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Mensajes Selectos Tomo 3

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    La luz acrecentada impone mayor responsabilidad

    En esta época hemos sido privilegiados con luz acrecentada y grandes oportunidades, y somos considerados responsables por el progreso de esa luz. Esto debe manifestarse por el aumento de la piedad y la devoción. Nuestra lealtad a Dios debe estar en proporción con la luz que brilla sobre nosotros en esta época.3MS 395.1

    Pero el hecho de que tengamos una mayor luz no justifica que disequemos y juzguemos el carácter de hombres que Dios levantó en los tiempos pasados para hacer una obra determinada y para penetrar en las tinieblas morales del mundo.3MS 395.2

    En lo pasado, los siervos de Dios lucharon contra principados y potestades, y con los gobernadores de las tinieblas de este mundo, y con la iniquidad espiritual en las regiones celestes, lo mismo que nosotros, que mantenemos en alto el estandarte de la verdad hoy. Esos hombres pertenecían a la nobleza de Dios, fueron sus agentes vivos, por medio de los cuales él obró de una manera maravillosa. Eran depositarios de la verdad divina hasta un grado en que el Señor vio adecuado revelarles toda la verdad que el mundo podía soportar. Proclamaron la verdad en un tiempo cuando la religión falsa y corrupta se estaba magnificando en el mundo.3MS 395.3

    No hay oportunidad para despreciar el carácter o excusar el pecado—Quisiera que se corriera la cortina, y que los que no tienen un alcance de visión espiritual muy amplio pudieran ver a estos hombres como ellos aparecen a la vista de Dios, pues ahora sólo los ven como árboles que andan Marcos 8:24. Entonces [si los vieran correctamente] no pondrían su construcción [concepción] humana sobre la experiencia y la obra de los hombres que disiparon las tinieblas del camino y prepararon la senda para las generaciones futuras.3MS 395.4

    Viviendo en nuestra propia generación podemos pronunciar juicio sobre los hombres a quienes Dios levantó para hacer una obra especial, de acuerdo con la luz que les fue dada en su tiempo. Aunque ellos pudieron haber sido vencidos por la tentación, se arrepintieron de sus pecados; y no nos queda ninguna oportunidad para despreciar sus caracteres o para excusar el pecado. Su historia es un faro de advertencia para nosotros, y señala un seguro sendero para nuestros pies si solamente huimos de sus errores. Estos hombres nobles buscaron el trono de misericordia y humillaron sus almas delante de Dios.3MS 396.1

    No muestren nuestras voces o nuestras plumas que desatendemos los mandatos del Señor. No desprecie nadie a aquellos que han sido escogidos por Dios, que han luchado varonilmente las batallas del Señor, que han puesto corazón, alma y vida en la causa y la obra de Dios, que han muerto en la fe, que son participantes de la gran salvación comprada para nosotros por nuestro precioso Salvador que lleva el pecado y que lo perdona.3MS 396.2

    No habléis de los errores de los vivos o de los muertos—Dios no ha inspirado a ningún hombre para que reprodujera sus errores, y para presentar sus errores a un mundo que yace en las tinieblas, y a una iglesia compuesta de muchos que son débiles en la fe. El Señor no ha puesto sobre los hombres la preocupación de revivir los errores de los vivos o de los muertos. El quiere que sus obreros presenten la verdad para este tiempo. No habléis de los errores de vuestros hermanos que viven; guardad silencio acerca de los errores de los muertos.3MS 396.3

    Dejad que sus errores permanezcan donde Dios los ha puesto: arrojados en la profundidad del mar. Cuanto menos digan los que creen la verdad presente en cuanto a los pasados errores de los siervos de Dios, mejor será para sus propias almas y para las de aquellos a quienes Cristo compró con su propia sangre. Proclame toda voz las palabras del primero y el último, el Alfa y Omega, el comienzo y fin. Juan escuchó una voz que decía: “Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen”. Apocalipsis 14:13.—The Review and Herald, 30 de noviembre de 1897.1[Este consejo le fue enviado a un obrero que había publicado dos artículos en la Review and Herald (abril 3 y 10 de 1894) bajo el título: “Peligros de adoptar conceptos extremos”.—Los compiladores.]3MS 396.4

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