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Mensajes Selectos Tomo 3

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    Elementos básicos presentados en el congreso de la Asociación General de 1883

    Nota Introductoria: En la sesión del Congreso de la Asociación General celebrado en 1883 en Battle Creek, Míchigan, Elena de White se dirigió a los ministros en trece mañanas consecutivas y habló a la asamblea el sábado final. La Review and Herald del año siguiente publicó la serie entera. En cuatro de sus discursos ella presentó los principios de la justificación por la fe, como aparecen en las selecciones que siguen. Un discurso básico adicional, “Cristo nuestra justicia”, que tiene que ver con estas reuniones, se publicó en primer lugar en Gospel Workers, 411, y se reimprimió en Mensajes Selectos 1:411-415, y en Faith and Works, 35-39.—Los compiladores.3MS 167.2

    Viernes, 9 de noviembre de 1883: Mirad a Jesús—Esta mañana había un espíritu de ferviente intercesión para que el Señor se revelara a sí mismo con poder entre nosotros. Mi corazón se derramó especialmente en oración, y el Señor nos escuchó y nos bendijo. Se presentaron testimonios por parte de muchas personas desanimadas, que sentían que sus imperfecciones eran tan grandes que el Señor no podía usarlos en su causa. Este era el lenguaje de la incredulidad.3MS 167.3

    Traté de dirigir a esas queridas almas hacia Jesús, quien es nuestro refugio, una ayuda actual en todo tiempo de necesidad. El no nos abandona debido a nuestros pecados. Podemos cometer errores y agraviar su Espíritu, pero cuando nos arrepentimos y venimos a él con corazón contrito, él no nos deja a un lado...3MS 168.1

    Sábado, 10 de noviembre de 1883: Venid tales como sois—He escuchado testimonios como éstos: “No tengo la luz que deseo; no tengo la seguridad del favor de Dios”. Tales testimonios expresan solamente incredulidad y tinieblas.3MS 168.2

    ¿Estáis esperando que vuestros méritos os recomienden al favor de Dios, y que debéis estar libres de pecado antes que podáis confiar en su poder para salvar? Si ésta es la lucha que se desarrolla en vuestra mente, temo que no obtengáis ninguna fortaleza, y que finalmente os desaniméis. Así como se levantó la serpiente de bronce en el desierto, así Cristo fue elevado para atraer a todos los hombres a sí. Todos los que miraron aquella serpiente, el medio que Dios había provisto, fueron sanados; de manera que en nuestra pecaminosidad, en nuestra gran necesidad, debemos “mirar y vivir”.3MS 168.3

    Aunque nos demos cuenta de nuestra condición desesperada sin Cristo, no debemos estar desanimados; debemos depender de los méritos de un Salvador crucificado y resucitado. Alma pobre, enferma de pecado y desanimada, mira y vive. Jesús ha comprometido su palabra; él salvará a todos los que vienen a él. Vayamos pues confesando nuestros pecados, trayendo frutos de arrepentimiento.3MS 168.4

    Jesús es nuestro Salvador hoy. El intercede por nosotros en el lugar santísimo del santuario celestial, y él nos perdonará nuestros pecados. Espiritualmente hablando, hará para nosotros toda la diferencia del mundo el que dependamos de Dios, sin dudas, como de un seguro fundamento, o que tratemos de encontrar alguna justicia en nosotros mismos antes de venir ante él. Apartad la vista del yo y fijadla en el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo. Es pecado dudar. La menor incredulidad, si se acaricia en el corazón, envuelve el alma en la culpa y trae grandes tinieblas y desánimo...3MS 169.1

    Algunos sienten que deben estar a prueba y demostrarle al Señor que están reformados antes de reclamar su bendición. Pero estas queridas almas pueden reclamar la bendición de Dios ahora mismo; deben obtener su gracia, el espíritu de Cristo para ayudarlos en sus debilidades, o de otra manera no pueden formar caracteres cristianos. Jesús quiere que vayamos a él tales como somos: pecadores, desvalidos, necesitados. Afirmamos que somos hijos de la luz, no de la noche o de las tinieblas; ¿qué derecho tenemos a la incredulidad?—The Review and Herald, 22 de abril de 1884.3MS 169.2

    Miércoles, 14 de noviembre de 1883: La verdadera religión significa conformidad con la voluntad de Dios—Algunos están siempre mirándose a sí mismos en lugar de mirar a Jesús; pero, hermanos, necesitáis ser revestidos de la justicia de Cristo. Si confiáis en vuestra propia justicia seguramente seréis débiles; pues estáis expuestos a los dardos de Satanás, y después de los privilegios de que ahora disfrutáis, tendréis severos conflictos que arrostrar. Sois demasiado fríos. La obra es estorbada por vuestra falta del amor que ardía en el corazón de Jesús. ¡ Tenéis tan poca fe! Esperáis poco, y como resultado recibís poco; y estáis satisfechos con un éxito muy pequeño. Estáis propensos al engaño propio y a descansar satisfechos con una forma de piedad. Esto nunca será suficiente.3MS 169.3

    Debéis tener una fe viva en vuestros corazones; la verdad debe ser predicada con poder de lo alto; podéis alcanzar a la gente solamente cuando Jesús obra por medio de vuestros esfuerzos. La fuente está abierta; podemos ser refrescados, y a la vez refrescar a otros. Si vuestras almas fueran vitalizadas por las solemnes y destacadas verdades que predicáis, desaparecería la frialdad del corazón, la indiferencia y la indolencia, y otros sentirían la influencia de vuestro celo y fervor.3MS 170.1

    La verdadera religión no es otra cosa que conformidad con la voluntad de Dios, y la obediencia a todas las cosas que él ha ordenado; y en cambio, nos da una vida espiritual, nos atribuye la justicia de Cristo, y promueve el ejercicio saludable y feliz de las mejores facultades de la mente y del corazón. Riquezas infinitas, la gloria y la bendición de la vida eterna, es lo que se nos otorga a cambio de condiciones tan sencillas como es la de traer la dádiva preciosa al alcance de los más pobres y más pecadores. Solamente tenemos que obedecer y creer. Y sus mandamientos no son penosos; la obediencia a sus requerimientos es esencial para nuestra felicidad aun en esta vida.—The Review and Herald, 27 de mayo de 1884.3MS 170.2

    Lunes, 19 de noviembre de 1883: Mirad a él y vivid—¡Cuántos están haciendo un intenso trabajo para andar en la senda estrecha de la santidad! Para muchos la paz y el descanso de este bendito camino no parecen estar más cercanos hoy que lo que estaban años atrás en lo pasado. Miran muy a lo lejos para hallar lo que está cerca; hacen complicado lo que Jesús hizo muy sencillo. El es “el camino, la verdad, y la vida”. El plan de salvación ha sido revelado con sencillez en la Palabra de Dios; pero se ha buscado demasiado la sabiduría del mundo y demasiado poco la sabiduría de la justicia de Cristo. Y almas que podrían haber descansado en el amor de Jesús, han estado dudando, y confusas acerca de muchas cosas.3MS 170.3

    Los testimonios presentados aquí no expresan una gran fe. No es difícil creer que Jesús perdonará a otros, pero parece imposible que cada uno ejercite una fe viva para sí mismo. Pero, queridos hermanos, ¿es provechoso expresar dudas con respecto a la disposición de Cristo a aceptarnos? Me temo que estéis dependiendo demasiado de sentimientos, y haciendo de ellos vuestro criterio. Estáis perdiendo mucho debido a esta conducta; no solamente estáis debilitando vuestras propias almas, sino las almas de otros que os observan.3MS 171.1

    Debéis confiar en Jesús por vosotros mismos, y apropiaros de las promesas de Dios para vosotros, o de otra manera ¿cómo podéis educar a otros a tener una confianza humilde y santa en él? Sentís que habéis descuidado vuestros deberes, que no habéis orado como debierais.3MS 171.2

    Parece que estáis distantes de Jesús, y pensáis que él se ha retirado de vosotros; pero sois vosotros los que os habéis separado de él. El está esperando vuestro regreso. El aceptará al corazón contrito. Sus labios nos han asegurado que él está más dispuesto a dar el Espíritu Santo a los que lo piden, que los padres a dar buenos regalos a sus hijos.3MS 171.3

    Estamos heridos, manchados de pecado; ¿qué haremos para ser sanados de la lepra? Hasta donde esté en vuestro poder hacerlo, limpiad el templo del alma de toda contaminación, y entonces mirad al “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29.3MS 171.4

    Si estáis conscientes de vuestras necesidades, no empleéis todas vuestras facultades para presentarlas y afligiros por ellas, sino mirad y vivid. Jesús es nuestro único Salvador; y a pesar de que millones que necesitan ser sanados rechazarán la misericordia que él ofrece, ninguno de los que confían en los méritos de él será dejado para que perezca.3MS 171.5

    ¿Por qué rehusáis venir a Jesús y recibir descanso y paz? Podéis tener la bendición esta misma mañana. Satanás sugiere que sois impotentes, y que no podéis obtener la bendición por vosotros mismos. Es cierto; estáis necesitados; pero elevad a Jesús delante de Satanás y decid: “Tengo un Salvador. Confío en él, y él nunca dejará que yo quede confundido. En su nombre triunfo. El es mi justicia y mi corona de regocijo”. Que ninguno de los que están acá sienta que su caso es desesperado, porque no lo es.3MS 172.1

    Puede pareceros que sois pecadores y que estáis perdidos; pero es precisamente por esta razón por la cual necesitáis un Salvador. Si tenéis pecados que confesar, no perdáis tiempo. Estos momentos son de oro. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9. Los que tienen hambre y sed de justicia serán saciados; porque Jesús lo ha prometido. ¡Precioso Salvador! Sus brazos están abiertos para recibirnos, y su gran corazón de amor está esperando para bendecirnos.—The Review and Herald, 1 de julio de 1884.3MS 172.2

    Falsa santificación, 1885—Había un hombre, un ministro no adventista de apellido Brown, a quien Uds. tal vez conozcan.1[Mientras Elena G. de White hablaba a los miembros de la iglesia adventista de Santa Rosa, California, el 7 de marzo de 1885, les relató una experiencia que tuvo lugar el año anterior cuando navegaba de Portland, Oregon, a San Francisco, California.—Los compiladores.] El afirmaba que era santo. “La idea del arrepentimiento—decía él—no está en la Biblia”. Y añadía: “Si un hombre viene a mí y dice que él cree en Jesús, lo llevo directamente a la iglesia, sea que esté bautizado o no; esto lo he hecho con un buen número. Y no he cometido un pecado en seis años”.3MS 172.3

    “Hay algunos que están en este barco—decía él—, que creen que somos santificados por guardar la ley. Hay una mujer en este barco, de nombre White, que enseña esto”.3MS 173.1

    Escuché esto, y fui a verlo y le dije: “Pastor Brown, espere un momento. No puedo permitirle esa declaración. La Sra. White nunca ha dicho tal cosa en ninguno de sus escritos, ni jamás ha hablado semejante cosa, porque nosotros no creemos que la ley santifique a nadie.3MS 173.2

    “Nosotros creemos que debemos guardar esa ley o de otra manera no seremos salvos en el reino de Dios. El transgresor no puede ser salvo en el reino de gloria. No es la ley la que santifica a nadie, ni es la que nos salva; pero esa ley está en pie y proclama: ‘Arrepentíos para que vuestros pecados sean borrados’. Y entonces el pecador va a Jesús; y cuando el pecador promete que obedecerá los requerimientos de la ley, el Señor borra las manchas de su culpa y lo libera, y le da poder para con Dios”—Manuscrito 5, 1885.3MS 173.3

    La libertad para violar los mandamientos es un engaño, 1886—Oiréis el clamor: “Sólo cree”. Satanás creía y temblaba. Debemos tener una fe que obre por amor y purifique el corazón. Prevalece la idea de que Cristo lo ha hecho todo en nuestro favor, que podemos caminar violando los mandamientos y que no se nos culpará por ello. Este es el mayor engaño que haya inventado el enemigo. Debemos asumir la posición de que no violaremos los mandamientos de ninguna manera, y estar en la condición espiritual en que podamos educar a otros en las cosas espirituales.—Manuscrito 44, 1886.3MS 173.4

    Poder moral por medio de Jesús, 1886—Cristo sabía que el hombre no podía vencer sin su ayuda. Por lo tan to, consintió en deponer su manto real y vestir su divinidad de humanidad para que nosotros pudiéramos ser ricos. El vino a esta tierra, sufrió, y sabe exactamente cómo simpatizar con nosotros y ayudarnos a vencer. El vino a traer al hombre poder moral, y él no quiere que el hombre crea que él no tiene nada que hacer, porque cada uno tiene una obra que hacer en favor de sí mismo, y por medio de los méritos de Jesús podemos vencer al pecado y al diablo.—Manuscrito 46, 1886.3MS 173.5

    Una religión suave que hace del pecado algo liviano, 1887—“Os daré corazón nuevo y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros”. Creo con todo mi corazón que el Espíritu de Dios está siendo retirado del mundo, y los que han tenido gran luz y oportunidades y no las han aprovechado, serán los primeros en ser dejados. Ellos han agraviado al Espíritu de Dios. La actual actividad de Satanás que trabaja en los corazones, en las iglesias y en las naciones, debe alarmar a toda persona que estudia las profecías. El fin está cercano. Levántense nuestras iglesias. Que el poder convertidor de Dios sea experimentado en los corazones de los miembros individuales, y entonces veremos al Espíritu de Dios moviéndose profundamente. El simple perdón del pecado no es el único resultado de la muerte de Cristo. El hizo el sacrificio infinito no solamente para que el pecado fuera quitado sino para que la naturaleza humana fuera restaurada, fuera hermoseada de nuevo, reconstruida de sus ruinas, y preparada para la presencia de Dios...3MS 174.1

    Cristo es la escalera que Jacob vio, cuya base descansaba en tierra mientras que la parte superior alcanzaba los más altos cielos. Esto señala el método establecido para nuestra salvación. Debemos ascender esta escalera un peldaño tras otro. Si alguno de nosotros ha de ser al fin salvado, será debido a que nos aferremos a Jesús como a los peldaños de una escalera. Cristo ha sido hecho para el creyente sabiduría y justificación, santificación y redención...3MS 174.2

    Los que piensan que están firmes porque tienen la verdad, experimentarán algunas terribles caídas; pero [los tales] no tienen la verdad como es en Jesús. Un momento de descuido puede sumir al alma en una ruina irremediable. Un pecado puede conducir al segundo, y el segundo prepara el camino para el tercero, y así sucesivamente. Como fieles mensajeros de Dios debemos rogarle constantemente que seamos guardados por su poder. Si nos apartamos una sola pulgada del deber, estamos en peligro de continuar en una conducta pecaminosa que termine en la perdición. Hay esperanza para cada uno de nosotros, pero solamente de una manera: aferrándonos a Cristo, ejerciendo toda energía para alcanzar la perfección de su carácter.3MS 175.1

    La religión liviana que hace del pecado algo de poca gravedad y que constantemente se detiene en el amor de Dios hacia el pecador, anima a éste a creer que Dios lo salvará mientras continúa en el pecado, sabiendo que es pecado. Esta es la forma en que muchos proceden mientras profesan creer la verdad presente. La verdad está separada de sus vidas, y esa es la razón por la cual no tienen más poder para convencer y convertir el alma. Debe esforzarse todo nervio e intención y músculo para abandonar al mundo, sus costumbres, sus prácticas y sus modas...3MS 175.2

    Si Ud. se aparta del pecado y ejerce una fe viva, las riquezas de las bendiciones del cielo serán suyas.—Carta 53, 1887.3MS 175.3

    El segundo advenimiento pone fin a la preparación del alma, 1888—El manto de vuestro carácter debe ser lavado hasta que esté inmaculado, en la fuente abierta para toda impureza. Su valor moral será pesado en la balanza del santuario, y si a Ud. lo encuentran falto, sufrirá una pérdida eterna. Toda terquedad, toda aspereza, deben ser quitadas de su carácter antes de que Jesús venga, pues cuando él venga, la preparación del alma habrá terminado.3MS 175.4

    Si Ud. no se ha apartado de su envidia, sus celos, su odio contra otros, no puede entrar en el reino de Dios. Ud. no haría más que llevar la misma disposición consigo; pero no habrá nada de este carácter en el mundo venidero. Allá existirá sólo amor, gozo y armonía. Algunos tendrán coronas más brillantes que otros, pero no habrá en ningún corazón, entre los redimidos, pensamiento de celos. Cada uno estará perfectamente satisfecho, porque será recompensado de acuerdo con sus obras.—The Signs of the Times, 10 de febrero de 1888.3MS 176.1

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