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Primeros Escritos

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    Apéndice

    Notas Aclaratorias

    Páginas 15-20. Expresiones verbales en primera persona.—La descripción de acontecimientos futuros en los cuales la autora parecía participar, pues usa el pronombre “nosotros” al describir ciertas escenas, ha inducido a algunos a pensar que con eso indicaba que sería contada entre los creyentes llamados a ser trasladados al cielo sin pasar por la muerte.PE 296.1

    Al describir la Sra. de White lo que Dios le revelaba, lo hizo a veces como quien participara en los eventos que se estaban desarrollando, fuesen estos pasados, presentes o futuros. En respuesta a averiguaciones relativas a su condición estando en visión, escribió:PE 296.2

    “Cuando el Señor ve propio darme una visión, soy llevada a la presencia de Jesús y de los ángeles, y quedo completamente ajena a las cosas terrenales... Con frecuencia, mi atención es dirigida hacia cosas que ocurren en la tierra. A veces soy transportada muy lejos en el futuro y se me muestra lo que va a suceder. Otras veces se me muestran ciertas cosas como ocurrieron en el pasado.”—Spiritual Gifts 2:292.PE 296.3

    Elena G. de White, adventista ella misma, escribió como quien estuviese presente y viese y oyese lo que iba a suceder. Por ejemplo:PE 296.4

    “Pronto oímos la voz de Dios, semejante al ruido de muchas aguas, que nos anunció el día y la hora de la venida de Jesús.”Pág. 15.PE 296.5

    “Juntos entramos en la nube y durante siete días fuimos ascendiendo al mar de vidrio, donde Jesús sacó coronas y nos las ciñó con su propia mano.”Pág. 16.PE 296.6

    “Todos entramos, con el sentimiento de que teníamos perfecto derecho a estar en la ciudad.”Pág. 17.PE 296.7

    “Vimos el árbol de la vida y el trono de Dios.”Pág. 17.PE 296.8

    “Con Jesús al frente, descendimos todos de la ciudad a la tierra.”Pág. 17.PE 296.9

    “Cuando íbamos a entrar en el santo templo...”Pág. 19. “No me es posible describir las maravillas que vi.”Pág. 19.PE 296.10

    Después de la visión, podía recordar mucho de lo que se le había mostrado, pero lo que era secreto y no había de ser revelado, no podía recordarlo. Como parte de lo que sucederá cuando el pueblo de Dios sea librado (pág. 285), oyó anunciar “el día y la hora de la venida de Jesús.” Pero acerca de esto, ella escribió más tarde:PE 297.1

    “No tengo la menor noción del tiempo mencionado por la voz de Dios. Oí proclamar la hora, pero después que salí de la visión no tuve el menor recuerdo de esa hora. Pasaron delante de mí escenas de interés tan emocionante y solemne que ningún lenguaje resulta adecuado para describirlas. Todo eso era para mí una viviente realidad.”—E. G. de White, Carta 38, 1888, publicada en. Selected Messages 1:76.PE 297.2

    El hecho de que pareciese participar en ciertos eventos no ofrecía garantía alguna de que hubiese de estar en el escenario cuando los eventos se desarrollaran.PE 297.3

    Página 17. Los Hnos. Fitch y Stockman—En la narración de su primera visión, la Sra. de White se refiere a los “Hnos. Fitch y Stockman” como a personas con quienes se encontró y conversó en la Nueva Jerusalén. Ambos eran pastores a quienes ella había conocido, pues habían tomado parte activa en el anunció del esperado advenimiento de Cristo; pero ambos habían fallecido poco antes del chasco sufrido el 22 de octubre de 1844.PE 297.4

    El ministro presbiteriano Carlos Fitch aceptó el mensaje adventista por la lectura de las conferencias de Guillermo Miller y por su trato con Josías Litch. Se dedicó de todo corazón a proclamar la esperada venida de Cristo al fin de los 2300 años, y llegó a ser un dirigente destacado en el despertar adventista. En 1842 diseñó el cartel profético usado tan eficazmente, que se menciona en Primeros Escritos, según se lee en la página 74. Murió apenas una semana antes del 22 de octubre de 1844. Su muerte se debió a una enfermedad contraída al exponerse excesivamente al frío mientras oficiaba en tres servicios bautismales un frígido día de otoño. Véase Prophetic Faith of Our Fathers, 4, págs 780-782.PE 297.5

    [Leví F. Stockman era un joven ministro metodista del estado de Maine, quien, en 1842, con unos treinta otros ministros metodistas, abrazó la creencia en la segunda venida de Cristo y comenzó a predicarla. Se hallaba trabajando en Portland, estado de Maine, cuando su salud se quebrantó, en 1843. Murió de tuberculosis el 25 de junio de 1844. A él se había dirigido la Sra. de White para pedirle consejo cuando, siendo ella todavía adolescente y presa del desaliento, Dios le había hablado en dos sueños. Véase Primeros Escritos, 12, 78-81; Prophetic Faith of Our Fathers, 4, págs. 780-782.PE 297.6

    Al ser transportada hacia adelante en su visión, la Sra. de White llegó a momentos y sucesos ulteriores al segundo advenimiento de Cristo y, como quien parecía participar en esos sucesos, conversó con aquellos hombres acerca de las experiencias por las cuales habían pasado los creyentes adventistas después de la muerte de los nombrados pastores.PE 298.1

    Página 21. El mesmerismo—A fin de justificar su oposición, algunos de los primeros enemigos de las visiones sugirieron que lo experimentado por Elena de White era provocado por el mesmerismo, fenómeno que hoy se conoce como hipnosis. La hipnosis es una condición del ser que se asemeja al sueño. Es inducida por el poder de la sugestión cuando el sujeto hipnotizado responde al hipnotizador y se somete a sus sugestiones. Sin embargo, como la Sra. de White lo explica, cuando un médico mesmerizador intentó hipnotizarla, ello le resultó imposible.PE 298.2

    Ya al comienzo de su carrera Elena de White fué puesta en guardia contra los peligros del hipnotismo, y en años ulteriores recibió varias veces instrucciones al respecto. Dejó, pues, oir advertencias acerca de los graves peligros inherentes a cualquier práctica en la cual una mente pueda controlar otra mente. Véase El Ministerio de Curación, 185-187; Medical Ministry, 110-112; Selected Messages 2:349, 350, 353.PE 298.3

    Páginas 22, 33, 124. Adventistas nominales—A los que participaron en la proclamación de los mensajes del primer ángel y del segundo, pero rechazaron el mensaje del tercer ángel y su verdad del sábado, si bien continuaban abrazando la esperanza adventista, la Sra. de White los llama “adventistas nominales,” los que “rechazan la verdad presente” (pág. 69), y también “los diferentes grupos de quienes profesan ser creyentes adventistas” (pág. 124). En remotas publicaciones de nuestros antecesores, se los menciona también como “adventistas del primer día.”PE 298.4

    Muchísimos cristianos fueron chasqueados en el otoño de 1844 cuando Cristo no vino como ellos lo habían esperado. Los adventistas se dividieron en varios grupos, cuyos sobrevivientes actuales son un pequeño grupo denominado Iglesia Adventista Cristiana, y los adventistas del séptimo día.PE 299.1

    En 1844 fueron relativamente pocos los adventistas que retuvieron su confianza en el cumplimiento de la profecía; pero los que la conservaron dieron un paso adelante al aceptar el mensaje del tercer ángel, el cual incluye la doctrina de que se debe guardar el sábado o séptimo día de la semana como día de reposo. Acerca de lo experimentado en aquella época crítica, Elena de White escribió más tarde:PE 299.2

    “Si, después del gran chasco de 1844, los adventistas se hubiesen aferrado a su fe, y unidos hubiesen avanzado por la puerta que les abría la providencia de Dios, recibiendo el mensaje del tercer ángel y proclamándolo al mundo con el poder del Espíritu Santo, habrían visto la salvación de Dios; el Señor habría obrado poderosamente con los esfuerzos de ellos; la obra se habría terminado, y Cristo ya habría venido para recibir a su pueblo y llevarlo a su recompensa.PE 299.3

    “Pero durante el período de duda e incertidumbre que siguió al chasco, muchos de los creyentes renunciaron a su fe. Se produjeron disensiones y divisiones. Con la voz y con la pluma, la mayoría se oponía a los pocos que, siguiendo en la providencia de Dios, recibían la reforma relativa al sábado y comenzaban a proclamar el mensaje del tercer ángel. Muchos de los que debieran haber dedicado su tiempo y sus talentos al único propósito de amonestar al mundo, se dejaban absorber por la oposición a la verdad del sábado, de modo que su labor se dedicaba necesariamente a contestar a aquellos opositores y a defender la verdad. La obra se vió, pues, trabada y el mundo fue dejado en tinieblas. Si todo el grupo de los adventistas se hubiese unido en defensa de los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, ¡cuán diferente habría sido nuestra historia!”—Selected Messages 1:68.PE 299.4

    Páginas 42-45. La puerta abierta y cerrada—Cuando, en El Conflicto de los Siglos, la Sra. de White considera el gran movimiento adventista y el chasco del 22 de octubre de 1844, se refiere a ciertas conclusiones asumidas inmediatamente después del chasco y menciona una que se sostuvo por un breve plazo, a saber, que “la puerta de la misericordia estaba cerrada.” Pero hace notar que “una luz más viva surgió del estudio de la cuestión del santuario.” Véase Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 482, edición de 1954 o siguientes, y todo el capítulo 25.PE 300.1

    Con referencia a su propia relación personal con este asunto, ella escribió en 1874 que “nunca había tenido una visión según la cual ya no se convertirían más pecadores.” Ni tampoco enseñó ella jamás tal opinión. En otra ocasión escribió: “La luz que me dió el Señor fué lo que corrigió nuestro error y nos habilitó para percibir la opinión correcta.”. Selected Messages 1:74, 63.PE 300.2

    Páginas 43-45 y 86. Golpes misteriosos en Nueva York y Rochester—Se alude aquí a incidentes relacionados con los comienzos del espiritismo moderno. En 1848, se oyeron golpes misteriosos en la casa de la familia Fox en Hydesville, localidad situada a unos 55 kilómetros al este de la ciudad de Rochester, estado de Nueva York. En aquella época, mientras se hacían diversas conjeturas acerca de lo que pudiera causar los ruidos, Elena de White, basada en la visión por la cual se le había indicado que se trataba de una manifestación espiritista, anunció que estos fenómenos iban a desarrollarse rápidamente y que, en nombre de la religión, adquirirían popularidad y engañarían a muchísimos, al punto de desarrollarse en la obra maestra del engaño satánico de los últimos días.PE 300.3

    Página 50. Mensajeros sin mensaje—Esta idea aparece en el relato de una visión dada a Elena de White el 26 de enero de 1850. En aquel tiempo los adventistas observadores del sábado no estaban organizados en iglesia. Casi todos temían que cualquier clase de organización eclesiástica introdujera el formalismo entre los creyentes. Pero con el transcurso del tiempo, comenzaron a penetrar elementos discordantes en las filas. Por intermedio de Elena G. de White, llegaron mensajes de advertencia, y paso a paso los adventistas observadores del sábado fueron inducidos a adoptar formas de organización eclesiástica. Como resultado, los grupos de creyentes fueron estrechando filas como nunca antes, y se ideó un modo de dar reconocimiento a los ministros que demostraban capacidad para predicar el mensaje y darle apoyo con su vida. Al mismo tiempo se adoptaron medidas para despedir a los que enseñaran errores so pretexto de presentar la verdad.PE 300.4

    La importancia de la organización fué presentada en el capítulo titulado “El orden evangélico,” del segundo libro de la Sra. de White, publicado en 1854 bajo el título de Suplemento del Libro Experiencia Cristiana y Visiones de Elena G. de White. Véase Primeros Escritos, 97-104.PE 301.1

    Páginas 61, 62. La unidad de los pastores—Véase la nota que antecede, correspondiente a la página 50 y relativa a los Mensajeros sin mensaje.PE 301.2

    Página 75. “El deber de ir a la vieja Jerusalén.”—La Sra. de White se refiere así a ciertas opiniones erróneas sostenidas por unas poquísimas personas. Al año siguiente, en la Review and Herald del 7 de octubre de 1851, Jaime White escribió acerca de “las opiniones perturbadoras y sin provecho, que con relación a la vieja Jerusalén y a los judíos, etc., circulan actualmente.” Mencionaba también “las extrañas nociones con que han tropezado algunos, según las cuales los santos deben ir todavía a la vieja Jerusalén, etc.”PE 301.3

    Página 77. Un redactor del “Day-Star.”—Enoc Jacobs vivía en Cincinnati, estado de Ohío, y publicaba el Day-Star, uno de los primeros periódicos que proclamaron el segundo advenimiento de Cristo. Al Sr. Enoc Jacobs envió Elena Harmon, en diciembre de 1845, un relato de su primera visión con la esperanza de estabilizarlo, pues ella había observado que el nombrado estaba vacilando en la confianza que antes había tenido de que Dios dirigía la obra adventista. Fué, pues, en el Day-Star y en el número del 24 de enero de 1846, donde el redactor publicó la primera visión de la Sra. de White. En un número especial del Day-Star, con fecha del 7 de febrero de 1846, se publicó el memorable artículo acerca del santuario celestial y su purificación, escrito y preparado por Hiram Edson, el Dr. Hahn y O. R. L. Crozier. Presentaba la enseñanza bíblica relativa al comienzo del ministerio de Cristo en el lugar santísimo del santuario celestial el 22 de octubre de 1844. En esa hoja también se publicó el 14 de marzo de 1846 una segunda comunicación de Elena Harmon. (Véase Primeros Escritos, 32-35.) La mención hecha en el párrafo en consideración se refiere a opiniones ulteriores que llegó a sostener el Sr. Jacobs y a los errores espiritualistas que abrazó.PE 301.4

    Página 89. Tomás Paine—Los escritos de Tomás Paine eran bien conocidos y tenían muchos lectores en los Estados Unidos entre 1840 y 1850. Su libro La Edad de la Razón era una obra deísta, o mejor dicho atea y perjudicial para la fe y la práctica del cristianismo. Comenzaba con esta declaración: “Creo en un Dios y nada más.” Paine no tenía fe en Cristo y Satanás le usó con éxito en sus ataques contra la Iglesia. Como bien lo indicó la Sra. de White, si un hombre como Paine podía entrar en el cielo y recibir honores allí, cualquier pecador podía ser admitido sin haber reformado su vida ni haber tenido fe en Jesucristo. Ella denunció esta falacia en lenguaje vigoroso y señaló el carácter irracional del espiritismo.PE 302.1

    Página 101. El perfeccionismo—Algunos de los antiguos adventistas, poco después de 1844, perdieron su confianza en Dios y cayeron en el fanatismo. Elena de White hizo frente a esos extremistas con un “Así dice Jehová.” Reprendió a los que aseveraban haber llegado a un estado de perfección en la carne, y sostenían, por lo tanto, que no podían pecar. Acerca de los tales, la Sra. de White escribió más tarde:PE 302.2

    “Sostenían que quienes están santificados no pueden pecar. Esto inducía naturalmente a creer que los afectos y deseos de los santificados eran siempre correctos, y que nunca había riesgo de que los indujeran a pecar. En armonía con esos sofismas, practicaban los peores pecados bajo el manto de la santificación, y merced a su influencia mesmérica engañosa iban adquiriendo un poder extraño sobre algunas personas asociadas con ellos, pues dichas personas no discernían lo malo de aquellas teorías seductoras...PE 302.3

    “Los engaños de esos falsos maestros me fueron revelados con claridad, y vi la terrible cuenta anotada a su cargo en los libros de registro, así como la terrible culpabilidad que pesaba sobre esos maestros por el hecho de que profesaban tener completa santidad mientras que sus actos diarios ofendían los ojos de Dios.”—Life Sketches of Ellen G. White, 83, 84.PE 303.1

    Páginas 116, 117. La cena del Señor; el lavamiento de los pies realizado por las mujeres y el beso santo—Una vez que los pioneros de la Iglesia Adventista hubieron aceptado la verdad del sábado, se dedicaron con ardor a seguir la Palabra de Dios en todos los detalles, si bien procuraban protegerse de las interpretaciones distorsionadas que algunos daban a la Biblia y de cualesquiera extremismos fanáticos. Distinguían claramente los privilegios y las obligaciones que entrañaba la cena del Señor, que él mismo había establecido para su iglesia. Existían ciertas dudas acerca del lavamiento de los pies y del beso santo. En esta visión, el Señor dió acerca de ciertos detalles delicados, aclaraciones que iban a guiar y custodiar a la naciente iglesia.PE 303.2

    En lo que se refería a la frecuencia con que debieran observarse los ritos de humildad y la cena del Señor, algunos insistían en que bastaba una vez al año, pero fueron dadas instrucciones en el sentido de que la cena del Señor debiera practicarse con más frecuencia. Hoy la Iglesia sigue el plan de observar los ritos cuatro veces al año.PE 303.3

    Se dieron consejos acerca del lavamiento de los pies. Aparentemente, había algunas divergencias de opinión acerca de cómo se debía proceder. Algunos habían obrado de manera poco juiciosa, y esto había resultado en “confusión.” Fué aconsejado que este rito se cumpliera con decoro y reserva, a fin de no despertar prejuicios. Hubo quienes indagaron si era propio que hombres y mujeres se lavaran los pies unos a otros. Con respecto a esto, Elena de White presentó evidencias bíblicas que parecerían indicar que—aparentemente en ciertas circunstancias—no sería impropio que una mujer lavase los pies de un hombre, pero dió un consejo contrario a que un hombre lavase los pies de una mujer.PE 303.4

    Acerca del beso santo, declara el SDA Bible Commentary (“Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día”):PE 303.5

    “En el Oriente especialmente, el beso era una manera común de expresar amor y amistad en un saludo. Véase Lucas 7:45; Hechos 20:37. El beso santo, o sea también el “ósculo de caridad” (1 Pedro 5:14) era un símbolo del afecto cristiano. Parece haberse difundido entre los cristianos primitivos la costumbre de cambiar ese saludo en ocasión de la cena del Señor (Justino Mártir, Primera Apología, 65). Ciertos escritos ulteriores indican que no era costumbre dar este “beso santo” a un miembro del sexo opuesto (Apostolic Constitutions, ii. 57; vii. 11).”—SDA Bible Commentary, págs 257, 258.PE 304.1

    Parece haber sido costumbre entre los primeros adventistas observadores del sábado intercambiar el beso santo en ocasión del rito de humildad. No hay referencia expresa a que se hubiesen cometido actos indecorosos en un intercambio de besos entre hombres y mujeres, pero se invita a todos a abstenerse de toda apariencia de mal.PE 304.2

    Página 118. La tendencia a ser ruidosos—La red del Evangelio apresa a toda clase de personas. Había quienes no consideraban genuina su experiencia religiosa si no iba acompañada de ruidosas exclamaciones de alabanza a Dios, oraciones a gritos, y “Amenes” excitados y animados. En esto también la Iglesia recibió en sus comienzos una nota de advertencia, por la cual se le pedía que observase un solemne decoro en el culto que rendía a Dios.PE 304.3

    Páginas 82, 229-232. Guillermo Miller—Es frecuente que, al mencionar el gran despertar adventista que se experimentó en los Estados Unidos entre 1830 y 1840, se aluda a Guillermo Miller. En el libro El Conflicto de los Siglos se encuentra un capítulo entero dedicado a la vida y ministerio de Guillermo Miller. El título original de dicho capítulo era “Un reformador americano,” y en la edición publicada en castellano lleva el número 19. Guillermo Miller nació en Pittsfield, estado de Massachusetts, en 1782 y murió en Low Hampton, estado de Nueva York, en 1849. A la edad de cuatro años se trasladó con sus padres a Low Hampton, cerca del lago Champlain, y se desarrolló en un ambiente rural de avanzada. Fué siempre estudioso y lector asiduo. Llegó a destacarse como dirigente en su comunidad. En 1816 inició un estudio cuidadoso de la Palabra de Dios. Este estudio le llevó a prestar atención especial a las grandes profecías relativas al segundo advenimiento de Cristo. Llegó a la conclusión de que esa venida se acercaba. Después de reexaminar sus estudios y cálculos durante algunos años, y habiéndose cerciorado de la exactitud de ellos, respondió, en agosto de 1831, a una invitación que se le hiciera para presentar a otros sus opiniones acerca de las profecías. De 1831 en adelante, dedicó la mayor parte de su tiempo a proclamar el mensaje adventista. Se le unieron centenares de otros ministros protestantes que participaron en el gran despertar adventista que agitó a muchos espíritus hacia 1840.PE 304.4

    Cuando se produjo el gran chasco del 22 de octubre de 1844, Miller estaba agotado y enfermo. Dependía mayormente de los hombres de menor edad que se habían asociado con él. Ellos lo desviaron de la verdad relativa al sábado, cuando le fué comunicada, poco después del chasco. Por lo tanto, esos hombres, y no Miller, serán tenidos por responsables. Elena de White menciona el caso en (Primeros Escritos, 258), y nos asegura que Miller se hallará entre los que serán levantados de sus tumbas al sonar la última trompeta.PE 305.1

    Páginas 232-239; 254-258. Mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14.—En una serie de tres capítulos, que se inician en la página 232, Elena de White considera los mensajes de los ángeles primero, segundo y tercero. Lo que escribía estaba destinado a los que, como ella, habían pasado por el gran despertar adventista y los chascos sufridos en la primavera y el otoño de 1844. No intenta dar una explicación de esos tres mensajes, sino que da por sentado que sus lectores conocían muy bien aquella experiencia. Presenta lo que podía infundir valor y comprensión a sus correligionarios a la luz de lo que habían experimentado. Podemos recurrir a su libro El Conflicto de los Siglos para obtener una presentación detallada de esos mensajes. El del primer ángel pregonó que la hora del juicio divino se acercaba. Véanse al respecto los capítulos 18-20 del Conflicto. Acerca de la presentación del mensaje proclamado por el segundo ángel, véase el capítulo 22. Se lee una explicación del chasco en los capítulos 23 y 24. El mensaje del tercer ángel se presenta en los capítulos 26 y 27.PE 305.2

    Página 237. Terminación del segundo mensaje—Si bien comprendemos claramente que los mensajes de los tres ángeles tienen aplicación hoy, reconocemos también que en su proclamación inicial, la presentación del mensaje dado por el primer ángel, con su declaración de que “la hora de su juicio ha llegado,” se vincula con la proclamación, hecha de 1830 a 1844, de que se esperaba la venida de Cristo en tiempo muy cercano. El mensaje dado por el segundo ángel tuvo su proclamación inicial al principio del verano de 1844, cuando los creyentes adventistas fueron llamados a salir de las iglesias nominales, que habían rechazado la promulgación del primer mensaje. Si bien el mensaje del segundo ángel continúa siendo verdad presente, se suspendió abruptamente su proclamación inmediatamente antes del 22 de octubre de 1844. Cuando los mensajes de los tres ángeles son presentados de nuevo al mundo en forma notoria, precisamente antes del segundo advenimiento de Cristo, el ángel de (Apocalipsis 18:1) une su voz a la proclamación del segundo ángel en el anunció: “Ha caído Babilonia... Salid de ella, pueblo mío.” Véase el capítulo 39 en Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 661-670.PE 306.1

    Página 276. Esclavos y amos—Por lo que leemos en (Apocalipsis 6:15, 16) habrá esclavitud cuando se produzca la segunda venida de Cristo. Habla allí de “todo siervo y todo libre.” La declaración de Elena G. de White que se considera, nos indica que a ella le fué mostrado en visión que al volver Cristo habrá esclavos y amos. En esto concuerda perfectamente con la Biblia. Tanto a Juan como a la Sra. de White les fueron mostradas condiciones que existirán cuando nuestro Señor regrese a esta tierra. Aunque en los Estados Unidos los esclavos negros fueron liberados por la proclamación de su emancipación, que entró en vigencia seis años después que se escribiera el aserto que se está considerando, el mensaje no fué invalidado, porque aun hoy hay en diferentes partes del mundo millones de hombres y mujeres que están sumidos en esclavitud real o virtual. Y no es posible pronunciar un juicio con respecto a una profecía antes que haya llegado el momento del cumplimiento de esa profecía.PE 306.2

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