debe tenerse cuidado especial cuando sobreviene la crisis y pasa la fiebre. Hay que ejercer una vigilancia constante para mantener la vitalidad del organismo. Los enfermos deben tener aire puro y vigorizador. Si no es posible hacerlo en otra forma, el enfermo, hasta donde se pueda, debería ser llevado a otra habitación y puesto en otra cama, mientras su cuarto, su cama y sus ropas son purificados mediante el proceso de ventilación. Si los que están bien necesitan las bendiciones de la luz y del aire, y necesitan tener hábitos de limpieza a fin de conservarse sanos, los enfermos tienen una necesitad aún mayor de estos recursos en proporción a su condición debilitada.2MS 525.2

    Podría evitarse una gran cantidad de sufrimiento si todos colaboran para prevenir la enfermedad, obedeciendo estrictamente las leyes de la salud. Hay que observar hábitos estrictos de aseo. Muchas personas, mientras están bien, no se toman el trabajo de conservarse sanas. Descuidan el aseo personal y no tienen cuidado de mantener su ropa limpia. Las impurezas pasan en forma constante e imperceptible del cuerpo a la piel, a través de los poros, y si no se mantiene la superficie de la piel en una condición saludable, el organismo es recargado con los residuos impuros. Si la ropa que se usa no se lava y se airea con frecuencia, se contamina con las impurezas expelidas por el cuerpo por medio de la transpiración. Y si no se eliminan con frecuencia las impurezas de la ropa, los poros de la piel vuelven a absorber los materiales de desecho que habían sido expelidos. Las impurezas del cuerpo, si no se permite su salida, son llevadas de vuelta a la sangre e introducidas forzadamente en los órganos internos. La naturaleza, para librar al organismo de las impurezas tóxicas, realiza un esfuerzo que produce fiebre, y a esto se lo llama enfermedad. Pero aun entonces, si los que enferman ayudan a la naturaleza en sus esfuerzos, utilizando agua pura, se evitaría mucho sufrimiento. Pero muchas personas en lugar de hacer esto y de procurar eliminar las sustancias venenosas del organismo, introducen en el organismo un veneno más mortal para eliminar otro veneno que ya estaba allí.2MS 525.3

    Si cada familia comprendiese los resultados beneficiosos de la limpieza cabal, efectuaría esfuerzos especiales para quitar toda impureza de sus personas y de sus casas, y extendería sus esfuerzos a los patios. Muchos permiten que haya cerca de sus casas sustancias vegetales en descomposición. No comprenden la influencia de estas cosas. De esas sustancias descompuestas surgen continuamente emanaciones que envenenan el aire. Al respirar ese aire impuro, la sangre se envenena, los pulmones se afectan y enferma todo el organismo. Diversas enfermedades son causadas por la inhalación del aire contaminado por estas sustancias en descomposición.2MS 526.1

    Algunas familias han enfermado de fiebre, algunos de sus integrantes han muerto y los miembros restantes casi han murmurado contra su Creador debido a la aflicción que les ha sobrevenido, cuando la única causa de su enfermedad y muerte ha sido su propio descuido. Las impurezas que había alrededor de su casa han acarreado sobre ellos las enfermedades contagiosas y las grandes tribulaciones de las que culpan a Dios. Toda familia que aprecie la salud debería limpiar sus casas y sus patios de toda sustancia en descomposición.2MS 526.2

    Dios ordenó a los israelitas que no permitieran que hubiera impurezas en su persona ni en su ropa. Los que tenían alguna impureza personal debían ser excluidos del campamento hasta la noche, y luego se requería que se limpiasen ellos mismos y sus ropas antes de poder regresar al campamento. Dios les ordenó también que no tuvieran impurezas cerca de sus tiendas y hasta una gran distancia del campamento, no fuera que el Señor pasara por allí y viera su inmundicia.2MS 526.3

    En lo que atañe a la limpieza, Dios no requiere de su pueblo hoy menos de lo que requería del Israel antiguo. El descuido de la limpieza producirá enfermedad. La enfermedad y la muerte prematura no ocurren sin una causa. Fiebres pertinaces y enfermedades violentas han prevalecido en vecindarios y en pueblos que hasta entonces se habían considerado saludables, y algunos han muerto mientras otros han quedado con una constitución quebrantada e inválidos durante toda la vida. En muchos casos sus propios patios contenían los agentes destructivos que enviaban venenos mortales a la atmósfera, para ser luego respirados por la familia y el vecindario. La pereza y el descuido que a veces se advierten son detestables, y es asombrosa la ignorancia del efecto que tales cosas ejercen sobre la salud. Esos lugares deberían ser purificados, especialmente durante el verano, con cal o ceniza, o enterrando las inmundicias.2MS 526.4

    Algunas casas están costosamente amuebladas más para gratificar el orgullo y para recibir visitas, que para la comodidad, la conveniencia y la salud de la familia. Las mejores habitaciones son mantenidas a oscuras. Se las priva de luz y de aire, no sea que la luz del cielo dañe los muebles costosos, destiña las alfombras o manche los marcos de los cuadros. Cuando se permite que los visitantes se sienten en estas habitaciones de gran valor, se arriesgan a contraer un resfrío debido a la atmósfera fría que reina en ellas. Los salones y los dormitorios se mantienen igualmente cerrados y por las mismas razones. Y quienquiera que ocupe esas camas que no han estado bien expuestas a la luz y al aire, lo hacen a expensas de su salud y con frecuencia hasta de la vida.2MS 527.1

    Las habitaciones que no están expuestas a la luz y al sol se humedecen. Las camas y las ropas de cama también se humedecen, y la atmósfera de estas habitaciones es tóxica, porque no ha sido purificada por la luz y el aire. Las personas que han dormido en estos departamentos de moda, pero destructores de la salud, han contraído diversas enfermedades. Toda familia que estime la salud por encima del hueco aplauso de los visitantes elegantes, permitirá que el aire circule y que haya abundancia de luz en cada habitación de sus casas durante varias horas cada día. Pero muchos siguen la moda tan de cerca que se hacen esclavos de ella, y están dispuestos a sufrir enfermedades y hasta la muerte, antes que estar al margen de la moda. Segarán lo que siembran. Vivirán en forma elegante, pero sufrirán enfermedades como resultado de esto, los médicos les recetarán venenos de moda, y morirán de una muerte a la moda.2MS 527.2

    Los dormitorios especialmente deberían estar bien ventilados, y su atmósfera debe ser hecha saludable mediante el aire y la luz. Hay que dejar las persianas abiertas varias horas cada día, hay que correr las cortinas y airear cabalmente la habitación. Ni por corto tiempo debería quedar nada que contamine la pureza de la atmósfera.2MS 527.3

    Muchas familias sufren de malestar de la garganta, de enfermedad del pulmón, y se quejan del hígado, a causa de su propia conducta inadecuada. Sus dormitorios son pequeños, inapropiados para dormir en ellos una sola noche, y sin embargo ocupan los pequeños apartamentos durante semanas, meses y años. Mantienen puertas y ventanas cerradas temiendo que se resfriarán si queda una hendidura abierta a la entrada del aire. Respiran el mismo aire una vez tras otra, hasta que se impregna de impurezas tóxicas y de desechos expelidos por sus cuerpos a través de los pulmones y los poros de la piel. Estas personas pueden realizar un sencillo experimento para convencerse de que el aire de sus habitaciones es insalubre; entren en ellas después de haber permanecido durante un tiempo al aire libre. Entonces podrán tener idea de las impurezas que han estado llevando a la sangre a través de las inhalaciones realizadas por los pulmones. Los que atentan en esta forma contra la salud deben sufrir de enfermedad. Todos deben considerar la luz y el aire como las bendiciones más preciadas del cielo. No deberían cerrar la puerta a esas bendiciones como si fuesen enemigos.2MS 527.4

    Los dormitorios deberían ser amplios, y estar dispuestos de tal modo que permitan que el aire circule por ellos durante el día y la noche. Los que han excluido el aire de sus dormitorios deberían comenzar a cambiar inmediatamente de proceder. Deberían permitir la entrada del aire gradualmente, y aumentar su circulación hasta que puedan soportarlo en invierno y en verano, sin peligro de resfriarse. Se necesita aire puro para mantener la salud de los pulmones.2MS 528.1

    Los que no han dejado que el aire circulara libremente en sus habitaciones durante la noche, por lo general despiertan sintiéndose agotados y afiebrados y no saben cuál es la causa. Era aire, aire vital, que todo el organismo necesitaba, pero no pudo obtenerlo. La mayor parte de las personas, después de levantarse en las mañanas, podrían recibir beneficio si se dieran un baño con ayuda de una esponja o, si les resulta más agradable, utilizando una toalla mojada. Esto quitará las impurezas de la piel. Luego hay que sacar las ropas de la cama, pieza por pieza, para exponerla a la acción del aire. Hay que abrir las ventanas, asegurar las persianas y dejar que el aire circule libremente por los dormitorios durante varias horas, o aun durante todo el día. En esta forma la cama y la ropa se airearán completamente y la habitación será limpiada de impurezas.2MS 528.2

    Los árboles de sombra y los arbustos plantados muy cerca de la casa son perjudiciales para la salud, porque impiden la libre circulación del aire y estorban el paso de los rayos del sol. Como resultado de esto la casa se humedece. Especialmente durante la estación lluviosa, los dormitorios se humedecen y los que duermen en las camas sufren de reumatismo, de neuralgias y de afecciones pulmonares que generalmente conducen a la tuberculosis. Cuando hay muchos árboles, éstos arrojan muchas hojas, las que, si no se las levanta inmediatamente, se corrompen e intoxican la atmósfera. Un patio hermoseado con árboles bien distribuidos y con algunos arbustos plantados a una distancia prudencial de la casa, proporciona felicidad y gozo a la familia, y si se lo cuida en forma debida no perjudicará la salud. Las casas, si esto es posible, deberían edificarse en lugares altos y secos. Si se construye una casa en un lugar donde el agua se junta alrededor de ella, y permanece durante un tiempo, y luego se seca poco a poco, se produce un miasma tóxico cuyos resultados serán fiebre, paludismo, mal de garganta, y enfermedades de los pulmones.2MS 528.3

    Muchas personas han esperado que Dios las protegería de las enfermedades únicamente porque así se lo pedían. Pero Dios no toma en cuenta sus oraciones porque su fe no ha sido hecha perfecta por las obras. Dios no obrará un milagro para librar de la enfermedad a los que no tienen cuidado de sí mismos, sino que violan continuamente las leyes de la salud, y no realizan ningún esfuerzo para impedir la enfermedad. Cuando hacemos todo lo posible por tener salud, entonces podemos esperar resultados positivos y podemos pedir a Dios con fe que bendiga nuestros esfuerzos realizados en favor de la conservación de la salud. Entonces él contestará nuestra oración, si su nombre puede ser glorificado de ese modo. Todos deben comprender que tienen una obra que realizar. Dios no obrará en forma milagrosa para conservar la salud de las personas que adoptan una conducta que seguramente los hará enfermar, a causa de su descuido de las leyes de la salud. How to Live 4:54-64.2MS 529.1

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