Reuniones de juntas
Los que integran nuestras juntas necesitan sentarse diariamente a los pies de Cristo y aprender en su escuela a ser mansos y humildes de corazón. En vista de que ellos mismos son hombres débiles y sujetos al error, debieran albergar sentimientos de bondad y piedad hacia los que han cometido errores. No están preparados para tratar justamente a los demás, para amar la misericordia y manifestar la verdadera cortesía que caracterizó la vida de Cristo, a menos que vean la necesidad de estar en unión con él. Los fiduciarios siempre deben darse cuenta de que están bajo el escrutinio de los ojos divinos y que su naturaleza humana los llevará a cometer errores al trazar planes, a menos que estén ligados completamente a Dios y procuren que les elimine todas las deficiencias de su carácter. Es menester ponerse a la altura de la norma divina.5TPI 527.4
Todo el que participa en las juntas necesita buscar la forma más efectiva de obtener la sabiduría del cielo. La gracia transformadora de Cristo debiera sentirse en cada reunión. Entonces la influencia del Espíritu de Cristo que obra en el corazón de los presentes dará un giro correcto a su obra. Extinguirá las acciones tumultuosas y eliminará perfectamente los efectos profanos de esa mundanalidad que hace que los hombres se vuelvan cortantes, criticones, abusivos y listos para acusar.5TPI 528.1
Cuando hay reuniones de estos concilios, se ofrecen unas cuantas palabras de oración formal; pero el corazón de los presentes no se coloca en armonía con Dios mediante la oración ferviente e importuna, ofrecida con fe viva, con un espíritu humilde y contrito. Si los fiduciarios se desconectan del Dios de la sabiduría y del poder, no podrán mantener en su trato con los demás esa integridad noble que Dios requiere. Sin la sabiduría divina, su propio pensamiento se hilvanará en las decisiones que hagan. Si estos hombres no se mantienen en comunicación con Dios, Satanás de seguro estará presente en sus concilios y se aprovechará de su estado falto de consagración. Se cometerán actos de injusticia porque Dios no está presidiendo. El Espíritu de Cristo ha de ser una fuerza constante y gobernante sobre el corazón y la mente.5TPI 528.2
Debéis llevar al Señor con vosotros a cada uno de vuestros concilios. Si lográis tener su presencia en vuestras reuniones, cada transacción será considerada concienzudamente y con oración. Cada motivación carente de principio será reprimida, y la rectitud caracterizará todas vuestras deliberaciones tanto en asuntos pequeños como grandes. Buscad primeramente el consejo de Dios porque esto es necesario para que podáis de una manera apropiada consultaros entre sí.5TPI 528.3
Es preciso que veléis para que el ajetreo de la vida no ocasione el descuido de la oración cuando más necesitáis la fuerza que ella os proveería. La santidad está en peligro de ser forzada fuera del alma por el afán excesivo de los negocios. Es un gran mal negarle al alma la fuerza y la sabiduría celestiales que esperan ser reclamadas por vosotros. Necesitáis esa iluminación que sólo Dios es capaz de dar. Nadie está capacitado para atender sus negocios a menos que tenga esta sabiduría.5TPI 529.1
Desde que la Asociación Publicadora fue establecida, de vez en cuando he recibido luz cuando se han presentado dudas e incertidumbres, y el Señor a menudo ha señalado principios que deben ser observados por todos los obreros. Durante la experiencia temprana de la obra, las graves responsabilidades que descansan sobre los hombros de los que ocupan puestos de confianza nos fueron presentadas continuamente y buscamos al Señor entre tres y cinco veces al día, rogándole que nos diera sabiduría de lo alto para que pudiésemos cuidar de una manera santificada los intereses de la causa de Dios y de su pueblo escogido.5TPI 529.2
Es de lo más falaz dejar al Señor fuera de vuestras juntas y depender de la sabiduría de los hombres. En vuestros puestos de confianza vosotros habéis de ser, en un sentido especial, la luz del mundo. Debéis sentir un deseo profundo de colocaros en contacto con el Dios de la sabiduría, de la luz, y del conocimiento, para que seáis conductos de luz. Hay que considerar intereses importantes, que tienen que ver con el adelanto y la prosperidad de la causa de la verdad presente. ¿Cómo pues, seréis vosotros capaces de hacer decisiones correctas, de trazar planes sabios y de impartir el sabio consejo a no ser que estéis vinculados con la Fuente de toda sabiduría y justicia? Las transacciones administrativas en vuestros concilios se han llevado a cabo de una manera demasiado liviana. Habéis dado lugar en estas importantes reuniones al lenguaje común, a declaraciones comunes, y a comentarios acerca de las acciones de los demás. Debéis recordar que el Dios eterno está de testigo en todas estas reuniones. El ojo de Jehová, que todo lo ve, mide cada una de vuestras decisiones y son comparadas con su santa ley, su gran norma de justicia. Aquellos que ocupan puestos de consejeros deben ser hombres de oración, hombres de fe, hombres libres de egoísmo, hombres que no se atrevan a confiar en su propia sabiduría humana, sino que oren con fervor pidiendo iluminación con respecto a la mejor manera de llevar a cabo los asuntos que han sido confiados en sus manos.5TPI 529.3