1—Advertencias contra las enseñanzas sensacionales y la religión emocional
El peligro de las especulaciones
Un tiempo de tribulación está por sobrecoger al pueblo de Dios, pero no debemos recordárselo constantemente y obligarlo a pasar en forma prematura por ese período de aflicción. Tiene que ocurrir un zarandeo en el pueblo de Dios, pero no es ésta la verdad presente que ha de llevarse a las iglesias. Ocurrirá como resultado del rechazo de la verdad presentada.2MS 13.1
Los ministros no deberían pensar que poseen ciertas admirables ideas progresistas, y que a menos que todos las reciban serán dejados de lado, y en su lugar se levantará un pueblo que avanzará hacia la victoria. El objetivo de Satanás se cumple tan ciertamente cuando los hombres se adelantan a Cristo y realizan la obra que él nunca les confió, como cuando permanecen en la condición propia de los de Laodicea: siendo tibios, pero sintiéndose ricos y con abundancia de bienes, creyendo que no necesitan nada. Estas dos clases se convierten igualmente en piedras de tropiezo.2MS 13.2
Algunos entusiastas que apuntan a la originalidad y utilizan toda su energía para conseguirla, han cometido un grave error al querer presentar al pueblo alguna cosa maravillosa y fascinadora que cause sobresalto, alguna cosa que ellos creen que otros no comprenden; pero con frecuencia ni ellos mismos saben de qué están hablando. Especulan con la Palabra de Dios, promoviendo ideas que no tienen ni un ápice de utilidad para ellos ni para las iglesias. Puede ser que exciten la imaginación momentáneamente; pero se produce una reacción, y esas mismas ideas se convierten en estorbos. Se confunde la fe con el capricho, y sus conceptos pueden torcer los pensamientos, encaminándolos en una dirección errónea. Sean las nítidas y sencillas declaraciones de la Palabra de Dios el alimento para la mente, porque esta especulación acerca de ideas que no están claramente presentadas en esa Palabra constituye una ocupación peligrosa.—Manuscrito 82, 1894.2MS 13.3
Amenaza a nuestras iglesias el peligro de que se introduzcan en su seno cosas nuevas y extrañas, cosas que confundan a la gente y no le proporcionen fortaleza; y esto precisamente en el momento cuando más necesitan poder en lo espiritual. Es necesario ejercer un claro discernimiento para que esas cosas nuevas y extrañas no sean presentadas juntamente con la verdad, y como parte del núcleo y el peso del mensaje que ha de predicarse en esta época. Hay que destacar los mismos mensajes que hemos estado proclamando ante el mundo.—An Appeal for Canvassers, 1, 2.2MS 14.1